Cáncer de hígado: saber más

El cáncer de hígado se caracteriza por una multiplicación anormal de las células hepáticas (hepatocitos).

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Cáncer de hígado

¿Qué es el cáncer de hígado?

Definición

El hígado es el órgano más grande del cuerpo humano y pertenece al sistema digestivo. Está situado en la parte superior derecha del abdomen y está parcialmente protegido por las costillas.

El hígado desempeña muchas funciones vitales para el organismo, como la producción de bilis, la descomposición de sustancias tóxicas, la fabricación de una gran parte de las proteínas de la sangre y el almacenamiento y distribución de los nutrientes procedentes de la digestión.

El cáncer es la transformación de células inicialmente normales que proliferan excesivamente hasta formar uno o varios tumores, también conocidos como nódulos. En 9 de cada 10 casos, el cáncer de hígado es una complicación de una enfermedad hepática crónica, como la cirrosis o la hepatitis B o C. Sin embargo, en algunos casos raros también puede ocurrir en un hígado sano.

El cáncer de hígado más común es el hepatocarcinoma (>80% de los casos), que afecta a las células que constituyen la gran mayoría de las células del hígado, los hepatocitos. El segundo cáncer primario de hígado más frecuente es el colangiocarcinoma (alrededor del 10% de los casos), que se desarrolla a partir de las células biliares (colangiocitos). Existen otros tipos de tumores hepáticos, pero son más raros. También existen tumores hepáticos benignos, pero no son cánceres.

¿Es frecuente el cáncer de hígado?

En 2021, se estima que habrá unos 5039 nuevos casos de cáncer de hígado en hombres y 1551 en mujeres en España.

La incidencia de este cáncer está aumentando desde hace varios años, debido al incremento del número de cirrosis vinculadas al alcoholismo y a los virus de la hepatitis B y C, así como al aumento de la frecuencia del síndrome metabólico (asociación de varios trastornos de la salud de origen lipídico, glucídico o vascular asociados a un exceso de grasas en un individuo).

Este aumento es más significativo en las mujeres, para las que se observa un incremento de la tasa de incidencia. Sin embargo, el número de cánceres de hígado sigue siendo relativamente mayor en los hombres, ya que aproximadamente el 75% de los cánceres de hígado se producen en ellos.

Este cáncer se diagnostica de media a los 62 años.

La tasa de supervivencia a 5 años (número de personas vivas 5 años después del diagnóstico) varía mucho en función del tratamiento recibido, ya que los tratamientos utilizados dependen del tumor y del estado del hígado. La mayoría de los cánceres de hígado se diagnostican tarde y la tasa de supervivencia es relativamente baja (<17%). Por otro lado, la tasa de supervivencia es superior al 70% en los pacientes que han recibido un trasplante de hígado.

Síntomas y complicaciones del cáncer de hígado

El cáncer de hígado puede permanecer asintomático durante mucho tiempo.

En un paciente con enfermedad hepática crónica, el cáncer de hígado puede descubrirse como resultado de los exámenes de seguimiento de la enfermedad. En efecto, los pacientes con hepatitis o cirrosis se someten a exámenes regulares de seguimiento, incluida una ecografía hepática cada 6 meses. Así, la presencia de una masa en el hígado puede descubrirse durante este examen y llevar al médico a realizar otros exámenes para establecer o no el diagnóstico de cáncer de hígado.

En las personas que no padecen ninguna enfermedad hepática en particular, el cáncer de hígado puede no causar ningún síntoma, por lo que el cáncer puede descubrirse durante las pruebas de imagen, por ejemplo, realizadas por otros motivos. No obstante, pueden aparecer ciertos signos que lleven al paciente a consultar a su médico:

  • Presencia de una masa en el hígado (en el lado derecho del abdomen, justo debajo de las costillas)
  • Dolor o sensación de incomodidad o pesadez en la misma zona
  • Síntomas digestivos: náuseas, pérdida de apetito
  • Alteración del estado general de salud (fatiga, pérdida de peso, etc.)
  • Ictericia, caracterizada por el color amarillento de la piel y el blanco de los ojos
  • Ascitis, que corresponde a la acumulación de líquido en el abdomen;
  • Trastornos neurológicos (confusión, somnolencia, pérdida de memoria, temblores, etc.), signos de una cirrosis avanzada.

Causas y factores de riesgo del cáncer de hígado

Se han identificado varios factores de riesgo del cáncer de hígado:

  • La cirrosis, el factor de riesgo más importante del cáncer de hígado. La cirrosis es una enfermedad irreversible que se caracteriza por una inflamación crónica del hígado que provoca la destrucción de las células hepáticas y la regeneración anárquica de éstas en forma de nódulos anormales.
  • El alcoholismo crónico: el consumo crónico de alcohol aumenta el riesgo de desarrollar varios tipos de cáncer, incluido el de hígado. En efecto, el consumo repetido y prolongado de alcohol aumenta fuertemente el riesgo de cirrosis, el principal factor de riesgo del cáncer de hígado. El alcoholismo crónico es la principal causa de cáncer de hígado en España.
  • Las hepatitis virales B y C: los virus de la hepatitis B y C son importantes factores de riesgo de cáncer de hígado. Por lo general, estos virus son eliminados de forma natural por el organismo, pero a veces la infección viral se vuelve crónica y provoca una hepatitis, es decir, una inflamación del hígado, que con el tiempo puede convertirse en cirrosis y cáncer de hígado.
  • Fumar también aumenta el riesgo de desarrollar muchos tipos de cáncer, como el de hígado.
  • La enfermedad del hígado graso no alcohólico (EHGNA), que es un exceso de grasa en el hígado (que normalmente contiene muy poca), no asociada al consumo excesivo de alcohol. Es el resultado de trastornos metabólicos como la diabetes, el sobrepeso y la obesidad.
  • La hemocromatosis, una enfermedad relacionada con un exceso de hierro en el organismo que, a largo plazo, provoca una inflamación del hígado que puede desembocar en cirrosis y cáncer de hígado.
  • Ciertas sustancias tóxicas: aflatoxina, cloruro de vinilo, arsénico, etc.

Diagnóstico del cáncer de hígado

Se pueden realizar varias pruebas para identificar la presencia de un tumor y evaluar el estado del hígado.

En primer lugar, se puede realizar una ecografía. Esta prueba de imagen se realiza cada 6 meses en pacientes con cirrosis o hepatitis como examen de seguimiento de la patología. También puede ser recetada por un médico que sospeche un problema hepático. La ecografía se utiliza para identificar la presencia de un posible nódulo o masa sospechosa en el hígado.

Para confirmar el diagnóstico, se realiza un TAC torácico-abdominal-pélvico que permite observar el hígado e identificar otros nódulos o posibles extensiones del tumor a otros órganos.

También se puede realizar una resonancia magnética, además o en lugar del TAC.

Además de las pruebas de imagen, se realiza un análisis de sangre para medir varios parámetros sanguíneos (protrombina, albúmina, etc.) y evaluar así el estado y el funcionamiento del hígado.

También se mide la alfa-feto-proteína, ya que los niveles en sangre suelen ser elevados en el cáncer de hígado.

También se puede realizar una biopsia si las pruebas no han confirmado el diagnóstico con certeza.

Por último, también se puede realizar una fibroscopia del esófago y el estómago para identificar la presencia de cualquier variz en estos órganos que sea consecuencia del daño hepático.

Tratamientos del cáncer de hígado

Como con cualquier cáncer, el tratamiento se determina para cada paciente y se adapta a su situación.

La elección del tratamiento se realiza durante una reunión de consulta multidisciplinar (RCP) en la que participan varios especialistas que determinan el tratamiento más adecuado.

Existen 4 tipos de tratamiento para el cáncer de hígado:

  • La extirpación parcial del hígado
  • El trasplante de hígado
  • La destrucción percutánea del tumor
  • La administración de medicamentos contra el cáncer

Es necesario dejar de beber alcohol antes de iniciar el tratamiento.

La extirpación parcial del hígado

La extirpación parcial del hígado, el principal tratamiento cuando el hígado funciona normalmente, es una operación quirúrgica para extirpar la parte del hígado que contiene el tumor y una pequeña parte del hígado sano que lo rodea (margen de seguridad). También se conoce como resección quirúrgica o hepatectomía parcial.

Esta operación se realiza bajo anestesia general y se pueden utilizar dos técnicas quirúrgicas:

  • Laparotomía: procedimiento quirúrgico que consiste en abrir la pared del abdomen mediante una incisión que permite al cirujano acceder a los órganos.
  • Laparoscopia: técnica quirúrgica en la que el cirujano realiza una o varias pequeñas incisiones en la pared abdominal para observar el interior de la cavidad abdominal y poder intervenir los órganos. A través de estas pequeñas incisiones se introduce en el abdomen una pequeña cámara conectada a una pantalla y los instrumentos quirúrgicos. El cirujano opera mientras mira la pantalla.

El trasplante de hígado

El trasplante de hígado, también conocido como trasplante hepático, consiste en extirpar el hígado enfermo y sustituirlo por un hígado o trozo de hígado sano, normalmente procedente de un donante fallecido. Es el tratamiento estándar para el cáncer en un hígado con cirrosis. Trata tanto el cáncer como la cirrosis. Sin embargo, este tratamiento no puede proponerse a todos los pacientes, ya que hay muchas contraindicaciones para el trasplante y el número de injertos disponibles es inferior al número de pacientes que esperan injertos.

La destrucción percutánea del tumor

La destrucción tumoral percutánea, o destrucción del tumor a través de la piel, es una alternativa a la cirugía que se utiliza en casos de tumores pequeños y cuando la localización lo permite.

La radiofrecuencia es una técnica de destrucción tumoral percutánea utilizada en el cáncer de hígado que destruye el tumor con calor.

También se utiliza ocasionalmente la crioterapia, otra técnica destructiva percutánea que destruye el tumor mediante el frío.

La administración de medicamentos contra el cáncer

La administración de fármacos contra el cáncer tiene como objetivo reducir el tamaño del tumor y frenar la progresión de la enfermedad:

  • Mediante la quimioembolización, una técnica que combina un tratamiento farmacológico (una quimioterapia) inyectado en el hígado con un bloqueo del suministro de sangre al tumor (una embolización),
  • O la terapia dirigida, un tratamiento que actúa específicamente bloqueando el crecimiento de las células cancerosas o bloqueando el crecimiento de los vasos sanguíneos que alimentan el tumor. Actualmente, la única terapia dirigida con autorización de comercialización para el tratamiento del cáncer de hígado es el sorafenib.

Estos tratamientos farmacológicos se utilizan cuando la cirugía u otros tratamientos no son posibles o no han dado los resultados esperados.

Se pueden proporcionar cuidados de apoyo para aliviar las consecuencias de la enfermedad y su tratamiento, como tratamientos para el dolor, la ansiedad, los trastornos del sueño, etc.

Los efectos adversos de los tratamientos

Efectos adversos relacionados con la cirugía

Tras la intervención quirúrgica se puede experimentar fatiga, sobre todo como consecuencia de la anestesia o de la ansiedad relacionada con la operación. Si esta fatiga persiste, es importante informar a su médico.

El dolor puede estar presente después de la cirugía y puede persistir durante unas semanas o unos meses. En este caso se pueden proponer analgésicos. Sin embargo, es importante informar a su médico en caso de dolor persistente.

También pueden observarse dificultades de cicatrización y puede aparecer un hematoma o una infección a nivel de la cicatriz. Se pueden utilizar cuidados locales para tratarlos, pero es importante informar a su médico si persisten.

Efectos adversos relacionados con el trasplante de hígado

El trasplante de hígado es una operación importante que requiere un seguimiento exhaustivo. Tras la operación, el paciente es trasladado a una unidad de reanimación para asegurarse de que el injerto funciona correctamente y para vigilar el desarrollo de cualquier complicación.

Las posibles complicaciones tras un trasplante de hígado son:

  • Fallo de funcionamiento del injerto
  • Trombosis arterial (formación de un coágulo de sangre)
  • Rechazo del injerto, una complicación más rara gracias a los tratamientos inmunosupresores (antirrechazo)
  • Infecciones bacterianas, fúngicas o víricas, cuyo riesgo se ve incrementado por el uso de tratamientos inmunosupresores (que son imprescindibles) y que provocan una reducción de las defensas inmunitarias del organismo
  • Complicaciones biliares (bloqueo de la evacuación de la bilis, fuga de bilis)
  • Hemorragia
  • Insuficiencia renal, que puede estar causada por la cirugía o los tratamientos inmunosupresores

Efectos adversos relacionados con los tratamientos farmacológicos

Tras la quimioembolización, puede observarse un síndrome postembolización que incluye náuseas, fiebre y dolor de estómago. Este síndrome desaparece rápidamente.

Se puede observar un hematoma así como una posible infección en el lugar de la quimioembolización. En este último caso, se puede administrar un tratamiento antibiótico.

Por último, en raras ocasiones puede observarse una caída temporal del cabello.

En cuanto a las terapias dirigidas, y en particular el sorafenib, la única terapia dirigida utilizada para el cáncer de hígado, los posibles efectos adversos son:

  • Diarrea
  • Fatiga
  • Trastornos de la piel y síndrome mano-pie
  • Aumento de la presión arterial
  • Pérdida de cabello
  • Disminución de glóbulos blancos, rojos y plaquetas
  • Reacciones alérgicas

Algunos de estos efectos secundarios pueden evitarse o limitarse mediante tratamientos preventivos o consejos prácticos.

Seguimiento médico

Tras el tratamiento del cáncer de hígado, habrá que realizar un seguimiento médico. Esto permitirá el manejo de cualquier efecto indeseable ligado a la cirugía o al tratamiento farmacológico, la detección de cualquier recurrencia de la enfermedad, la implementación de cuidados de apoyo para mejorar o preservar la calidad de vida del paciente, así como la gestión de los factores que provocan el cáncer, a saber, posibles adicciones, infecciones víricas y trastornos metabólicos.

Aparte del trasplante de hígado, el seguimiento se realiza con el médico de cabecera y el equipo médico a cargo del paciente. Este seguimiento se realizará mediante consultas periódicas con un calendario de control establecido para cada paciente.

Los exámenes de seguimiento se basan en:

  • Un examen clínico completo
  • Un examen biológico completo y, en particular, una prueba de la función hepática
  • La medición de la alfa-feto-proteína (AFP)
  • Exámenes por imágenes médicas (resonancia magnética o tomografía computarizada del hígado).

Por lo general, estos exámenes se realizan cada 3 meses durante uno o dos años, y luego cada 4 o 6 meses durante el resto de la vida del paciente.

En caso necesario, se podrán realizar otros exámenes, según el caso, además de los anteriores.

El seguimiento tras un trasplante de hígado se realiza en un centro de trasplantes. Los procedimientos de seguimiento serán propuestos por el centro y pueden variar de un centro a otro. El objetivo de estas consultas es seguir la evolución del hígado trasplantado, controlar el tratamiento inmunosupresor así como sus posibles efectos secundarios o complicaciones y vigilar la aparición de una posible recidiva de la enfermedad.

En conclusión, en el 90% de los casos, el cáncer de hígado es consecuencia de una enfermedad hepática preexistente, como la cirrosis o la hepatitis B o C. El alcoholismo crónico es la principal causa de cáncer de hígado en España. Alrededor del 75% de los cánceres de hígado se dan en hombres, sin embargo, la tasa de incidencia ha aumentado en las mujeres desde hace varios años. Los tratamientos difieren según el estado del hígado y la localización del tumor. El trasplante de hígado puede ser necesario cuando el hígado está demasiado dañado, pero este tratamiento no está disponible para todos los pacientes.

En todos los casos y sea cual sea el tratamiento, se establecerá un seguimiento médico adecuado después y durante toda la vida del paciente. Este seguimiento adoptará la forma de consultas asociadas a diversos exámenes (clínicos, radiológicos, etc.).

 

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Autor: Manon Astruc, Estudiante de farmacia, Redactora de salud

Manon es estudiante de 5º año de farmacia en la facultad de Châtenay-Malabry. En Carenity, se encarga de redactar las fichas de enfermedad. Está... >> Saber más

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