Colitis Ulcerosa (o rectocolitis hemorrágica)
¿Qué es la colitis ulcerosa (CU)?
Definición
La colitis ulcerosa (CU), también conocida como rectocolitis hemorrágica, es una de las dos principales EII (enfermedad inflamatoria intestinal crónica), junto con la enfermedad de Crohn. Se trata de una enfermedad autoinmune que provoca inflamación, úlceras y fragilidad en la parte más superficial del revestimiento interno del recto, y que con frecuencia se extiende de forma continua (a diferencia de la enfermedad de Crohn) por parte o por todo el colon (intestino grueso):
- en aproximadamente el 50% de los casos, la enfermedad sólo afecta al recto (lo que se denomina rectitis) o se extiende al colon sigmoide (lo que se denomina proctosigmoiditis);
- en aproximadamente el 30% de los casos, se trata de una forma intermedia de CU con lesiones que se extienden al colon izquierdo o transverso;
- en el 20% de los casos, la CU se extiende desde el recto a todo el colon (lo que se conoce como pancolitis o colitis total).
La enfermedad progresa a través de períodos de brotes (ataques dolorosos), intercalados con remisiones (reducción de los síntomas de la enfermedad), de duración e intensidad variables.
¿Es frecuente la colitis ulcerosa?
La CU es una enfermedad cada vez más común, que se encuentra principalmente en los países industrializados, y su frecuencia está aumentando en los países en vías de industrialización (Asia, Oriente Medio).
En españa, la CU afecta a unas 300.000 personas, y su incidencia se ha multiplicado por 10 en los últimos 25 años.
Se diagnostica con mayor frecuencia en personas de entre 30 y 40 años, pero puede aparecer a cualquier edad, incluso en niños y adolescentes. También puede observarse un segundo pico de menor frecuencia entre los 50 y los 70 años.
Los hombres se ven ligeramente más afectados por esta enfermedad, pero la diferencia entre ambos sexos es mínima.
Síntomas y complicaciones de la colitis ulcerosa
Los síntomas de la colitis ulcerosa varían en función de la extensión del daño en el sistema digestivo en el momento del brote.
Síntomas digestivos
Los principales síntomas son:
- diarrea persistente (de 4 a 20 deposiciones al día, según la extensión de las lesiones rectocolares)
- secreción de moco o sangre (rectorragia) por el ano
- falsas, urgentes e imperiosas ganas de defecar (retortijones)
- dolor rectal y anal con contracción del esfínter (tenesmo)
- dolor abdominal (espasmos)
Síntomas generales
Asociados a estos síntomas digestivos, pueden observarse síntomas generales:
- fatiga severa (astenia)
- pérdida de peso
- fiebre
- palidez relacionada con la anemia por deficiencia de hierro o vitamina B12
- retraso del crecimiento (con ruptura de la curva de peso y talla) en niños y adolescentes.
Síntomas no digestivos
Otras partes del cuerpo también pueden verse afectadas por la inflamación, incluyendo:
- articulaciones reumáticas: inflamación de las articulaciones de las extremidades (rodillas, tobillos, muñecas, etc.) o de la columna vertebral y la pelvis (espondiloartritis)
- problemas dermatológicos: como úlceras en la boca o eritema nodoso (ampollas duras, rojas y dolorosas en las piernas y los antebrazos del tamaño de una nuez)
- o un problema ocular como la uveítis (inflamación de la envoltura del ojo: iris, coroides).
Posibles complicaciones
Pueden requerir un tratamiento urgente o incluso la hospitalización. Entre ellas se encuentran:
- colitis aguda severa (CGA) que se caracteriza por deposiciones con sangre > 6 veces al día, anemia (falta de glóbulos rojos), pérdida de peso y fiebre. Puede dar lugar a una dilatación del colon, con dolores de estómago e hinchazón. Aumenta el riesgo de perforación del intestino grueso y de peritonitis (infección de la cavidad abdominal), y puede provocar una hemorragia severa. Sigue siendo poco frecuente (menos del 2% de los pacientes con CU).
- cáncer de colon: el riesgo de desarrollar cáncer de colon es mayor en las personas con CU. Sin embargo, este riesgo ha disminuido con la llegada de los nuevos tratamientos de mantenimiento, pero el cribado sistemático de este cáncer mediante colonoscopia se sigue llevando a cabo en las personas que tienen CU desde hace más de 10 años, sobre todo si las lesiones van por encima del colon sigmoide.
- lesiones en el tracto biliar: una colangitis esclerosante primaria o CEP (inflamación y engrosamiento de los conductos que llevan la bilis del hígado al intestino delgado) puede darse en pacientes con CU. Esto aumenta el riesgo de desarrollar cáncer biliar o de colon.
- fisuras anales: llagas en el ano que pueden aparecer en personas con CU.
Causas y factores de riesgo de la colitis ulcerosa
Todavía no se conocen bien las causas de la colitis ulcerosa, pero se han identificado varios factores (genéticos, inmunológicos y ambientales) que contribuyen al desarrollo y empeoramiento de los síntomas de la enfermedad:
- predisposición genética: se han identificado genes que predisponen a la CU, pero sólo aumentan ligeramente el riesgo de padecer la enfermedad.
- disbiosis o cambios en la microbiota intestinal (también conocida como flora intestinal, formada por las bacterias presentes de forma natural en el intestino): el sistema inmunitario ataca de forma anormal a las bacterias "buenas" y provoca la inflamación de la pared intestinal, que se observa en la CU.
- dado el rápido aumento de los casos de CU en los países industrializados, varios factores ambientales parecen desempeñar un papel en el desarrollo de la enfermedad: el estrés, la alimentación y la contaminación se están estudiando para demostrar su implicación en la CU.
Además, también puede observarse que, paradójicamente y al contrario que en la enfermedad de Crohn, donde es un factor desencadenante, el tabaquismo activo protege contra la CU.
Además, la apendicectomía (extirpación del apéndice) realizada antes de los 20 años (por apendicitis o inflamación del apéndice) también parece ser un factor de protección contra la CU.
Diagnóstico de la colitis ulcerosa
El diagnóstico de la CU lo realiza un equipo multidisciplinar (médico de cabecera, gastroenterólogo, radiólogo, reumatólogo, oftalmólogo, cirujano, pediatra si el paciente es un niño, etc.) durante un brote.
Se basa inicialmente en el interrogatorio y el examen clínico del paciente y debe evocarse en caso de cualquier diarrea prolongada asociada a hemorragias, haya o no dolor abdominal y una alteración del estado de salud general.
Exámenes complementarios para confirmar el diagnóstico
Se realizan varios exámenes complementarios para confirmar el diagnóstico de la CU:
- la rectosigmoidoscopia permite observar las paredes del recto, el colon sigmoide y el colon izquierdo. En el caso de la CU, se observan lesiones difusas sin hueco en la mucosa sana. La sonda se introduce por el ano después de un enema. Este examen se realiza sin anestesia y no requiere tener el estómago vacío.
- la ileocolonoscopia es un examen similar a la rectosigmoidoscopia, que permite observar las partes superiores del intestino: todo el colon y la parte terminal del intestino delgado (íleon). Se realiza bajo anestesia general o sedación y requiere el vaciado previo del contenido del colon (ayuno del paciente, toma de un líquido de lavado intestinal antes del examen o incluso una dieta sin residuos y medicación laxante unos días antes del examen).
- durante estos exámenes se pueden efectuar biopsias (tomar pequeños fragmentos de la pared intestinal) que luego se analizan para ayudar al diagnóstico.
- análisis de sangre para buscar anemia (disminución del recuento de glóbulos rojos), síndrome inflamatorio (aumento de los niveles sanguíneos de la proteína C reactiva o PCR y de la velocidad de sedimentación VS), deficiencias vitamínicas (disminución de los niveles sanguíneos de las vitaminas B12 y D) y para evaluar los daños renales (cálculo del aclaramiento de creatinina) y hepáticos (elevación de los niveles sanguíneos de las transaminasas ASAT y ALAT, y gamma-GT) que pueden derivarse de la CU.
- análisis bacteriológico y parasitológico de las heces (coprocultivo) sirve para descartar una infección que pueda explicar los síntomas digestivos.
Evaluación de la actividad de la enfermedad
En función de lo que se observe, el médico puede asignar una puntuación de gravedad y una puntuación de extensión a las lesiones.
Entre las puntuaciones utilizadas, la de Truelove y Witts permite identificar los ataques severos en el contexto de la CU asociando:
- un número de deposiciones ≥ 6 al día
- y la presencia de al menos 1 de los siguientes signos: hemorragia rectal profusa, temperatura ≥ 37,8°C, taquicardia ≥ 90 latidos por minuto, anemia con hemoglobina ≤ 10 g/dL, VS ≥ 30 mm/h o albúmina ≤ 35 g/L.
La clasificación de Montreal se deriva de los criterios de Truelove y Witts y distingue 4 grados de actividad de la CU (S0: remisión, S1 actividad leve, S2 actividad moderada y S3 actividad grave).
También evalúa la extensión de la enfermedad distinguiendo entre proctitis o rectitis (E1, limitada al recto), colitis izquierda (E2, que no se extiende más allá del ángulo esplénico) y colitis extensa (E3, que se extiende más allá del ángulo izquierdo, correspondiente a una pancolitis).
Tratamientos para la colitis ulcerosa
El tratamiento de la CU puede reducir los síntomas de la enfermedad, prevenir las recaídas y mejorar la calidad de vida de los pacientes.
Tratamientos farmacológicos
En los distintos casos de la CU pueden utilizarse diversos fármacos, pero todos ellos actúan para reducir la actividad del sistema inmunitario. Entre ellas se encuentran:
Medicamentos antiinflamatorios:
- los derivados aminosalicilatos, administrados por vía oral, tienen una acción antiinflamatoria sobre la mucosa intestinal. Existen dos principales: la mesalazina o 5-ASA (Asacol®, Pentasa®), que se tolera mejor, y la sulfasalazina (Salazopyrina®). Su eficacia es modesta en la enfermedad de Crohn. Se utilizan principalmente para prevenir la recidiva después de la cirugía intestinal.
- los corticosteroides se utilizan durante los brotes de la CU. Pueden administrarse por vía oral, como la prednisona (Dacortin®) y la prednisolona (Paidocort®) con una acción más local, pero también por vía rectal en forma de enema como la hidrocortisona, o como inyectable durante los brotes graves. Se prescriben durante periodos cortos (3 meses como máximo, con una disminución gradual de las dosis antes de suspenderlas), con el fin de limitar sus efectos indeseables (hipertensión arterial, desgaste muscular, aumento de peso, osteoporosis, etc.). Por eso también es importante llevar una dieta rica en proteínas (carne, pescado, huevos), baja en sal, azúcares y grasas, así como recurrir a suplementos de calcio y vitamina D.
También es importante señalar que las personas con colitis deben evitar tomar aspirina y antiinflamatorios no esteroideos (AINE) como el ibuprofeno (Algidrin®, Neobrufen®, Nurofen®, Espidifen®), el diclofenaco (Flectormed®, Voltaren®) o el ácido niflúmico (Niflactol®). Estas sustancias se recetan con frecuencia para controlar la fiebre o el dolor, y pueden empeorar los síntomas de la enfermedad. Así, para el alivio de los dolores comunes, se debe preferir el uso de paracetamol (Efferalgan®).
Inmunosupresores:
- la azatioprina (Imurel®) se prescribe para las formas graves de la colitis ulcerosa en pacientes que no toleran los corticosteroides o son dependientes de ellos (los síntomas reaparecen en cuanto se reducen las dosis de corticosteroides, y los pacientes recaen rápidamente tras la interrupción del tratamiento). Puede lograr una remisión prolongada sin corticoesteroides de la colitis ulcerosa tras unas semanas o unos meses. Entre los efectos secundarios más comunes de la azatioprina se encuentran las náuseas, las anomalías sanguíneas (que requieren análisis de sangre periódicos) y un mayor riesgo de infección (la aparición de fiebre requiere atención médica inmediata).
Bioterapias:
Se trata de tratamientos con organismos vivos o sustancias de estos organismos que amortiguan las respuestas inmunitarias del cuerpo y reducen la inflamación a largo plazo. Se prescriben como tratamiento de segunda línea para las formas moderadas o graves de la CU en personas para las que el tratamiento estándar no es eficaz (resistencia a los corticosteroides). Debido al mayor riesgo de infección al que se exponen, requieren un chequeo médico exhaustivo (búsqueda de tuberculosis latente, absceso dental, infección vírica en curso, etc.) antes de iniciar el tratamiento y su prescripción inicial se reserva a los especialistas del hospital.
Entre ellos, los anti-TNFα se utilizan cuando los corticosteroides u otros inmunosupresores no han sido eficaces, o están contraindicados o son mal tolerados. Al unirse al TNF (Factor de Necrosis Tumoral), una proteína implicada en la inflamación, estos fármacos bloquean su acción y reducen las reacciones inflamatorias. Se administran en forma inyectable: por perfusión para el infliximab (Remicade® y biosimilares) o por vía subcutánea para el adalimumab (Humira® y biosimilares) y el golimumab (Simponi®).
También están disponibles sus biosimilares (con eficacia y efectos adversos equivalentes al biológico de referencia).
También se utilizan otros anticuerpos monoclonales indicados en el tratamiento de la CU en adultos en caso de respuesta inadecuada o intolerancia a la terapia convencional o anti-TNF:
- el vedolizumab (Entyvio®) es un inmunomodulador (que actúa sobre el sistema inmunitario) que bloquea una proteína de la superficie de ciertas células inmunitarias del intestino, reduciendo así la inflamación intestinal. Está disponible en forma de polvo inyectable para uso hospitalario y se administra por perfusión durante 30 minutos.
- si este fármaco falla o está contraindicado, puede utilizarse ustekinumab (Stelara®). Se trata de un inhibidor de las interleucinas humanas (moléculas implicadas en la inflamación). Se trata de una solución inyectable que se administra por vía subcutánea.
Es importante tener en cuenta que antes de iniciar un tratamiento inmunosupresor o inmunomodulador se deben realizar las vacunaciones: antineumocócica cada 5 años y antigripal cada año.
Cirugía
En caso de hemorragia digestiva o de perforación del colon, se requiere una intervención quirúrgica de urgencia. También puede ser necesaria cuando la medicación no es suficiente para controlar los síntomas de la CU, o cuando se detecta un cáncer de colon.
El tratamiento quirúrgico de la enfermedad de Crohn suele consistir en la extirpación de las partes del tubo digestivo afectadas por las lesiones inflamatorias o estenosantes: esto se denomina resección intestinal. En algunos casos, el cirujano no puede suturar las partes sanas del intestino, por lo que lo une a una abertura en el abdomen (un estoma). A través de esta apertura temporal, el contenido del intestino se evacua en una bolsa que debe cambiarse regularmente. Permanece en su lugar hasta que las zonas operadas hayan cicatrizado y se restablezca la continuidad del intestino.
Sin embargo, las recidivas tras la cirugía son frecuentes y requieren un tratamiento farmacológico preventivo adecuado.
El tratamiento de la CU puede reducir los síntomas de la enfermedad, prevenir las recaídas y mejorar la calidad de vida de los pacientes.
Se pueden realizar dos operaciones:
- una colectomía: se extirpa completamente el colon (el extremo del intestino delgado se sutura al recto)
- una coloprotectomía: se extirpan el colon y el recto (el extremo del intestino delgado se sutura al canal anal y se crea un depósito para sustituir al recto)
En algunos casos, el cirujano no puede suturar las partes sanas del intestino extremo a extremo, por lo que lo fija a una abertura en el abdomen (lo que se denomina estoma). A través de esta apertura temporal, el contenido del intestino se evacua en una bolsa que debe cambiarse regularmente. Permanece en su lugar hasta que las zonas operadas hayan cicatrizado y se restablezca la continuidad del intestino.
Puede haber varias complicaciones después de la cirugía:
- infección postoperatoria
- necesidad frecuente de ir al baño
- rectitis persistente (inflamación del recto) si no se ha extirpado el recto;
inflamación del reservorio ileal-anal (pochitis, realizada entre el intestino delgado y el ano por el cirujano durante la sutura) - oclusión del intestino delgado...
Vivir con colitis ulcerosa
Seguimiento de la enfermedad
El médico de cabecera hace el seguimiento de la enfermedad y acuerda la frecuencia de las consultas. Se recomienda consultar al hepato-gastroenterólogo una o dos veces al año cuando la enfermedad está en remisión, y con más frecuencia si no se ha estabilizado o si ha empeorado.
El seguimiento se basa en exámenes clínicos regulares, análisis biológicos (análisis de sangre), rectoscopias y colonoscopias regulares. La gravedad de la enfermedad puede evaluarse entonces mediante diferentes puntuaciones (ya comentadas).
La consulta de seguimiento médico también ofrece la oportunidad de evaluar la eficacia y la tolerancia de los tratamientos, así como el estado nutricional del paciente.
Hay que tener en cuenta que los pacientes sometidos a tratamiento con corticosteroides durante más de 6 meses deben someterse a un control especial: presión arterial, densidad ósea, medición de los niveles de glucosa (azúcar) en sangre, examen ocular, etc.
Una alimentación equilibrada
Los alimentos no desencadenan la inflamación del intestino, pero pueden acentuar temporalmente los síntomas. Es preferible una dieta equilibrada y variada para evitar cualquier carencia. Y puede ser necesaria una suplementación en minerales (calcio, hierro...) y vitaminas (vitamina D, vitamina C...).
Durante los brotes, puede recomendarse una dieta baja en fibra (restringida a frutas y verduras) para evitar que se acentúen los síntomas digestivos (diarrea, dolor, hinchazón).
Embarazo
La CU no afecta a la fertilidad y no impide el embarazo. Sin embargo, los brotes pueden provocar abortos, y en el caso de la extirpación completa del colon y el recto con anastomosis ileoanal, existe el riesgo de infertilidad.
Tras consultar con el médico tratante, es aconsejable iniciar un embarazo cuando la CU está inactiva (fase de remisión), ya que el riesgo de recaída durante el embarazo es entonces menor.
Por último, la mayoría de los medicamentos prescritos para el tratamiento de mantenimiento de la CU son compatibles con el embarazo.
Vida social
La colitis ulcerosa es compatible con la escolarización, el deporte y la vida laboral normales.
Además, los programas de educación terapéutica son cada vez más frecuentes en los hospitales. Se trata de sesiones individuales o en grupo que permiten al paciente acceder de forma personalizada a la comprensión y posterior dominio de su protocolo de salud (comprensión de la enfermedad, de los tratamientos, compartir las dificultades y mejorar la vida cotidiana, etc.).
Por último, los pacientes pueden recibir apoyo psicológico, pero también ser ayudados por las asociaciones de pacientes.
En particular, existe la ACCU, cuyo objetivo es superar la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa.
En conclusión, la colitis ulcerosa es una de las principales enfermedades inflamatorias intestinales crónicas (junto con la enfermedad de Crohn), cuyas causas exactas aún se desconocen. Además, la enfermedad no tiene cura, pero los medicamentos actuales suelen permitir un control duradero de la enfermedad y una calidad de vida satisfactoria fuera de los brotes.
Fuentes
La enfermedad inflamatoria intestinal crece un 2,5% cada año en España, ACCU
5000 nuevos casos anuales de crohn y colitis ulcerosa en España, ACCU
Education thérapeutique du patient, AFA
Rectocolite hémorragique, Vidal
Efectos del tabaco sobre el curso natural de la Colitis Ulcerosa, In-pacientes
La rectocolite hémorragique, SNFCP
Publicado el 17 may. 2019 • Actualizado el 30 jul. 2021
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