Dermatitis atópica: saber más

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Dermatitis atópica

¿Qué es la dermatitis atópica?

Definición

La piel es el órgano más pesado y estendido del cuerpo humano, con una superficie de aproximadamente 2m². Está formada por 3 capas de tejido: la epidermis, la dermis y la hipodermis. Desempeña numerosas funciones esenciales para el organismo, como protegerlo de las agresiones externas (bacterias, virus, rayos UV, productos químicos, golpes, etc.), defenderlo de estas agresiones gracias a las numerosas células inmunitarias que contiene, regular la temperatura corporal, sintetizar hormonas (en particular la vitamina D), etc.

La dermatitis atópica (o eczema atópico) es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel caracterizada por la sequedad, el picor, el enrojecimiento y las lesiones cutáneas, que se desarrolla en brotes.

Se desarrolla principalmente en bebés (a partir de 3 meses) y niños pequeños. La evolución de la enfermedad suele ser favorable, de hecho suele desaparecer durante la infancia. Sin embargo, en el 10-15% de los casos, persiste en la edad adulta.

Suele asociarse a la rinitis alérgica, las alergias alimentarias y los ataques de asma.

¿Es frecuente la dermatitis atópica?

Aproximadamente 1 de cada 10 niños está afectado por la dermatitis atópica.

A nivel mundial, existe una fuerte disparidad en la prevalencia de la enfermedad entre los distintos países en función de su nivel socioeconómico. Los estudios demuestran que la frecuencia de la dermatitis atópica aumenta con la mejora del nivel de vida.

En España y en Europa, aproximadamente entre el 10 y el 20% de los niños y el 4% de los adultos están afectados por esta enfermedad cutánea.

La prevalencia de la dermatitis atópica ha aumentado considerablemente en los últimos cuarenta años, debido a los cambios ambientales y, en particular, a los cambios en el estilo de vida, es decir, la higiene excesiva asociada a la falta de estimulación del sistema inmunitario a una edad temprana, la diversificación alimentaria precoz, la exposición a la contaminación urbana y al tabaco, las viviendas muy aisladas y mal ventiladas favorables a los ácaros, etc.

Síntomas y complicaciones de la dermatitis atópica

La dermatitis atópica se caracteriza por la alternancia de fases de brotes y remisiones.

La dermatitis atópica se caracteriza por diversos síntomas:

  • Sequedad cutánea (xerosis);
  • Picor o prurito intenso: en los lactantes, el picor se manifiesta con alteraciones del sueño, inquietud y frotamiento de las mejillas contra las sábanas o la ropa;
  • Lesiones cutáneas: durante los brotes, aparecen primero el enrojecimiento y el picor de la piel, seguidos de pequeñas elevaciones palpables que dan a la piel un aspecto áspero. Estas elevaciones se convertirán en vesículas (pequeñas burbujas de líquido) que luego se romperán y rezumarán. Las costras aparecen entonces después de la exudación.

La localización de las lesiones cutáneas de la dermatitis atópica varía según la edad.

En los bebés, las lesiones se localizan principalmente en las zonas abultadas de la cara (frente, mejillas, barbilla) y en las extremidades.

En los niños, se encuentran principalmente en los pliegues (cuello, codos y rodillas), manos, muñecas y tobillos.

Las complicaciones más comunes de la dermatitis atópica son las infecciones de las lesiones cutáneas, causadas por diversos gérmenes.

Entre ellas se encuentran las infecciones bacterianas por estafilococo áureo, una complicación que se observa tras el rascado de las lesiones, y las infecciones víricas por el virus del herpes, un virus muy común en el entorno del niño cuya infección puede ser potencialmente grave.

También pueden aparecer lesiones crónicas. Entre ellas, puede observarse la liquenificación, es decir, el engrosamiento de la piel, así como el prurigo, que corresponde a lesiones pruriginosas (con picor) de tipo pápula.

En los pacientes con dermatitis atópica, también pueden encontrarse otras manifestaciones no cutáneas. Entre ellas, son muy comunes los trastornos del sueño, como la dificultad para conciliar el sueño, los despertares nocturnos frecuentes y el insomnio. Así, la fatiga es también un síntoma frecuente que puede tener un fuerte impacto en la vida diaria del paciente.

Por último, es frecuente encontrar otras patologías asociadas en los pacientes con dermatitis atópica:

  • Asma, rinitis alérgica, conjuntivitis alérgica, alergia alimentaria;
  • Ansiedad, depresión...

El eczema de contacto (desencadenado por el contacto con el alérgeno) también puede aparecer en estos pacientes, cuya barrera cutánea está debilitada.

Causas y factores de riesgo de la dermatitis atópica

Tanto los factores genéticos como los ambientales han sido implicados en la dermatitis atópica.

En cuanto a los factores genéticos, el primero es la atopia, una predisposición genética al desarrollo de alergias (dermatitis atópica, eczema, rinitis alérgica, asma, etc.).

Así, cuando uno de los padres es atópico, aumenta el riesgo de que el niño también lo sea. De hecho, los estudios han demostrado que entre el 50 y el 70% de los pacientes con dermatitis atópica tienen un familiar de primer grado que también está afectado. Cuando ambos padres están afectados, el riesgo de que el niño esté afectado es del 80%.

Una alteración de la barrera cutánea también está implicada en la dermatitis atópica. La película hidrolipídica de la piel (una película protectora que cubre la piel y que está formada principalmente por sudor, sebo y agua) es deficiente, y se han identificado anomalías en el gen de la filagrina y otras proteínas esenciales para la función de barrera de la piel.

Como resultado, la barrera cutánea está deteriorada, la piel está seca y permite que penetren los alérgenos ambientales. Estos estimularán el sistema inmunitario, que es hiperreactivo en los pacientes atópicos, y provocarán así una respuesta inmunitaria exagerada responsable de los síntomas del eczema (inflamación, enrojecimiento, picor e infecciones).

Por último, hay factores ambientales que favorecen estos brotes de dermatitis atópica al agravar el daño de la barrera cutánea y activar el sistema inmunitario:

  • Los productos irritantes como el jabón;
  • Los tejidos ásperos;
  • Ciertos alimentos;
  • El calor;
  • El sudor;
  • El aire demasiado seco;
  • Los contaminantes ;
  • Los detergentes;
  • El tabaco...

El estrés también influye en algunos pacientes, así como los conflictos psicoemocionales, que pueden ser responsables de un rebrote, sobre todo en la adolescencia.

Diagnóstico de la dermatitis atópica

El diagnóstico de la dermatitis atópica es clínico. Para hacer el diagnóstico, el médico examina al paciente, teniendo en cuenta su edad, las manifestaciones cutáneas presentes (picor, piel seca, etc.) y la noción de antecedentes atópicos personales o familiares, y examina las lesiones cutáneas (aspecto y localización).

No es necesario ningún examen adicional para el diagnóstico.

En algunos casos complejos de dermatitis atópica, en particular cuando la enfermedad no mejora a pesar del tratamiento o en niños con alergias asociadas (alimentarias, respiratorias o de contacto) o con retraso en el crecimiento, pueden realizarse pruebas alergológicas.

Tratamiento de la dermatitis atópica

El tratamiento de la dermatitis atópica es sintomático, de hecho, su objetivo es tratar los síntomas observados durante los brotes y prevenir estos brotes. Sin embargo, el tratamiento no hace desaparecer la enfermedad.

Existen dos tipos de tratamiento: el tratamiento del brote y el tratamiento de fondo.

Tratamiento de brote

El objetivo del tratamiento del brote es eliminar las lesiones cutáneas lo antes posible.

Los dermocorticoides son fármacos que se utilizan durante los brotes para tratar las lesiones del eczema de forma local. Son cremas o pomadas que contienen cortisona.

Ayudan a reducir la inflamación y el picor. Deben aplicarse lo antes posible tras la aparición de una lesión cutánea para limitar el riesgo de sobreinfección. Se aplican localmente, una vez al día, sobre las lesiones del eczema hasta que desaparecen por completo.

Tratamiento de fondo

El objetivo principal del tratamiento de fondo es restablecer la función de barrera de la piel y prevenir así nuevos brotes.

Los emolientes son sustancias que suavizan y aflojan los tejidos biológicos y calman la inflamación. Se utilizan en el tratamiento de fondo de la dermatitis atópica.

Deben aplicarse a diario, una o dos veces al día, sobre toda la piel después de una ducha rápida y de frotar con una toalla suave.

Su uso puede interrumpirse y sustituirse por dermocorticoides durante los brotes en las zonas inflamatorias. Sin embargo, tan pronto como el brote haya terminado, la aplicación debe reanudarse.

Otros tratamientos

En el caso de que el picor sea muy intenso y moleste al paciente, el médico puede recetar antihistamínicos durante un corto periodo de tiempo.

Se pueden prescribir antibióticos y antisépticos locales u orales en caso de sobreinfección de las lesiones de eczema.

Si el tratamiento fracasa en pacientes mayores de dos años con dermatitis atópica de moderada a grave, puede utilizarse un inmunomodulador tópico, el tacrolimus. Los inmunomoduladores son medicamentos que tienen una acción específica sobre el sistema inmunitario. Sin embargo, la prescripción está restringida a dermatólogos y pediatras y el medicamento ya no se reembolsa a los niños y adolescentes menores de 16 años debido a un probable aumento a largo plazo del riesgo de cáncer de piel o linfoma.

También pueden utilizarse otros tratamientos para las formas graves de dermatitis atópica que son resistentes a otros tratamientos:

  • Inmunosupresores convencionales;
  • Fototerapia UVA/UVB;
  • Ciclosporina (inmunosupresor);
  • Metotrexato;
  • Dupilumab, un anticuerpo que se dirige específicamente al receptor de dos citoquinas, sustancias responsables de la inflamación de la piel y de los cambios en la barrera cutánea;
  • Otros medicamentos.

A veces es necesario el apoyo psicológico.

Seguimiento médico

La dermatitis atópica puede durar desde unos meses hasta varios años. Por lo general, la enfermedad desaparece gradualmente durante la infancia, aunque en algunos casos puede reaparecer en la adolescencia o persistir en la edad adulta.

Para evitar la aparición de nuevos brotes de eczema, se pueden dar varios consejos prácticos al paciente:

  • Seguir estrictamente el tratamiento, incluyendo la aplicación diaria de un emoliente;
  • Dúcharse una sola vez al día, con agua tibia o en un baño corto y caliente;
  • Eliminar todos los jabones y lavarse con "barras" sin jabón o limpiadores suaves sin jabón;
  • Secar la piel mediante toques, sin frotarla;
  • Usar ropa de algodón y evitar los tejidos irritantes como la lana y los sintéticos;
  • Aclarar bien la ropa después de lavarla;
  • Evitar la exposición al tabaco o a sustancias alergénicas;
  • Ventilar los espacios vitales;
  • No cambiar la dieta del bebé o del niño sin consejo médico;
  • Después de nadar o hacer deporte, aclarar bien la piel con agua fresca y aplicar a continuación un emoliente.

Para limitar las complicaciones de la dermatitis atópica y, en particular, las sobreinfecciones de las manchas de eczema, es importante no tocar estas manchas y cortar regularmente las uñas para limitar el rascado.

Por último, es importante consultar a su médico si se notan los siguientes signos:

  • Un cambio en el aspecto de las lesiones cutáneas a pesar del tratamiento;
  • Una ralentización del crecimiento del bebé o del niño;
  • Fiebre o cambio en el estado general;
  • Asma, conjuntivitis o rinitis alérgica...

En los pacientes cuya dermatitis atópica persiste en la adolescencia o en la edad adulta, es necesario un seguimiento médico regular.

En conclusión, la dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que afecta principalmente a los lactantes y a los niños pequeños y que suele desaparecer durante la infancia. En algunos casos, puede persistir hasta la edad adulta. La frecuencia varía mucho de un país a otro, pero aumenta con el nivel de vida. Combina factores de riesgo genéticos, como la atopia, y factores ambientales. Los síntomas incluyen piel seca y con picor y lesiones cutáneas que aparecen durante los brotes. El tratamiento se basa en la aplicación de un emoliente como tratamiento de fondo y de dermocorticoides en las lesiones del eczema durante los brotes. Hay una serie de consejos prácticos para ayudar a prevenir futuros brotes.

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Autor: Manon Astruc, Estudiante de farmacia, Redactora de salud

Manon es estudiante de 5º año de farmacia en la facultad de Châtenay-Malabry. En Carenity, se encarga de redactar las fichas de enfermedad. Está... >> Saber más

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