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El sensor inteligente que ayuda a controlar el asma de los niños

Publicado el 12 jun. 2017

El sensor inteligente que ayuda a controlar el asma de los niños
La enfermedad es la primera causa de ausentismo escolar y está entre las primeras de visitas a salas de emergencia. El dispositivo ayuda a manejar los factores desencadenantes y a hacer seguimiento del tratamiento para mejorar la salud y la calidad de vida de los pacientes.
Que algo tan natural como respirar se haga difícil es una gran limitante para quienes padecen de asma, sobre todo los niños. Aprender a manejar esta enfermedad crónica que ocasiona una inflamación de las vías respiratorias mejora notablemente la calidad de vida y evita ataques serios que pueden llegar a ser mortales. La tecnología se ha convertido en una gran aliada para lograrlo.

Un sensor especial, que se adhiere al inhalador y se conecta vía blue tooth con una app, permite monitorear detalladamente el asma del niño. Rastrea el tiempo, condiciones climáticas y lugar en que es usado el inhalador para determinar cuáles factores están empeorando el cuadro. También le recuerda al paciente cuándo debe usar el medicamento de control y le permite hacer seguimiento al equipo médico vía remoto.
Este sistema, llamado Propeller y desarrollado por David Van Sickle en 2011, es costoso, por eso principalmente lo compran aseguradoras o proveedores médicos. Por ejemplo, quienes califican para el Asma Management Program de Children’s Health de Dallas (y son mayores de 8 años de edad) lo reciben de forma gratuita durante su participación en el programa, que busca ayudar a padres y niños a manejar la enfermedad.

En ese lapso de tiempo, enfermeras monitorean la información que envía el inhalador. “Se chequea la actividad diaria, si se usa o no el medicamento para aliviar los síntomas con demasiada frecuencia. También se analizan los posibles factores desencadenantes. Esto ayuda terminar el mejor tratamiento”, aclara a Univision Noticias Blanca Cruz , coordinadora del Asthma Management Program de ese hospital.

“Ha sido muy útil. Desde que empezamos con el Propeller Mercedes ha mejorado mucho. Las enfermeras nos llamaban cuando ella usaba el inhalador de emergencia para preguntar qué estaba haciendo. De esa forma era fácil registrar todo y ante cualquier duda, el propeller estaba allí para responderla”, cuenta Cynthia García.

Su hija, Mercedes Jones, fue diagnosticada a los cinco años de edad luego de que llamaran a Cynthia de la escuela porque que la pequeña tenía dificultad para respirar y sibilancias por jugar en el parque. Desde entonces se ha visto limitada. “Sus actividades al aire libre han cambiado, no puede salir cuando quiera: si el polen está alto, su asma se dispara. Tampoco agitarse mucho nadando o corriendo. A veces se frustra y llora porque no puede hacer todo lo que desea”.
Otra herramienta que la ha ayudado es la aplicación móvil My Asthma Pal, que se descarga de forma gratuita y permite registrar y analizar información relevante para el correcto manejo del asma.

Pero de nada valen estas herramientas tecnológicas si no se toman medidas dentro y fuera del hogar, por eso el programa de Children's Health de Dallas va mucho más allá. Dura entre tres y seis meses durante los que se visita el hogar del paciente para determinar los factores desencadenantes de los ataques de asma, se enseña a seguir correctamente el tratamiento y se monitorea periódicamente al niño.

El asma es la enfermedad crónica más común entre menores de 18 años en Estados Unidos. Según Children’s Health, afecta a 7 millones de niños. Está entre las cinco principales causas de visita a centros de emergencia en todo el país y es la primera de ausentismo escolar. En Texas, por ejemplo, 54% de los alumnos asmáticos faltaron al menos un día de clases por año debido a esta condición.

“Si fueras una persona, no me gustaría estar contigo. Siempre me molestas y me haces interrumpir lo que estoy haciendo porque debo hacer una pausa”, escribió una niña cuando le pidieron que redactara una carta a su asma, durante su participación en el Asthma Management Program.
La atención personalizada permite una mayor efectividad del tratamiento debido a que los factores desencadenantes (como el moho, las cucarachas o ácaros, polvo, humo del cigarrillo y otros) varían de persona a persona, explica Cruz. “Pueden existir dentro o fuera del hogar, pero no necesariamente afectan a todos los niños por igual. Para ser desencadenante, el paciente debe ser alérgico a él”.

A diferencia de estos, los irritantes (llamados así porque irritan a los pulmones) sí perjudican a los asmáticos en general. “Entre este grupo están los olores fuertes como los químicos para limpiar la casa, las velas, el humo de cigarrillo y la calidad del aire”, precisa Cruz.

Las familias que participan en el programa como la de Cynthia García habitualmente deben hacer ajustes en su estilo de vida y en su hogar. “Nos deshicimos de la alfombra, regalamos nuestros pajaritos, no permitimos a los perros entrar a la casa y dejamos de usar productos con químicos o cualquier otra cosa con olor intenso. Antes de participar en el programa no sabíamos que tantas cosas podían desencadena un ataque de asma: aprendimos mucho de las enfermeras”.
Cruz explica que durante el programa enseñan a los padres a monitorear las condiciones ambientales y la calidad del aire. “Les recomendamos revisar el índice de calidad de aire para cada día. Muchos jamás habían escuchado sobre esto antes”.

La idea es empoderarlos con información y animarlos a que hablen con su médico, sobre todo porque en menores de cinco años no se puede realizar la prueba diagnóstica del asma (espirometría) y la información que ellos proporcionan (si hay alergias, si los síntomas empeoran o no en la noche o no, etc) es fundamental: “Si no le das la información al médico, éste no tendrá idea”. Así fue en el caso de Oralia Romo, cuya hija presentó los primeros síntomas de asma a los 18 meses de edad: “Su tos era constante, aunque no tuviera infecciones u otras enfermedades”.

La infancia de la pequeña, que ahora tiene seis años, se ha visto limitada. “Ha afectado sus actividades diarias, no puede participar en ninguna actividad física regular porque se cansa con facilidad. También ha hecho que tenga algo de sobrepeso porque no puede ejercitarse”.

Aunque aún no se tienen cifras sobre los resultados del uso del propeller y de esta App como tal, los datos del Asma Management Program son alentadores: 33% de mejoría en la ocurrencia de ataques de asma debido a factores desencadenantes, 61% de pacientes con buen control de su condición y 62% menos ingresos al hospital debido al asma.

Los hispanos podrían estar entre los más beneficiados con este tipo de iniciativas pues tienen una alta prevalencia de asma (2,2 millones según la Oficina de Salud para las Minorías del Departamento de Salud) y son 50% más propensos a acudir a una sala de emergencia debido a problemas respiratorios, que las personas blancas no hispanas. Además, los niños latinos tienen el doble de probabilidades de morir de asma, que sus pares blancos no hispanos.

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