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Vivir la diabetes: tres pacientes nos cuentan su historia

Publicado el 12 jun. 2017

Vivir la diabetes: tres pacientes nos cuentan su historia
La diabetes es una enfermedad crónica que ha alcanzado proporciones epidémicas y que aparece cuando el páncreas no produce insulina suficiente, o el cuerpo no es capaz de utilizarla eficazmente. EFEsalud se acerca a esta dolencia de la mano de tres afectados de edades diferentes que nos cuentan cómo conviven con esta patología: José Olivera (70), Carmen Naranjo (52) y Ángel Astiazarán (15)

Vivir la diabetes: Los síntomas pueden ir desde el aumento de la frecuencia urinaria, de la sed, del hambre y una bajada de peso inexplicable, hasta el entumecimiento de las extremidades, dolores de los pies, fatiga y visión borrosa, pasando por infecciones recurrentes o graves y/o pérdida de la conciencia o náuseas y vómitos intensos o estado de coma.

Según datos de este año de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el número de personas con diabetes se ha multiplicado casi por cuatro desde 1980, hasta llegar a 422 millones de adultos, la mayoría de los cuales viven en países en desarrollo.

La Federación Internacional de Diabetes (FND) estima que para el año 2040, más de 600 millones de personas padecerán esta enfermedad en el mundo.

A José Olivera, constructor, le diagnosticaron diabetes del tipo 2 hace doce años: “Noté que me pasaba algo porque nunca bebo agua y empecé a beber agua sin parar, se me secaba mucho la boca, hasta que un día pensé que algo pasaba y que no podía seguir así. Me acerqué al Hospital La Paz y me hicieron la prueba del azúcar y tenia casi 600 miligramos, que es una barbaridad” .

“Soy muy positivo y optimista siempre, y gracias al deporte que he practicado, siempre deportes de riesgo (parapente, buceo, espeleología..), no me asusta nada, así que la noticia no me causó miedo”.

También asegura que la enfermedad no le ha cambiado la vida a pesar de que tuvieron que amputarle una pierna. Hace menos de un año le pusieron una pierna ortopédica que no le ha dado mayor problema.

Asegura que se acostumbró a ella en el minuto uno y eso que cuando se la colocaron llevaba ocho meses sin caminar. Incluso se atreve a conducir porque el coche es automático.

“No he tenido ningún dolor, ni tampoco la sensación de los llamados nervios fantasmas. Nunca he tenido que tomar pastillas, como mucha gente que lo pasa muy mal, porque sienten que tienen pierna todavía, se apoyan y se caen, y a mí no me ha pasado”, dice.

Esta diabetes, dice, le llegó por la edad. Es verdad que le gusta mucho el dulce, pero los médicos le dijeron que no tenía nada que ver: “ha debido ser por la edad, el estrés…”, explica.

En el día a día echa de menos no poder comer dulce, porque le encantan los pasteles. Por otra parte nunca ha fumado ni bebido alcohol.

José relata que cuando le cortaron la pierna no fue un momento traumático. Debido a la falta de riego sanguíneo primero le apareció una herida en la parte baja del dedo y le dijeron que había que cortarlo, porque se podía pasar al otro, que también se lo cortaron al cabo de un tiempo, y así hasta cuatro falanges amputadas.

“No hacía más que ir al hospital, era casi como mi hotel: la cama era como mi despacho lleno de papeles, y dibujos”….hasta que el médico le anunció que la mejor solución era amputarle la pierna .El preguntó cuando sería y el doctor respondió que en tres días, y pidió poder ver la amputación….”

Actualmente se pincha insulina (20 unidades) por la noche, y aunque lleva un año sin practicar buceo, su deporte favorito, está dispuesto a retomarlo “porque se puede hacer perfectamente sin una pierna”.

Carmen Naranjo es periodista. Hace 18 años, cuando tenía 34, descubrió que tenía diabetes de tipo 1: “Yo en realidad no me dí cuenta. Estaba adelgazando mucho y tenía mucha sed, pero estaba contenta porque comía lo que quería y no engordaba, era la primera vez en mi vida que me ocurría”.

Fue su madre por una campaña televisiva sobre la diabetes quien reconoció los síntomas en su hija.
Tras hacerse una prueba en la farmacia, donde salió que tenía “300 y pico”, se fue al ambulatorio “y se te cae el mundo encima, más que nada porque es una cantidad de información la que tienes que asimilar … ”.

“La insulina se produce en el páncreas, según el ejercicio que haces y lo que comes, pero cuando tienes diabetes al que le toca hacer la función es a tí..”

“Al principio es complicado,.. y cuando lees las instrucciones y ves que te puedes morir de un sobredosis de insulina.. además a mí en los comienzos no me explicaron nada. Más tarde ya sí cuando me trate con una endocrina en la Fundación Jiménez Díaz”.

Carmen había tenido en su primer embarazo una diabetes gestacional, que desapareció al nacer el niño. Cuando años después le diagnosticaron diabetes de tipo 1 estaba pensando en quedarse embarazada de nuevo.

“Fue un palo porque había que retrasar el embarazo. Estuve seis meses con un seguimiento médico estricto, en una unidad especial que hay en el Hospital La Paz de diabetes y embarazo, que está muy bien”. Todo ello le permitió tener un segundo hijo.

La diabetes, al principio, te cambia mucho la vida “sobre todo porque tienes que estar pendiente las 24 horas del día, pero es una enfermedad con la que se puede convivir perfectamente y llevar una vida normal, pero nunca hay que bajar la guardia porque es peligroso tener el azúcar alto; a corto plazo es más peligroso tenerlo bajo, tener una hipoglucemia, que a mí me han dado muchas”.

La hiperglucemia, azúcar alto, explica, perjudica a la vista, los riñones…, pero a corto plazo “si te pinchas mucha insulina y no comes lo suficiente o haces más ejercicio del que toca, te puede dar una hipoglucemia”.

“A mi me ha pasado a veces que me he quedado inconsciente estando dormida y es muy peligroso y una sensación horrible”.

Para administrarse la insulina tiene un bolígrafo, por la mañana, se pone la rápida, indicada también para cuando vas a comer, y también una lenta, que se llama basal.

A mediodía si come hidratos, se pincha otra rápida, y por la noche igual que por la mañana.

A Ángel le descubrieron que tenía diabetes hace cuatro años, cuando tenía 11. Fue a final de curso y le tuvieron que ingresar en el hospital. Llevaba un mes que no se encontraba bien, empezó a adelgazar (seis kilos) “y tenía mucha hambre e iba mucho al baño, me encontraba mal..”

Cuando le hospitalizaron tenía 675 miligramos de azúcar en sangre, y no sabia lo que era la enfermedad “porque nunca me habían hablado de ella; estuve quince días hospitalizado”. Costó regularle porque tiene alergia a algunos alimentos.

Durante esos días le fueron contando que le sucedía y “una vez que lo supe, pensé: algo más a lo que me tengo que hacer, porque desde los dos años tengo alergia a las frutas y frutos secos, y también dermatitis”.

La diabetes le ha cambiado la vida en el sentido de que le ha hecho más responsable, “más maduro de cara a todo”. En cuanto a vivir la diabetes, relata que tiene que estar pendiente de que no le den hipoglucemias y “de que tampoco me suba demasiado el azúcar, pero la vida sigue siendo igual, hago deporte, natación y padel”.

En su caso lleva una bomba de insulina. Al principio se tenia que medir el azúcar hasta diez veces al día. Ahora con su bomba (páncreas artificial) la cosa ha cambiado. La lleva conectada al cuerpo durante el día y la noche, y la carga con insulina cada tres días.

También lleva un sensor que mide continuamente su nivel de azúcar en sangre y le manda los datos a la bomba, que reacciona según baja o sube el azúcar.

”Por la noche- explica- tengo muchas bajadas y no me despierto, hay gente que sí, pero yo no me doy cuenta y en este sentido el sensor es muy útil…”.

A Ángel le gusta todo lo que tiene que ver con la electrónica, ordenadores, videoconsolas, videojuegos… y la dolencia no le ha impedido seguir el curso escolar que le corresponde.

El hecho de llevar esa pequeña bomba unida a su cuerpo mediante un catéter insertado en su abdomen no le afecta, y a veces si va por la calle y se le ve el aparato “noto que hay gente que se gira y me mira, pero no me molesta”.
Vivir la diabetes: algunos consejos

La convivencia diaria con la diabetes implica una atención especial a los aumentos desproporcionados de azúcar en la sangre, lo que se conoce como hiperglucemia, y también a la disminución de estos niveles (hipoglucemia), convencionalmente por debajo de 70 mg/dl.

Estos desajustes deben evitarse con el autocontrol de la glucosa y de las dosis de medicación, la práctica de ejercicio físico y una alimentación adecuada.

Una diabetes no controlada puede derivar en ceguera; hasta un 35% de las personas diagnosticadas padecen retinopatía diabética y el 7% edema macular diabético.

Estas alteraciones deben prevenirse a través de controles oculares periódicos, con una frecuencia mínima de una vez al año, porque una rápida actuación asegurará unos mejores resultados para preservar la visión.

En cuanto a la afectación renal, la diabetes puede ocasionar nefropatía diabética, de ahí la importancia de controlar la presión arterial para proteger los riñones de un mayor daño, así como el colesterol.

Además, alrededor del 15% de las personas que padecen diabetes desarrollará afecciones en los pies, las más comunes son la neuropatía (pérdida de sensibilidad) y la enfermedad vascular periférica, destaca el Colegio Oficial de Podólogos de la Comunidad Valenciana.

Estas patologías requieren de un tratamiento preciso, ya que si se complican gravemente por los problemas de cicatrización podrían terminar en amputación.

Por esta razón, se recomienda utilizar un calzado adecuado, cuidar especialmente la higiene de los pies e hidratarlos a diario para combatir la sequedad y prevenir fisuras e infecciones, así como realizar exploraciones visuales diarias para descartar lesiones.

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