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Fibromialgia y clima: ¿por qué tus dolores varían según el clima?

Publicado el 17 nov. 2025 • Por Candice Salomé

La fibromialgia es una enfermedad crónica que afecta a millones de personas en todo el mundo y se caracteriza por dolores difusos, fatiga intensa y trastornos del sueño. Pero, ¿alguna vez has notado que tus dolores parecen más intensos algunos días que otros? ¿Te has preguntado por qué el frío o la humedad agravan tus síntomas, o por qué el calor a veces puede ser a la vez calmante y agotador? ¿Existen soluciones para gestionar mejor estas variaciones?  

En este artículo te explicamos por qué el clima influye en los dolores relacionados con la fibromialgia, cómo cada estación puede afectar a tu cuerpo y tu mente y, sobre todo, qué estrategias puedes adoptar para mejorar tu día a día a pesar de los cambios climáticos. 

Fibromialgia y clima: ¿por qué tus dolores varían según el clima?

¿Qué es la fibromialgia?  

La fibromialgia es una enfermedad crónica que se caracteriza por dolores difusos en los músculos y las articulaciones, fatiga intensa y trastornos del sueño. Afecta principalmente a las mujeres y puede tener un profundo impacto en la vida cotidiana, profesional y social. Las personas afectadas suelen presentar síntomas asociados, como dolores de cabeza, trastornos cognitivos o una mayor sensibilidad a los cambios de temperatura, al ruido o a la luz.  

Aunque sus causas exactas siguen sin conocerse bien, la fibromialgia implica una alteración del sistema nervioso central, que amplifica la percepción del dolor y hace que el cuerpo sea más sensible a los estímulos, incluidos los cambios climáticos. Comprender esta hipersensibilidad permite entender mejor por qué el clima a veces puede agravar el dolor y las molestias de los pacientes.  

¿Por qué influye el clima en los dolores de la fibromialgia?  

El papel de la presión atmosférica y la humedad  

Las personas con fibromialgia suelen señalar las variaciones de la presión atmosférica como causa de sus dolores. Cuando desciende, los tejidos corporales pueden dilatarse ligeramente, lo que ejerce una tensión adicional sobre los músculos, las articulaciones y los nervios, que ya son hipersensibles. Esto podría explicar por qué algunas personas sienten más dolor antes de que llueva o cuando se produce un cambio brusco de tiempo.  

Por su parte, la humedad tiende a acentuar la rigidez muscular y la sensación de pesadez en el cuerpo. También puede influir en la conductividad nerviosa y agravar la percepción del dolor. Aunque los estudios científicos siguen sin ponerse de acuerdo sobre la relación directa entre el clima y la intensidad de los síntomas, los testimonios de los pacientes son numerosos y coherentes: los periodos húmedos y los cambios de presión suelen ir acompañados de un recrudecimiento de los dolores

Frío, humedad, calor: ¿qué efectos tienen sobre el cuerpo?  

El frío provoca naturalmente una contracción muscular destinada a preservar el calor corporal. En las personas que padecen fibromialgia, esta reacción puede acentuar la tensión muscular y el dolor, provocando también una fatiga más acusada.  

La humedad, además de sus efectos mecánicos, suele crear una sensación de opresión o pesadez en las articulaciones y los tejidos. Algunas personas describen dolores difusos y una mayor rigidez, especialmente al despertarse o después de un periodo de inactividad.  

Por el contrario, el calor suele percibirse como calmante. Favorece la relajación muscular y mejora la circulación sanguínea. Sin embargo, en algunos pacientes, el calor excesivo también puede aumentar la fatiga, provocar dolores de cabeza o acentuar el malestar general. Por lo tanto, el clima ideal sigue siendo muy personal y depende de la sensibilidad de cada uno. 

Una hipersensibilidad del sistema nervioso central  

La fibromialgia se basa principalmente en un desequilibrio del sistema nervioso central: el cerebro y la médula espinal procesan las señales de dolor de forma amplificada. Esta hipersensibilidad, denominada "hiperalgesia", hace que el cuerpo sea más reactivo a diversos estímulos, entre ellos las variaciones climáticas.  

Algunos investigadores sugieren que existe una relación con los neurotransmisores, en particular la serotonina y la dopamina, que intervienen en la regulación del dolor, el estado de ánimo y el sueño. Cuando cambia el tiempo, el cerebro puede interpretar la variación de presión o temperatura como una señal de peligro, lo que provoca una respuesta exagerada. En otras palabras, el cerebro "percibe" estos cambios como más intensos de lo que realmente son, lo que amplifica los síntomas dolorosos.  

Las estaciones y la fibromialgia: cuando los dolores se intensifican  

El invierno, una época temida  

El invierno suele ser una estación difícil para las personas con fibromialgia. El frío, la humedad y la falta de luz pueden acentuar la rigidez muscular, los dolores difusos y el cansancio. La disminución de la luz natural también altera la producción de melatonina y serotonina, lo que afecta tanto al sueño como al estado de ánimo.  

Muchos pacientes también mencionan un síndrome depresivo estacional, un bajón anímico que amplifica la percepción del dolor. Los días cortos, la falta de actividad al aire libre y el aislamiento refuerzan este círculo vicioso entre el dolor, el cansancio y el bajón anímico. 

El verano y el calor: ¿un falso amigo?  

Aunque el calor puede aliviar las tensiones musculares, el verano no siempre es sinónimo de descanso. El calor excesivo puede provocar una sensación de pesadez, dolores de cabeza o una disminución de la energía, especialmente en caso de deshidratación. También puede perturbar el sueño, lo que acentúa el cansancio y los dolores.  

Cada persona con fibromialgia reacciona de manera diferente: algunas se sienten mejor en climas cálidos y secos, otras sufren más por el calor. Lo esencial es aprender a escuchar al cuerpo y adaptarse.  

Primavera y otoño: estaciones de transición difíciles 

Estas estaciones, a menudo sinónimo de rápidas variaciones de temperatura y presión atmosférica, son especialmente temidas. Al cuerpo le cuesta adaptarse y estas fluctuaciones pueden reactivar los dolores articulares y musculares. Muchos pacientes describen un recrudecimiento de los síntomas durante estos cambios bruscos de tiempo

¿Cómo vivir mejor con la fibromialgia a pesar de los cambios climáticos?  

Adaptar el entorno  

Es fundamental mantener un entorno interior estable. Una temperatura suave y constante, un buen aislamiento y una humedad moderada contribuyen a reducir las molestias. El uso de bolsas de agua caliente, ropa térmica o mantas eléctricas ayuda a aliviar los músculos contraídos. Garantizar una buena calidad del aire, ventilando regularmente y limitando la humedad, también mejora el bienestar general.  

Cuidar el cuerpo  

Una actividad física suave, como el yoga, caminar o nadar en agua tibia, ayuda a mantener la flexibilidad muscular y a reducir el dolor. Una dieta antiinflamatoria, rica en frutas, verduras y omega 3, y baja en azúcares refinados, también puede tener un efecto beneficioso.  

Una buena hidratación sigue siendo fundamental, al igual que un sueño reparador. Las rutinas regulares, acostarse a horas fijas y un entorno tranquilo favorecen una mejor recuperación.  

Calmar la mente  

El estrés amplifica el dolor. Aprender a gestionarlo mediante técnicas de meditación, respiración consciente o sofrología puede ayudar a calmar las tensiones.  

El apoyo psicológico o la participación en grupos de conversación entre pacientes también ayuda a sentirse comprendido y menos aislado. Adoptar un enfoque global, que conecte el cuerpo y la mente, favorece una mejor gestión de los síntomas en el día a día.  

¡En resumen!  

  • La fibromialgia es una enfermedad crónica caracterizada por dolores difusos, fatiga y trastornos del sueño, relacionada con una hipersensibilidad del sistema nervioso central.  
  • El frío, la humedad y las variaciones de la presión atmosférica pueden acentuar los dolores y la rigidez muscular.  
  • Cada estación tiene sus particularidades: el invierno y las estaciones de transición (primavera y otoño) suelen ser más difíciles, mientras que el calor puede aliviar, pero también fatigar, a algunos pacientes.  
  • Adaptar el entorno, practicar una actividad física suave, adoptar una dieta antiinflamatoria y velar por un sueño reparador son factores clave para reducir el impacto del clima.  
  • Gestionar el estrés y beneficiarse del apoyo psicológico o de grups de conversación favorece una mejor calidad de vida y una percepción menos intensa del dolor.  

 

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