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Bipolaridad: ¡hagamos balance sobre los diferentes tratamientos!

Publicado el 13 abr. 2021 • Por Aurélien De Biagi

El trastorno bipolar es una enfermedad psiquiátrica a menudo estigmatizada, mal entendida y mal aceptada por los pacientes y sus familias. Tras hablar de sus causas y describir los distintos tipos en un artículo anterior, hoy nos proponemos examinar con más detalle los distintos tratamientos y limitaciones que la acompañan.

¿Por qué es difícil el diagnóstico? ¿Cuáles son los tratamientos farmacológicos y no farmacológicos? ¿Qué precauciones hay que tomar con estos medicamentos? ¿Qué es la sismoterapia? 

¡Te lo contamos todo en este artículo!

Bipolaridad: ¡hagamos balance sobre los diferentes tratamientos!

La bipolaridad: un breve recordatorio

La bipolaridad, una enfermedad psiquiátrica grave, antes conocida como "trastorno maníaco-depresivo" o "psicosis maníaco-depresiva", se caracteriza por una desproporción (en intensidad y duración) de las emociones sentidas. La mayoría de los primeros síntomas aparecen entre los 15 y los 25 años (o entre los 15 y los 19, según las fuentes), independientemente del sexo o del nivel de vida. Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), este trastorno es una de las 10 patologías más incapacitantes. 

Esta enfermedad se describe por la alternancia : 

  • episodios maníacos (euforia exagerada) o hipomaníacos (episodio maníaco menos intenso)
  • episodios depresivos 
  • episodios mixtos (síntomas maníacos y depresivos) 

Estas fases pueden intercalarse con fases normales. 

La bipolaridad no debe confundirse con la ciclotimia: un ciclo más o menos regular de felicidad y tristeza que no se considera una enfermedad mientras no afecte a la calidad de vida.

Un diagnóstico difícil

Son muchas las causas de esta patología, algunos ejemplos pueden ser: el estrés elevado, el alcoholismo, el tabaquismo, la drogadicción, los traumatismos craneales y sin olvidar el factor hereditario. En efecto, el riesgo aumenta si un familiar cercano la padece. 

El diagnóstico de los trastornos bipolares sigue siendo muy complicado y, por una buena razón, muy a menudo se confunden con una "simple" depresión durante la consulta médica. Esto puede explicarse por el mayor número de episodios depresivos o por la dificultad de identificar los trastornos maníacos, pero sobre todo hipomaníacos, por parte del médico y del paciente. 

Además, las fluctuaciones repentinas del estado de ánimo también son síntomas de otras patologías. Pueden producirse, por ejemplo, en tumores cerebrales, trastornos tiroideos o como consecuencia de medicamentos como los corticosteroides y las anfetaminas.

Desde el primer episodio hasta el diagnóstico y el tratamiento pasan una media de 10 años. Sin tratamiento, los episodios se suceden más rápidamente y con mayor intensidad.

Tratamientos

Los tratamientos farmacológicos: 

Para el tratamiento de esta compleja patología, se pueden utilizar varias clases de medicamentos, a menudo a largo plazo o incluso de por vida.

Los timorreguladores (reguladores del estado de ánimo) :

El más utilizado es la sal de litio (PLENURⓇ). Tratamiento de primera línea en caso de episodios maníacos y prevención de recaídas, tiene la ventaja de no tener efecto en sujetos sanos.

Sin embargo, requiere una atención especial. En efecto, hay que realizar una litemia (dosificación del nivel de litio en la sangre) regularmente (cada 5 días al principio del tratamiento y luego la frecuencia disminuye). Esto es para evitar la sobredosis, que puede tener consecuencias graves, pero también para mantener una concentración mínima efectiva (Cmin). La dosis debe ser individualizada para cada paciente según las concentraciones y la respuesta clínica observada. 

También hay que prestar atención a cualquier pérdida de agua (sudor o sustancias diuréticas como el café, el té o ciertos medicamentos) o de sal que aumenta la litemia. Además, el consumo de alcohol aumenta la somnolencia y las fluctuaciones de los niveles de litio.

Los signos más comunes de sobredosis son (pero no se limitan a): somnolencia, mareos, convulsiones, coma...

Este fármaco también está contraindicado en mujeres embarazadas ya que atraviesa la barrera feto-placentaria y tiene efectos teratogénicos (puede producir malformaciones en el feto).

Los antiepilépticos en los que encontramos principalmente el Valproato Sódico y sus derivados (DEPAKINEⓇ), pero también otros como la Carbamazepina (TEGRETOLⓇ) y la Lamotrigina (LAMICTALⓇ). Los dos primeros regulan el estado de ánimo, mientras que el último se utiliza en la prevención de episodios depresivos. Sin embargo, deben tomarse precauciones con respecto al uso de valproato sódico, que tiene propiedades teratogénicas.

Los antridepresivos:

Se utilizan con precaución (sólo en casos de episodio depresivo mayor y riesgo de suicidio). Lo más frecuente es utilizar la familia de los ISR (inhibidores de la recaptación de serotonina). Estas moléculas son más activas y mejor toleradas que las otras familias de antidepresivos. Podemos mencionar Paroxetina, Fluoxetina, Citalopram, Escitalopram. Sin embargo, los antidepresivos tardan mucho en actuar (entre 3 y 4 semanas antes de los efectos). 

Además, los timorreguladores serán más eficaces en su ausencia.

Los neurolépticos:

Los neurolépticos atípicos también pueden utilizarse en esta enfermedad. Se prescriben en el tratamiento de los episodios maníacos sobre todo por su acción sedante.

Algunos ejemplos son: la Risperidona (RISPERDALⓇ), Quetiapina (QUENTIAXⓇ), Aripiprazol (ABILIFYⓇ)...

Los tratamientos no farmacológicos:

Los pacientes también pueden beneficiarse de tratamientos no farmacológicos: 

Las psicoterapias cognitivas y conductuales tienen poco efecto sobre los trastornos en sí, pero permiten al paciente trabajar sobre sí mismo.

La psicoeducación permite un mejor cumplimiento del tratamiento al explicar la enfermedad al paciente y a su familia.

Por último, la sismoterapia (terapia de electroshock) se utiliza para aliviar al paciente durante las fases maníacas o depresivas agudas. El principio consiste en desencadenar un ataque epiléptico pasando una corriente eléctrica entre las sienes (bajo anestesia general). A pesar de su mala imagen pública, tiene pocos efectos secundarios, aparte de los dolores de cabeza, la confusión, las náuseas y los breves problemas de memoria (que desaparecen en unos días o semanas).


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Y sobre todo, ¡cuidate!

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avatar Aurélien De Biagi

Autor: Aurélien De Biagi, Redactor de Salud, estudiante en farmacia

Aurélien es estudiante de 5º curso de farmacia en la Universidad de Lorena. Escribe artículos de salud para Carenity. Tiene especial interés en los campos de la neuropsiquiatría y el cardiovascular.

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