Depresión: ¿se debe a una disfunción cerebral?
Publicado el 17 jul. 2021 • Por Candice Salomé
La depresión es una patología frecuente. En España 2,4 millones de personas sufren depresión, el 5,2 % de la población. Esta enfermedad se caracteriza por una tristeza permanente, una pérdida de deseo y de placer, una alteración del apetito, del sueño y de la libido.
Pero, ¿qué ocurre en el cerebro de las personas afectadas por la depresión? ¿Se puede relacionar la depresión con un trastorno cerebral? ¿Cómo regular nuestra química cerebral?
¡Te lo contamos todo en nuestro artículo!
La depresión puede considerarse como una crisis generalizada que afecta a varios registros: las emociones, los pensamientos y los comportamientos; durante la cual ciertas funciones cerebrales se alteran, provocando trastornos.
Los mecanismos de placer y de adaptación son los más afectados. Se hace difícil estar activo y moverse. Es difícil pensar positivamente en uno mismo y en los demás. El sentimiento de culpa surge por no ser capaz de hacer frente a todas estas nuevas emociones.
Las causas psicológicas de la depresión siempre conducen a una alteración química que es responsable de estos diversos síntomas.
¿Cuál es la relación entre la depresión y el desequilibrio químico cerebral?
La depresión está causada por un desequilibrio en el sistema cerebral. La causa es el funcionamiento de ciertos neurotransmisores, que está desequilibrado. Los neurotransmisores son moléculas que permiten el paso de información de una neurona a otra.
En el caso de la depresión, los neurotransmisores que experimentan una disfunción son los siguientes:
- La serotonina, cuya función es equilibrar el sueño, el estado de ánimo y el apetito,
- La norepinefrina, cuya función es gestionar la atención y el sueño,
- La dopamina, que se utiliza para regular el estado de ánimo y la motivación,
- Y, por último, el Gaba, cuya función es promover la relajación.
En general, cuando estos neurotransmisores están bien regulados, todo va bien. Sin embargo, si se produce un pequeño desequilibrio, ya sea cuando los neurotransmisores están presentes en cantidades demasiado pequeñas o demasiado grandes, todo va mal y aparecen los síntomas de la depresión.
Este fenómeno puede tener diferentes consecuencias. Por un lado, se observa una ralentización del cerebro y surgen síntomas como una disminución de la energía, problemas de atención y concentración e incapacidad para tomar decisiones.
Por otro lado, la actividad de una parte del cerebro se dispara y esto provoca insomnio, aumento de la ansiedad, rumiación y la activación de una cadena de pensamientos negativos.
¿Pueden las hormonas desempeñar un papel en la depresión?
Otro factor interno podría desencadenar la depresión: un desequilibrio hormonal. Este desequilibrio también afecta a la depresión posparto.
De hecho, un nivel insuficiente de oxitocina, una hormona segregada por la hipófisis y liberada durante la lactancia, puede explicar la depresión posparto.
Además, cuando el cortisol está desregulado, los niveles de glucocorticoides aumentan, desequilibrando y bloqueando los neurotransmisores situados en el hipocampo (una estructura cerebral que desempeña un papel fundamental en el aprendizaje y la memoria). Cuando se produce este fenómeno, aparecen los trastornos del estado de ánimo.
Lo mismo ocurre cuando la glándula tiroides funciona mal. Las hormonas tiroideas intervienen en la mayoría de las funciones de nuestro organismo. Cuando no produce lo suficiente, se denomina hipotiroidismo. El resultado es una ralentización general del organismo, una gran fatiga y, regularmente, un aumento de peso.
¿Cómo regular la química del cerebro?
Los antidepresivos
Los antidepresivos, como su nombre indica, tratan la depresión. Actúan en el cerebro alterando los mensajes químicos de las neuronas y alivian los síntomas de la depresión.
Los antidepresivos deben tomarse de forma continua durante 3 a 6 meses o más para que sean eficaces. Estos tratamientos pueden mejorar el estado de ánimo y aliviar y estabilizar los síntomas de la depresión. Sin embargo, los beneficios no son inmediatos. Los pacientes suelen sentir una mejora después de 3 o 4 semanas de tratamiento continuo.
Los antidepresivos no son físicamente adictivos. Sin embargo, la interrupción brusca de los mismos expone al paciente a importantes efectos secundarios como insomnio, ansiedad, irritabilidad, etc.
Por lo tanto, la interrupción del tratamiento debe hacerse gradualmente y ser planificada por un médico.
Existen una veintena de moléculas antidepresivas. Estas moléculas tienen todas la misma eficacia, pero algunas actúan sobre la ansiedad y otras sobre la fatiga. Por ello, el médico puede decidir, al cabo de unas semanas, modificar el tratamiento.
Las diferentes clases de antidepresivos son las siguientes:
- Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS): se recetan para la depresión leve o moderada,
- Los inhibidores de la recaptación de serotonina y norepinefrina (IRSN): su función es aumentar la concentración de serotonina y norepinefrina en determinadas zonas del cerebro,
- Los antidepresivos tricíclicos (o imipramínicos) ayudan a corregir y elevar el estado de ánimo deprimido hasta alcanzar de nuevo un estado normal. Son adecuados para la depresión severa.
- Los inhibidores de la monoaminooxidasa o IMAO: se recetan cuando la depresión es resistente a otros tratamientos.
Es fundamental combinar los tratamientos farmacológicos con el seguimiento psicológico para prevenir las recaídas de la depresión eliminando la causa.
La alimentación
En efecto, la serotonina se produce a partir del triptófano. El triptófano es un aminoácido, es decir, un constituyente de las proteínas, que no puede ser fabricado por el organismo y que debe ser aportado cada día por la alimentación.
Los alimentos ricos en triptófano son: huevos, productos lácteos, pescado, carne, arroz integral, legumbres y plátanos. Por lo tanto, es importante consumirlo regularmente.
El magnesio también interviene en la producción de serotonina. Se encuentra en el chocolate negro, las almendras, los plátanos y las espinacas.
La actividad física
La actividad física permite estar menos ansioso y menos deprimido. Esto se debe a los fenómenos químicos y las sustancias que se liberan en el cerebro después de una sesión deportiva.
Durante una sesión deportiva, nuestro cerebro segrega adrenalina, dopamina, noradrenalina y cortisol, lo que provoca una estimulación general y una sensación de euforia instantánea.
Para ver los beneficios, es necesario realizar al menos una hora de actividad física a la semana.
1 comentario
También te gustará
Un libro polémico revive el debate sobre los antidepresivos en Francia
19 sept. 2018 • 10 comentarios
Un cómic explica porqué es tan dificil luchar contra la depresión y la ansiedad
16 feb. 2018 • 23 comentarios