Las mil caras de la esclerosis múltiple
Publicado el 31 ene. 2017
María José García, de 49 años, un día empezó a perder visión en un ojo. En 24 horas, no veía nada. Fue el primer síntoma de una enfermedad que por ahora no ha cambiado su forma de vida, pero cuyo avance suele ser progresivo. A su lado, Jesús Cano, de 39, cuenta que ha tenido que cerrar su empresa, con seis empleados, porque ya no se encontraba con fuerzas. «Me afecta ya al habla, y había clientes que pensaban que estaba bebido», relata. Carlos Ramajo, de 49 años, cree que antes de ser diagnosticado, él ya pensaba que podía pasarle algo. «Hace muchos años me monté en un barco, todo el mundo decía que no se movía, pero en mi cabeza algo pasaba», explica. Mercedes Bermejo, de 54, sufrió enormemente el no poder trabajar por el cansancio. «Me deprimí mucho». Todos ellos lidian, cada cual en distinta escala, con los síntomas de la esclerosis múltiple, una enfermedad autoinmune y neurodegenerativa. Su causa es desconocida, aunque se sabe que se genera por el daño a la mielina, un material graso que aísla los nervios. Al desgastarse, se produce una alteración de la capacidad de éstos para conducir los impulsos eléctricos desde y hacia el cerebro.
Estas cuatro personas forman parte de la asociación Emex, que cuenta con sede en Cáceres, en Mérida y en Don Benito. Todos ellos viven aquí, y tienen ganas de contar su caso para aportar un poco de luz sobre lo que les pasa.
«Tanto afectados como familiares tenemos que aprender a vivir con esto»
La vida da un vuelco cuando el neurólogo diagnostica una esclerosis múltiple. La inmovilidad y la silla de ruedas son dos ideas que parecen asociadas a esta enfermedad. Se da por hecho, pero no es una certeza. En España hay 47.000 personas afectadas por este mal que se suele diagnosticar entre los 20 y 40 años.
«Vas dejando de hacer cosas, yo dejé el fútbol, el kárate, y hace dos años tuve que cerrar mi empresa»«Para las personas con esclerosis el día termina a las doce del mediodía, estamos cansados»
«Esta enfermedad es una mierda, una putada», describe gráficamente Jesús. «El enemigo lo llevamos dentro, reforzar nuestro sistema inmunológico es darle más poder para que pueda destruir nuestro organismo». A él se lo detectaron muy joven, y actualmente forma parte de un estudio clínico en Sevilla.
«Lo que peor llevamos todos es la incertidumbre, no saber cómo va a evolucionar, qué te va a pasar, no puedes saber cómo va a funcionar tu sistema inmune», describe María Jesús, que recuperó la visión en dos meses tras su único brote, aunque no la ha recuperado al 100%. Ella sigue trabajando como enfermera en la residencia asistida. «Es una enfermedad con mil caras», describe. Un brote puede ser desde un mareo hasta una parálisis, «en cada caso es diferente». Diferente en síntomas, en evolución y hasta en su cara medicación.
«Vas dejando cosas, dejas de jugar al fútbol, hacía kárate, lo tuve que dejar hace cuatro años y hace dos años me dieron la incapacidad permanente, tuve que dejarlo todo», explica Jesús. «Yo estoy muy cansado». El cansancio es el síntoma más común. «Para muchos de nosotros el día termina a las 12 del mediodía». Tampoco duermen bien.
Hace cuatro años Mercedes sufrió ese vuelco que nunca le hubiera gustado experimentar. «Sentía el brazo húmedo y dormido, me pusieron un tratamiento, me fui a trabajar a la hostelería en Mallorca y pasé un verano fatal». Una resonancia reveló que tenía 12 lesiones en la médula, y tras la punción lumbar llegó el diagnóstico.
El miedo más recurrente es a empeorar. El hoy cobra un valor fabuloso para todas estas personas. Carlos Ramajo tiene problemas de memoria. Este maestro de Inglés cree que de pequeño tuvo una enfermedad mal curada que puede estar en el origen de la esclerosis. «Pero no se sabe».
¿Son positivos a pesar de todo? Intentan disfrutar de los buenos momentos, y el hecho de formar parte de la asociación les anima, porque comparten situaciones comunes, hacen catarsis. «A mí me ha ayudado mucho, porque me hundí en un hoyo cuando me enteré», dice Mercedes.
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