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"Me estaba volviendo loco": testimonio sobre la terapia de conversión

Publicado el 11 jul. 2018

Peter Price tenía 18 años cuando se sometió a una terapia de conversión, que se suponía que terminaría con su homosexualidad. Si los tres días de tratamiento intensivo no cambiaron su orientación sexual, todavía tiene algunas secuelas.

tristeza

Mientras que el gobierno británico anunció esta semana un plan de 4,5 millones de euros para "mejorar las vidas de las personas LGBT" (lesbiana, gay, bi, trans), este presentador de radio, con sede en Liverpool (norte de Inglaterra), de 72 años, está indignado porque ningún texto prohíbe esta práctica en el Reino Unido. Después de mucho tiempo negándose a evocar este episodio traumático, ahora acepta revivir su experiencia, con la esperanza de que ningún otro homosexual tenga que someterse a esta "tortura".

En ese momento, Peter Price había aceptado ir al Hospital Diva, un centro psiquiátrico en Chester, para poner fin a las ansiedades de su madre. "Estaba desesperada cuando le dije que era homosexual", dijo a la AFP. Fue en 1964, y la homosexualidad todavía era un crimen.

"Fuimos a ver a un médico, quien nos dijo que había una cura". Esta consistía en seguir un tratamiento durante cinco días, una "terapia de aversión", que expone al paciente a la estimulación sexual asociada con una experiencia desagradable. En una habitación sin ventanas, el mismo ritual se impone una hora tras otra: escuchar la historia de actos sexuales en una cinta de cassette, ver fotos de hombres en trajes de baño, mientras te ponen inyecciones regulares que causan la diarrea y vómitos. "Estaba acostado en mis excrementos, era horrible", recuerda. "La idea es provocar una sensación de repulsión cuando piensas en otro hombre".

Después de tres días sin interrupción, intenta abandonar el hospital. "Me estaba volviendo loco, no estaba interesado en ningún tratamiento, solo quería salir de allí". A pesar de la insistencia del psiquiatra que supervisaba las operaciones, logró escapar en la etapa final de la terapia, la colocación de electrodos que administran una descarga eléctrica con cada manifestación de excitación. "Después de eso, decidí cambiar mi vida y asumir quién soy", dice.

Sin embargo, nunca le contará a su madre sobre su experiencia. Será necesario el caso mediatizado de varios soldados expulsados ​​del ejército británico debido a su homosexualidad, cuyos derechos fueron restaurados por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en 1999, para que el tema de la terapia de conversión sea evocado en el debate público en el Reino Unido y que Peter Price encuentre el coraje para revisar su historia personal.

Cincuenta años de retraso

"Tuvo un impacto en mi estado de ánimo que no puedo explicar bien", dice el septuagenario. "Tuve una vida ocupada, una buena carrera, pero también terribles episodios de depresión, pensamientos muy oscuros a causa de eso". El plan del gobierno es terminar con las terapias de conversión, que la primera ministra Theresa May llamó "práctica abyecta". 

"Van con cincuenta años de retraso", se enfurece Peter Price. "Me recuperé porque soy una persona fuerte, pero ¿cuántas personas han sufrido en silencio, cuántos no se han recuperado?". Según un estudio realizado en 2017 por la Oficina de Igualdad del Gobierno, 108,000 personas se definen a sí mismas como homo, bi o transexuales, al 7% de la población LGBT se le ofreció terapia de conversión, y el 2% han pasado por ella. Estas terapias se llevan a cabo en la mayoría de los casos (51%) por grupos religiosos, y en menor medida por profesionales de la salud o un miembro de la familia (respectivamente 19% y 16% de los casos).

Aunque que la Pride Parade, manifestación del orgullo LGBT, se celebró en Londres el sábado 07 de Julio, Peter Price no cede al optimismo. "La homofobia todavía existe en Inglaterra, todavía hay personas, grupos religiosos que odian a los homosexuales", dice. "¿Cuántos no pueden salir por miedo a las consecuencias?".

4 comentarios


Careni • Miembro Embajador
el 16/7/18

Que terrible vivencia .  


Carlos60
el 6/8/18

Animo. Gracias por información.


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Usuario desinscrito
el 20/8/18

No sé deberia discriminar a nadie por ser distinto.


kaukunen
el 27/8/18

La grandeza del ser humano es que todos somos únicos y en consecuencia distintos.Ser distinto no significa ser mejor o peor, sencillamente único e inimitable. A estas alturas ser homosexual o heterosexual no debería tener más trascendencia como ser creyente o ateo. ¿O es que los ateos tambien deberiamos hacer terapia?

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