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Salud mental en el trabajo: detectar las señales y protegerse antes de que sea demasiado tarde

Publicado el 10 oct. 2025 • Por Candice Salomé

¿Te sientes a menudo agotado al final del día, te cuesta concentrarte o notas una disminución de la motivación en el trabajo? ¿Tienes a veces la impresión de que el estrés en el trabajo se vuelve inmanejable, pero no sabes cómo reaccionar? Estas situaciones son más frecuentes de lo que pensamos y pueden tener un impacto duradero en tu salud mental y tu equilibrio personal.

En este artículo, te ayudamos a identificar las señales de alerta, comprender sus causas y descubrir soluciones concretas para protegerte y recuperar un bienestar duradero en el trabajo.

Salud mental en el trabajo: detectar las señales y protegerse antes de que sea demasiado tarde

¿Por qué la salud mental en el trabajo es un tema tan importante?

Las cifras hablan por sí solas. Casi uno de cada tres empleados afirma sentir estrés de forma habitual, y los casos de agotamiento laboral siguen aumentando. Las bajas por enfermedad relacionadas con trastornos psicológicos representan una parte importante de las ausencias, lo que repercute directamente en la productividad y la dinámica del equipo. Por lo tanto, la calidad de vida en el trabajo se convierte en un reto estratégico. Los riesgos psicosociales, cuando no se tienen en cuenta, pueden crear un círculo vicioso: el malestar provoca una disminución del rendimiento, lo que aumenta el estrés y refuerza el agotamiento.

Por ejemplo, una empleada a cargo de un proyecto complejo puede sentir una presión constante sin poder hablar de ello, lo que acaba generando trastornos del sueño y un progresivo desinterés. Promover el bienestar en el trabajo no es solo una cuestión humana: es una inversión en la salud general de los empleados y en el rendimiento colectivo.

¿Cuáles son las señales de alerta de una salud mental debilitada en el trabajo

Signos físicos

El cansancio persistente, los trastornos del sueño, los dolores de cabeza frecuentes o las tensiones musculares son señales de alerta importantes. Un empleado que se siente constantemente agotado o que empieza a enfermarse con más frecuencia puede estar sufriendo estrés crónico o los primeros síntomas de un agotamiento laboral. Ni siquiera deben ignorarse pequeños síntomas físicos, como un dolor de espalda recurrente relacionado con la tensión.

Signos emocionales

Las emociones negativas, cuando se vuelven duraderas, también son reveladoras. La irritabilidad, la ansiedad, la pérdida de motivación o una tristeza persistente pueden afectar a la vida profesional y personal. Por ejemplo, un directivo que suele ser entusiasta puede mostrarse de repente impaciente con sus compañeros o evitar las interacciones, lo que indica que algo no va bien.

Señales cognitivas y conductuales

Las dificultades para concentrarse, el aislamiento o la disminución del rendimiento son señales más sutiles, pero esenciales de detectar. Un empleado que solía cumplir con sus plazos puede empezar a olvidar tareas importantes o a evitar reuniones. Detectar estos cambios de comportamiento permite intervenir antes de que la situación se vuelva crítica.

¿Cuáles son las causas principales?

Hay varios factores que pueden debilitar la salud mental en el trabajo. Una carga mental excesiva, combinada con objetivos a veces poco realistas, puede generar un estrés constante. La falta de reconocimiento y la sensación de que los esfuerzos no se valoran aumentan la ansiedad en el trabajo. Un mal equilibrio entre la vida profesional y la personal, acentuado por el teletrabajo y el aislamiento, también debilita la salud mental. Por último, el acoso moral o los conflictos no resueltos representan factores de riesgo importantes.

Por ejemplo, un empleado que compagina varios proyectos urgentes con el cuidado de los niños en casa puede acumular rápidamente fatiga y frustración, incluso con un temperamento resistente.

¿Cómo proteger la salud mental en el trabajo?

Prevención individual

Para preservar la salud mental es necesario practicar hábitos regularmente. La gestión del estrés puede realizarse mediante la respiración, la meditación, el deporte o cualquier actividad que favorezca la relajación. Cuidar la higiene de vida, respetar el sueño y la alimentación refuerza la resiliencia. Saber poner límites, decir "no" cuando la carga se vuelve demasiado pesada u organizar las prioridades son gestos concretos que permiten limitar el agotamiento.

Por ejemplo, un empleado puede decidir no consultar su correo electrónico profesional después de las 19:00 h o reservar 30 minutos cada mañana para meditar y prepararse para el día.

Prevención colectiva (papel de la empresa)

Las empresas desempeñan un papel clave en la protección de la salud mental. Implantar políticas de bienestar, garantizar el derecho a la desconexión y sensibilizar a los directivos sobre los riesgos psicosociales son medidas eficaces. Un entorno profesional favorable favorece el rendimiento y limita los casos de agotamiento y ansiedad. Ofrecer formación sobre gestión del estrés o talleres sobre comunicación respetuosa puede marcar una gran diferencia para todos los equipos.

¿Qué hacer si el trabajo ya está afectando a tu salud mental?

Es fundamental no esperar a que la situación empeore. Acudir al médico o al psicólogo permite recibir el apoyo adecuado e identificar las causas específicas del malestar. Hablar con su superior, con el departamento de recursos humanos o con los representantes del personal abre la puerta a soluciones concretas, como una reorganización del puesto, un seguimiento periódico o un apoyo profesional específico. Estas medidas permiten recuperar el equilibrio y evitar que las dificultades afecten de forma duradera a la vida profesional y personal.

Por ejemplo, un empleado en situación de angustia puede solicitar temporalmente una reorganización de sus tareas o un trabajo parcialmente a distancia para reducir el estrés.

¡Retén esto!

Detectar a tiempo las señales de angustia es el primer paso para evitar el agotamiento laboral y proteger la salud mental en el trabajo. Mantener un equilibrio entre la vida profesional y personal, adoptar estrategias de prevención y no dudar en pedir ayuda son medidas que contribuyen a un bienestar duradero. Cuidarse a uno mismo no es un signo de debilidad, sino una inversión en la salud y la carrera profesional.

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