¡La toxina botulínica (Botox) también puede utilizarse para tratar ciertas patologías crónicas!
Publicado el 27 ene. 2022 • Por Candice Salomé
Ampliamente conocida por su uso cosmético, la toxina botulínica (Botox) es una neurotoxina purificada derivada de la bacteria Clostridium botulinum que actúa paralizando la inervación muscular. Pero sus propiedades también se utilizan para aliviar los síntomas de ciertas enfermedades.
¿Cómo funciona el Botox? ¿Para qué enfermedades se puede utilizar? ¿Qué dice la investigación?
¡Te lo contamos todo en nuestro artículo!
Todos sabemos que el Botox se utiliza para tratar las arrugas, pero también se utiliza para tratar ciertas patologías. Al bloquear la transmisión neuromuscular, la toxina botulínica pone el músculo en reposo y permite aliviar o incluso detener un gran número de síntomas incapacitantes.
¿Qué es el Botox y cómo funciona?
Botox es el nombre comercial de la toxina botulínica. Es producida naturalmente por la bacteria Clostridium botulinum y tiene la propiedad de inhibir la transmisión nerviosa de los músculos impidiendo su contracción.
En efecto, las arrugas de expresión (también llamadas "arrugas dinámicas") se forman por la acción repetida de ciertos músculos: las "patas de gallo" en el rabillo de los ojos o las "arrugas del entrecejo".
La toxina botulínica neutralizará entonces la acción de los músculos responsables de la formación de las arrugas. De este modo, la piel deja de estar sometida a las limitaciones mecánicas que normalmente producen las contracciones musculares.
Fue a principios de los años 50 cuando el estadounidense Vernon Brooks descubrió las virtudes de la toxina botulínica sobre las contracciones musculares involuntarias. Sin embargo, no fue hasta 1980 cuando un oftalmólogo estadounidense la utilizó por primera vez en humanos para tratar el estrabismo.
Desde entonces, las indicaciones terapéuticas del Botox no han dejado de multiplicarse. Además de la medicina estética, esta molécula también se utiliza en urología para tratar la incontinencia y en dermatología para combatir la sudoración excesiva.
¿Qué enfermedades se pueden tratar con Botox?
La hipersudoración
Las inyecciones de toxina botulínica para el tratamiento de la hipersudoración sólo se consideran como último recurso. Las realiza un dermatólogo.
Tras unas pruebas específicas que ponen de manifiesto las zonas afectadas por la hipersudoración, el dermatólogo inyecta toxina botulínica en varios puntos. Esto permitirá detener la producción de sudor al interrumpir la señal transmitida a las glándulas sudoríparas por el cerebro.
Por lo general, las inyecciones son eficaces durante un periodo de 3 a 6 meses. Se deben programar más sesiones cada 6 meses. Las inyecciones deben espaciarse al menos 3 meses.
La incontinencia urinaria
La incontinencia urinaria es una patología frecuente. La vejiga hiperactiva es la contracción involuntaria de la vejiga, que provoca una necesidad urgente e irreprimible de ir al baño. Estos impulsos suelen provocar pérdidas involuntarias de orina.
Las inyecciones de toxina botulínica las realiza un urólogo directamente en la vejiga. Debido a su efecto paralizante, los músculos de la vejiga pueden relajarse.
Así, la vejiga puede retener una mayor cantidad de orina y se reducen las contracciones involuntarias del músculo de la vejiga.
La toxina botulínica también actúa sobre los nervios sensoriales, reduciendo la sensación de urgencia.
Los resultados obtenidos con la toxina botulínica pueden reducir o incluso eliminar la incontinencia urinaria.
Sin embargo, las inyecciones de Botox son reabsorbibles. Se requiere una nueva inyección cada 6 a 9 meses.
El dolor neuropático
Las inyecciones de toxina botulínica también pueden ser eficaces para reducir el dolor neuropático, según los resultados de un estudio publicado en la revista médica The Lancet.
El dolor neuropático suele estar relacionado con daños en los nervios tras, por ejemplo, una intervención quirúrgica, un traumatismo o debido a una enfermedad neurológica.
Los investigadores realizaron un estudio en tres centros en el que compararon el efecto sobre el dolor neuropático de dos inyecciones subcutáneas: un placebo y la toxina botulínica.
Las inyecciones se realizaron a intervalos de 3 meses en pacientes que seguían su tratamiento habitual al mismo tiempo.
Tras 24 semanas de seguimiento, los investigadores evaluaron el dolor de los pacientes en una escala numérica de 0 a 10. De media, el dolor de los pacientes que recibieron las inyecciones de toxina botulínica se redujo de 6,5 a 4,6, frente a los 6,4 y 5,8 de los pacientes que recibieron el placebo.
Además, los pacientes que respondieron significativamente a la primera inyección se sintieron más aliviados tras la segunda.
Así pues, los resultados de este ensayo clínico aportan una esperanza real a las personas que sufren dolor neuropático. De hecho, las inyecciones repetidas de toxina botulínica parecen ser eficaces para combatir este dolor, que a menudo sólo se alivia parcialmente con los tratamientos convencionales.
El bruxismo
El bótox también es una solución para el bruxismo, una afección muy común. El bruxismo es el hecho de apretar involuntariamente la mandíbula, lo que provoca dolor. La toxina botulínica se utiliza para tratar este dolor.
Las dosis de las inyecciones se adaptan a cada paciente. El otorrinolaringólogo realiza 3 inyecciones en cada lado de la cara. Utiliza la electromiografía para inyectar el Botox en el músculo correcto. La toxina botulínica hace efecto unos días después de las inyecciones, con un efecto máximo obtenido en 2 o unas semanas.
En la mayoría de los casos, las inyecciones deben repetirse aproximadamente cada 4 o 6 meses.
Las migrañas
Cuando la moda del Botox para tratar las arrugas despegó a finales de la década de los 90, los médicos estéticos se enteraron de que sus pacientes se veían menos afectadas por las migrañas después de las inyecciones.
Los investigadores empezaron a interesarse rápidamente por la actividad analgésica de la toxina botulínica.
Desde 2008, el Hospital Universitario de Limoges utiliza la toxina botulínica para ayudar a los pacientes afectados por migrañas y resistentes a los tratamientos existentes. Cuando se inyecta bajo la piel (por encima de las cejas, las sienes y las cervicales), el Botox relaja gradualmente los músculos, proporcionando así alivio a la migraña.
A pesar de que los estudios sobre su eficacia siguen divididos, la Agencia Española del Medicamento y de Productos Sanitarios (AEMPS) autorizó en 2012 la comercialización del Botox para el tratamiento de la migraña crónica.
Para salir de dudas sobre esta posible eficacia, los investigadores del Hospital Universitario de Amiens-Picardía revisaron 17 estudios sobre el tema.
En estos 17 estudios participaron 3646 pacientes (86% mujeres y 43% hombres). Estos pacientes tenían migrañas crónicas (más de 15 crisis al mes).
Los pacientes recibieron inyecciones de toxina botulínica en los músculos de la cabeza y el cuello o inyecciones de placebo. Se administraron de 15 a 20 inyecciones una vez al trimestre.
Tras 3 meses de tratamiento, los resultados de estos estudios muestran que:
- Las crisis se redujeron en un 60% en las personas que recibieron inyecciones de toxina botulínica (frente a las que recibieron placebo),
- Los efectos secundarios esperados siguen siendo bajos (visión doble, dolor de cuello, debilidad muscular...),
- Los pacientes experimentaron una mejora de su calidad de vida gracias a la reducción del dolor, la ansiedad y los síntomas depresivos.
Es probable que los resultados de estos ensayos clínicos refuercen el uso de la toxina botulínica como opción de tratamiento para los pacientes con migrañas crónicas.
Fuentes:
Botox : nouveau remède contre l’incontinence par impériosité, Hartmann
Hypersudation (transpiration excessive) : quel traitement ?, Ameli
Soulager les douleurs neuropathiques grâce au Botox, INSERM
Soigner grâce à la toxine botulique, Allo Docteurs
BOTOX 50 - 100 - 200 mg (toxine botulinique type A) (migraine chronique), HAS
Migraine chronique : moins de crises grâce à la toxine botulique, Migraine.fr