Manos y pies grandes, 2 síntomas de la acromegalia
Publicado el 5 sept. 2016
La enfermedad puede surgir en las personas mayores de 18 años, o en edades menores. Aún no están claras las causas, pero un tratamiento oportuno mejora su calidad de vida.
De usar zapatos talla 37 pasó a usar unos de talla 41. Encontrar un calzado para María de Lourdes Jurado se convirtió en una tarea complicada desde hace más de 7 años, cuando empezó a notar que tanto sus manos, como sus pies empezaron a crecer.
La etapa de desarrollo corporal había frenado en su adolescencia, pero ya en la adultez, luego de tener a su quinta hija, su cuerpo continuó en crecimiento.
María de Lourdes recuerda que en aquel entonces se sentía rara. Sus párpados empezaron a caerse, sus pómulos se ensancharon, al igual que sus hombros. De repente los anillos talla 6 que usaba no le quedaban y no resistió seguir así. “Me hicieron algunos exámenes. Uno de ellos fue para saber si tenía algo en los riñones, pero me salía que tenía una leve infección. Como no me decían exactamente qué tenía, regresaba a mi casa sin ilusiones hasta que un día le lloré a la doctora y le dije que no soportaba lo que me estaba pasando porque la gente me miraba y se burlaba”.
La enfermedad que tenía era acromegalia, producto de un tumor en la glándula hipófisis, la cual está localizada en la base del cráneo. El tamaño de la hipófisis es similar al de una aceituna, pero su importancia no es así de mínima porque controla la actividad de otras glándulas y regula las funciones del cuerpo, como el crecimiento.
El endocrinólogo Carlos Solís explica que aún se desconocen las razones por las cuales algunas personas desarrollan el tumor llamado hipofisario, descarta que se trate de un factor hereditario.
Solís manifiesta que cuando el caso se confirma, existen 2 opciones. “Si el tumor se presenta antes de los 18 años, los cartílagos de crecimiento todavía tienen espacio y al haber estímulo de la hormona por el tumor hay expansión, hay un crecimiento muy marcado que genera que esa persona salga de los percentiles normales de crecimiento y se denomina gigantismo”.
Pero eso no ocurrió con María de Lourdes, pues la acromegalia llega con un tumor a partir de los 18 años. “Sucede que como ya están cerrados los cartílagos la acción de la hormona del crecimiento se ejerce en los lugares en que puede generar escape: en manos, pies, zonas del rostro como la mandíbula, encima de las cejas. De manera general, los rasgos se ponen toscos”, dice Solís.
También hay una separación de los dientes, que es muy característico por el crecimiento de la mandíbula y no solo se ven cambios externos, porque el tener un tumor en el cerebro genera compresión y produce dolor de cabeza, alteraciones visuales y trastornos dentro del cuerpo porque crecen órganos como el corazón y el intestino.
“Los acromegálicos tienen más riesgo de presentar infarto, diabetes, hipertensión, pólipos en el colon que pueden malignizarse y presentarse como cáncer de colon y otras patologías”.
Una pausa a la enfermedad
María de Lourdes, a sus 37 años, ha controlado la enfermedad y por ende el crecimiento de su cuerpo y órganos. Se sometió a una cirugía a través de la nariz, llamada transesfenoidal, que trata de sacar la mayor parte del tumor. Según Solis, la operación no siempre es sinónimo de curación, pues el diagnóstico muchas veces es tardío.
“Se cree que existe un diagnóstico promedio de 10 a 15 años, desde que la enfermedad se inició, entonces el tumor va creciendo y el tratamiento en una primera etapa es la cirugía que trata de sacar todo el tumor. En la práctica no es posible y los cirujanos sacan lo que más pueden y lo que queda se trata a través de los fármacos”, señala el médico.
Solís trata a todos los pacientes con acromegalia que llegan al Hospital Universitario, ubicado al norte de Guayaquil. En esta casa salud funciona la Fundación de Apoyo a Enfermos con Trastornos Hipofisiarios (Faeth), liderada por Margarita Vásquez Amoroso. Ella también fue diagnosticada con acromegalia en 2008, cuando tenía 51 años. “Me crecieron las manos y al principio tenía la piel muy gruesa, pensé que por los años tenía que ponerme más cremita, pero era por la enfermedad”, sostiene entre risas.
La fundación difunde toda la información acerca de esta enfermedad. El 21 de junio fue declarado el Día de la concienciación de la acromegalia.
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El Telégrafo
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