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EPOC y altitud: ¿Cómo mantenerse seguro en las alturas?

Publicado el 21 nov. 2024 • Por Somya Pokharna

Vivir con EPOC significa que las actividades cotidianas, como subir escaleras o llevar la compra, pueden parecer batallas cuesta arriba, todo ello debido a la disnea persistente, la tos crónica y la energía limitada. Pero, ¿y si el propio entorno dificulta aún más las cosas? Si vives a gran altitud o te has planteado viajar a un destino con mucha altitud, es posible que ya estés familiarizado con lo difícil que puede ser respirar en zonas con menos oxígeno.

Pero, ¿qué significa vivir o viajar a grandes altitudes para una persona con EPOC? ¿Puede hacerse con seguridad? ¿Qué estrategias existen para gestionar estos retos añadidos?

¡Da el paso y descubre los detalles en este artículo!

EPOC y altitud: ¿Cómo mantenerse seguro en las alturas?

¿Cómo afecta la altitud a los pacientes con EPOC?

A medida que se asciende, la presión atmosférica disminuye, lo que significa que hay menos oxígeno disponible en cada respiración. A altitudes superiores a 2500 metros, esta reducción se hace aún más pronunciada, lo que puede provocar hipoxemia (bajo nivel de oxígeno en la sangre).

La hipoxemia puede tener efectos graves en los pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Dado que la EPOC ya deteriora la capacidad de los pulmones para transportar eficazmente oxígeno al torrente sanguíneo, cualquier reducción adicional de la disponibilidad de oxígeno puede empeorar significativamente la afección al provocar los siguientes efectos:

Mayor disnea y dificultad para respirar

En las personas con EPOC, la hipoxemia provoca un aumento de la disnea (falta de aire), tanto durante el esfuerzo físico como incluso en reposo. Los bajos niveles de oxígeno en la sangre dificultan que los músculos reciban el oxígeno que necesitan, lo que provoca episodios de disnea más intensos y prolongados.

Aumento de la hipertensión pulmonar

La hipoxemia hace que los vasos sanguíneos de los pulmones se estrechen en respuesta a los bajos niveles de oxígeno, lo que provoca un aumento de la presión en dichos vasos. Con el tiempo, esto puede provocar hipertensión pulmonar (presión arterial alta en los pulmones), que obliga al lado derecho del corazón a trabajar más para bombear sangre a través de estos vasos estrechados. Como consecuencia, el lado derecho del corazón puede agrandarse y debilitarse, lo que acaba provocando una insuficiencia cardiaca derecha o cor pulmonale. Esta afección puede causar síntomas como hinchazón de piernas, fatiga y empeoramiento de la disnea, especialmente durante exposiciones prolongadas a grandes altitudes.

Disminución de la capacidad de ejercicio

Uno de los primeros signos de hipoxemia en pacientes con EPOC es la disminución de la tolerancia al ejercicio. La actividad física requiere un mayor aporte de oxígeno, y cuando el nivel de oxígeno en sangre es bajo, los músculos no reciben suficiente oxígeno para funcionar con eficacia. Esto conduce a una reducción de la capacidad de ejercicio, caracterizada por un aumento de la fatiga y una reducción de la resistencia, como se observa en la disminución de la distancia recorrida en 6 minutos (PC6M) en estudios de pacientes con EPOC.

Deterioro cognitivo

La hipoxemia también puede afectar a la función cognitiva. El cerebro necesita un suministro constante de oxígeno y los niveles bajos de oxígeno crónicos pueden afectar a la concentración, la memoria y otros procesos cognitivos. En casos graves, la hipoxemia puede provocar confusión y reducir la agudeza mental, lo que puede afectar a la calidad de vida en general.

Mayor riesgo de reagudizaciones

Los niveles bajos de oxígeno pueden desencadenar exacerbaciones o reagudizaciones repentinas de síntomas como aumento de la tos, sibilancias y producción de esputo. La hipoxemia aumenta la respuesta inflamatoria, lo que puede empeorar la obstrucción de las vías respiratorias y provocar reagudizaciones más frecuentes y graves, que a veces conducen a la hospitalización.

Alteraciones del sueño e hipoxemia nocturna

La hipoxemia suele empeorar por la noche, dando lugar a la hipoxemia nocturna, que provoca una mala calidad del sueño. Los bajos niveles de oxígeno durante el sueño pueden desencadenar despertares frecuentes y contribuir al insomnio. Además, afecciones como la apnea del sueño pueden coexistir con la EPOC, agravando aún más los efectos de la hipoxemia durante el sueño.

Disfunción de órganos

La hipoxemia crónica puede afectar a otros órganos además de los pulmones. Los riñones y el hígado, que dependen de un suministro constante de sangre rica en oxígeno, también pueden debilitarse, lo que conduce a una función comprometida con el tiempo. El estrés oxidativo inducido por la hipoxia puede contribuir al daño tisular y, en casos graves, provocar complicaciones multiorgánicas.

Incremento del riesgo de mortalidad

Quizá lo más preocupante sea la relación entre la hipoxemia crónica y el aumento del riesgo de mortalidad. Los pacientes con niveles persistentemente bajos de oxígeno en sangre tienen un mayor riesgo de morir por complicaciones cardiovasculares, insuficiencia respiratoria o exacerbaciones. El tratamiento eficaz de la hipoxemia es fundamental para mejorar las tasas de supervivencia de los pacientes con EPOC.

¿Qué enfermedades relacionadas con la altitud hay que vigilar?

Las enfermedades relacionadas con la altitud son afecciones que se producen cuando el organismo lucha por adaptarse a los niveles reducidos de oxígeno a mayor altitud. Pueden afectar a cualquiera, pero son especialmente preocupantes para las personas con enfermedades respiratorias preexistentes, como la EPOC. Éstas son las enfermedades relacionadas con la altitud más comunes:

Mal agudo de montaña (MAM)

El mal agudo de montaña (MAM) es la enfermedad más común relacionada con la altitud y suele ocurrir cuando alguien asciende a una gran altitud demasiado rápido. Se caracteriza por síntomas como dolor de cabeza, náuseas, mareos, fatiga y trastornos del sueño. El MAM es más frecuente en altitudes superiores a 2.500 metros, pero puede producirse incluso a altitudes moderadas en personas sensibles a los cambios en los niveles de oxígeno.

Edema pulmonar de gran altitud (EPGA)

El edema pulmonar de gran altitud (EPGA) es una afección potencialmente mortal en la que se acumula líquido en los pulmones, lo que dificulta el intercambio de oxígeno. Suele producirse a altitudes superiores a 3.000 metros, pero se han dado casos de edema pulmonar de gran altitud a altitudes moderadas (por ejemplo, entre 2.200 y 2.600 metros). Los síntomas del EPGA incluyen dificultad respiratoria extrema, tos (a veces con esputo espumoso), opresión torácica y cianosis (tono azulado en los labios o las puntas de los dedos).

El edema pulmonar de reentrada a gran altitud (EPGA de reentrada) es otra afección única que afecta a individuos que se han adaptado a altitudes moderadas o elevadas, luego viajan al nivel del mar y regresan rápidamente.

Edema cerebral de gran altitud (ECGA)

El edema cerebral de gran altitud (ECGA) es una forma grave de mal de altura que consiste en la inflamación del cerebro debido a la pérdida de líquido. Es menos frecuente que el MAM o el EPGA, pero muy peligroso. Los síntomas son dolor de cabeza intenso, confusión, pérdida de coordinación e incluso alucinaciones. El descenso inmediato a una altitud inferior y la oxigenoterapia son fundamentales para tratar el ECGA.

10 consejos prácticos para pacientes con EPOC que planean visitar o vivir a gran altitud

Al considerar los retos de las grandes altitudes, los pacientes con EPOC deben tomar precauciones para mitigar los riesgos. A continuación detallamos algunos consejos que te ayudarán a gestionar tu salud de forma eficaz si tienes previsto vivir o viajar a zonas de gran altitud:

  1. Consulta a tu médico al menos dos meses antes de viajar o vivir en altitudes elevadas. Pueden recomendarte pruebas adicionales, como un test de simulación a la hipoxia en altura, para determinar si necesitas oxígeno suplementario durante la estancia.
  2. Planifica el oxígeno suplementario. Si ya lo utilizas a nivel del mar, es probable que necesites un flujo mayor a grandes altitudes. Asegúrate de llevar suministros adicionales u organiza el suministro de oxígeno en tu destino.
  3. Evita los ascensos rápidos a grandes altitudes. Si debes viajar a una zona de gran altitud, tómate tu tiempo para descansar y aclimatarte gradualmente permaneciendo unos días a una altitud intermedia. Si es posible, evita volar o conducir directamente a grandes altitudes.
  4. Vigila muy de cerca síntomas como el empeoramiento de la dificultad para respirar, los mareos, la confusión o la hinchazón de las piernas. Podrían ser signos de mal de altura o hipertensión pulmonar y requerir atención médica inmediata.
  5. La actividad física a gran altitud puede ser más exigente, incluso para las personas sanas. Intenta evitar las actividades extenuantes hasta que se haya aclimatado completamente a la altitud. Es preferible realizar actividades ligeras para reducir el riesgo de desaturación de oxígeno.
  6. Las grandes altitudes pueden provocar deshidratación, lo que puede empeorar los síntomas. Asegúrate de beber mucha agua y evita el alcohol, que puede aumentar la deshidratación e interferir en la aclimatación. El alcohol y los sedantes también pueden deprimir el sistema respiratorio, lo que es peligroso a gran altitud, sobre todo para las personas con EPOC.
  7. Lleva un pulsioxímetro para controlar regularmente tus niveles de oxígeno. Si notas un descenso significativo en tu saturación de oxígeno, busca ayuda médica rápidamente.
  8. Lleva siempre contigo un teléfono móvil o un dispositivo vía satélite para ponerte en contacto con los servicios de emergencia en caso necesario. Poder ponerse en contacto con profesionales médicos con poca antelación puede suponer una diferencia significativa en caso de emergencia.
  9. Tu médico puede recetarte acetazolamida para ayudar a prevenir el mal agudo de montaña (MAM) u otras complicaciones relacionadas con la altitud. Este medicamento puede favorecer la aclimatación al acelerar el proceso de adaptación a los niveles reducidos de oxígeno.
  10. Si aparecen síntomas de hipoxia grave, MAM, EPGA o ECGA, descender a una altitud inferior puede ayudar a aliviar los síntomas rápidamente. Dispón de un plan de descenso rápido en caso de emergencia.
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Fuentes:
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Autor: Somya Pokharna, Redactora de salud

Somya es creadora de contenido en Carenity, especializada en la redacción de artículos relacionados con la salud. Cursa un máster en la escuela de negocios NEOMA. Fuera del trabajo, Somya disfruta cantando, cocinando... >> Saber más

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