El tratamiento de las enfermedades cardiovasculares requiere, desde el primer momento, la práctica regular de ejercicio físico o, mejor todavía, de una actividad deportiva. El ejercicio físico regular (mínimo 30 minutos al día) reduce la recidiva de infarto de miocardio y el riesgo de ictus, puesto que activa la circulación de la sangre por las arterias y, de este modo, ayuda al mantenimiento del endotelio (la parte interna de las arterias) y evita la obstrucción de las arterias.
Se anima asimismo al paciente a introducir pequeños cambios en su vida diaria, tales como utilizar más las escaleras en lugar del ascensor, ir a pie en lugar de coger el coche, etc.
Otros factores a vigilar: la alimentación y el colesterol.
Es esencial seguir una alimentación sana y equilibrada, es decir, baja en sal, azúcares y grasas, como también lo es controlar el colesterol. Por otra parte, es fundamental ayudar a los fumadores a dejar el tabaco. El tabaco tiene consecuencias desastrosas sobre el sistema cardiovascular. Por último, cabe señalar que el estrés es un elemento cuyo abordaje por parte de las empresas y organismos públicos es todavía insuficiente, a pesar de ser uno de los principales factores de riesgo.
El objetivo final es que el paciente se restablezca y pueda reinsertarse en la sociedad. En los casos más graves, la reinserción laboral no resulta fácil, especialmente cuando el paciente sufre dolores o disnea.
Última actualización: 13/2/18