¿Es el desayuno la comida más importante del día?

¿Cuándo nació el concepto de desayuno?

El concepto de desayuno, tal y como lo conocemos hoy, nació con el cambio de los hábitos alimentarios a principios del siglo XX, cuando los países occidentales estaban en plena revolución industrial.

Antes de este periodo, la gente también comía por la mañana para romper el ayuno nocturno, pero esto no estaba ritualizado. En efecto, los alimentos que ahora se asocian al desayuno no estaban muy extendidos. En esa época, las sobras del día anterior se comían al despertar. 

Al mismo tiempo, cada vez más gente dejaba el campo y las tierras para ir a la ciudad a ocupar puestos de trabajo sedentarios (en fábricas u oficinas) y los trabajadores empezaron a quejarse de indigestión. Su comida de la mañana era inadecuada.

A partir de entonces, el Dr. John H. Kellogg comienza a investigar sobre "la mejor forma de vida posible". Proporcionaba a las personas adineradas tratamientos que iban desde la hidroterapia hasta la luminoterapia, según los principios de salud de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Recetó a sus pacientes dietas basadas en alimentos suaves, bajos en grasa y en carne. En 1898, el Dr. John H. Kellogg creó los cornflakes, pétalos a base de harina de maíz, que creía que eran una forma de combatir la indigestión.

Su hermano, Will Keith Kellogg, vio un gran potencial comercial y decidió comercializar el cereal al público en general en 1907. Así nació el desayuno -apoyado en las tesis de nutricionistas como John H. Kellogg- y los cereales comenzaron a invadir el mercado.

¿Qué es un buen desayuno?

Muchas personas no se toman el tiempo de desayunar por la mañana. Sin embargo, es importante tomarse el tiempo necesario para sentarse a la mesa y concederse 20 minutos para comer como se haría para el almuerzo o la cena.

En efecto, esta primera comida proporcionará al cuerpo la energía necesaria para pasar una buena mañana.

Un desayuno equilibrado se compone de alimentos de temporada y puede estar compuesto por productos de diferentes categorías. Es posible variar los placeres de un día a otro. Puede estar compuesto por una bebida sin azúcar (café, té, rooibos, mate...), un alimento rico en proteínas (requesón, queso, yogur de soja, huevo...), una fruta de temporada (kiwi, albaricoque, plátano, naranja) y un producto que contenga hidratos de carbono (biscotes, pan de molde, baguette, copos de cereales, etc.) sobre el que se puede untar un poco de mantequilla, mermelada o margarina (rica en omega-3).

Si prefieres los cereales para esta primera comida del día, asegúrate de comprobar su composición, ya que a menudo contienen mucho azúcar y, por tanto, tienen un alto índice glucémico.

¿Cuáles son los beneficios del desayuno?

Proporciona la energía necesaria para la primera parte del día:

Tras un periodo de ayuno de 8 a 12 horas, el cuerpo necesita recuperar algo de energía para afrontar la primera parte del día y así tener fuerzas para aguantar hasta el almuerzo.

Favorece la memoria y la concentración:

Durante la noche, el nivel de glucosa en la sangre tiende a descender y algunos de nuestros órganos, como el cerebro (cuyo combustible es la glucosa), funcionan peor cuando nos despertamos. Un buen desayuno nos permite ser más productivos por la mañana.

El riesgo de deficiencias es menor:

El desayuno permite dar al su cuerpo todos los nutrientes esenciales que necesita para funcionar correctamente. Así, las personas que se saltan esta comida tendrán un mayor riesgo de sufrir deficiencias a largo plazo.

Evita el picoteo:

Las personas que no desayunan tienden a sentir hambre a media mañana. Como a menudo no están en casa, tienden a picar alimentos menos equilibrados, como bollería o galletas, con alto contenido en azúcar y grasa.

¿Qué dice la ciencia sobre el desayuno?

Como hemos visto antes, la creencia de que el desayuno es la comida más importante del día está muy arraigada en la sociedad occidental. Sin embargo, existen pocas pruebas científicas al respecto.

En general, las personas que desayunan tienden a ser más delgadas y saludables. Sin embargo, estas personas suelen llevar una dieta más equilibrada y hacer más ejercicio.

Dos estudios publicados en 2014 en una revista de referencia, la American Journal of Clinical Nutrition, han reavivado el debate sobre el valor real del desayuno.

Estos estudios cuestionan el hecho de que desayunar prevenga el sobrepeso. Los científicos subrayan la importancia de numerosos factores que no se tuvieron suficientemente en cuenta en estudios anteriores, como la actividad física o el nivel socioeconómico, de los que el desayuno es un marcador.

De hecho, desde los años 50, los productos de la industria alimentaria (como los cereales, a menudo ricos en azúcar) han pasado a formar parte de nuestra dieta.

Así, según el profesor Bernard Guy-Grand, en los cuadernos de la nutrición: "No somos obviamente hostiles al desayuno, que tiene ventajas para la mayoría de los consumidores de todas las edades, pero de ahí a convertirlo en una obligación ardiente para todos con la esperanza de luchar contra la obesidad..."

La única certeza, según él, es que el desayuno proporciona la energía necesaria para bien comenzar el día.

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