Cáncer de mama: "la mamografía nos puede salvar la vida"
Publicado el 16 nov. 2016
La mamografía nos puede salvar la vida. Esta declaración la escuchamos mucho, pero no siempre la tomamos en serio. En esta entrevista, descubrimos cómo para Angelines este hecho es su realidad y cómo a través de una increíble filosofía de vida y su escritura lucha contra el cáncer de seno.
1. Hola Angelines, ¿Podrías presentarte en unas cuantas líneas?
Me llamo Angelines, soy de una ciudad del sur de España ubicada en la Región de Murcia, que se llama Lorca y tengo cáncer de seno con metástasis ósea.
2. ¿Cuál fue tu reacción cuando te enteraste que tenías Cáncer de Seno?
De sorpresa y rabia. Mi caso se remonta a catorce años atrás, en una revisión anual de mama me detectan en la mama derecha un carcinoma lobulillar in situ, tras su extirpación y análisis descubren que no presenta malignidad pero es un cáncer. Realizaron una extensión de limpieza en la mama sin tener que hacer cirugía de corte de seno, luego llevé a cabo un tratamiento hormonal de tamoxifeno durante cinco años, pero no me dieron quimio ni radio.
En septiembre de 2014 tras sufrir dolores pélvicos me someto a una resonancia con contraste y detectan la metástasis ósea de arrastre de mama sin que exista tumor. Hoy he logrado superar el miedo y la rabia para reforzar mis ganas de vivir sobre todo después de haber pasado por una aplaxia medular, quedarme a cero de defensas y luchar para que ello no me arrebatase la vida. En un año he pasado por tres tipos de tratamiento, cada uno con sus repercusiones, pero con la certeza de que ellos me salvan y me dan vida
3. ¿Tienes familiares o amigos que también han sido afectados por esta condición?
Sí, tengo antecedentes familiares por parte de padre, tías, primas que han tenido y tienen cáncer de mama, matriz, colón…. Cada una en su grado, algunos familiares no han podido superarlo, otros seguimos luchando.
4. ¿Descubriste que tenías Cáncer de Seno gracias a una examinación? ¿Dónde llevaste a cabo el examen?
Como he comentado antes lo descubrieron en una exploración anual, suelo ser muy rigurosa en ello, quizás por eso he logrado escaparme de diagnósticos peores. Todos los años, a partir de mis 35 años, me he realizado mis mamografías acompañadas de densitometrías y pruebas analíticas.
5. ¿Cuál es el proceso de una mamografía? ¿Tienes algún consejo que dar?
La mamografía es una prueba incómoda pero no dolorosa. La incomodidad estriba en tener que colocar tu seno dentro de un espacio que ha de ser presionada por dos placas que lo oprimen, dura instantes de segundo, pero los resultados son satisfactorios ya que detecta cualquier cuerpo extraño que no tiene formas habituales y debe ponerse en tela de juicio. Es una de las pruebas que deberíamos hacernos a partir de una edad previa a la menopausia.
6. ¿Qué desafíos encontraste durante tu tratamiento?
Vencer el miedo, aceptar los diagnósticos, superar lo efectos adversos, y tener siempre presente que no cura solo el tratamiento, es necesario ayudar con tu fuerza mental y espiritual. A mí se me ha diagnosticado el cáncer y la metástasis pero también se me ha dado la oportunidad de vivir, reflexionar, comprender, aceptar y superar los desafíos.
7. ¿Crees que la mamografía, de alguna forma, salvó tu vida?
Sí. El ginecólogo especialista en patología mamaria que me lo detectó hace quince años me dijo que a través de la mamografía yo pude mostrarles que en mi seno había una lucecita de Dios y que la gran mayoría de las mujeres que andaban por la calle no tendrían esa suerte de detectarlo a tiempo. Yo fui y soy una afortunada.
8. Actualmente estás escribiendo un libro, ¿Qué te llevó a quererlo escribir? Y ¿de qué va?
Escribo habitualmente y tengo esbozada una novela que no sé cuándo terminaré, pero el libro al que me entrego ahora es un ensayo de mi visión personal frente a la enfermedad.
Tuve la mala suerte de vivir muy de cerca la enfermedad de mi madre, Alzheimer, durante cinco años. Murió un mes antes de darme mi diagnóstico de metástasis ósea, su muerte dejó la puerta abierta para darme cuenta de dónde realmente procedían mis dolores.
Los tres primeros meses de tratamiento fueron muy duros y como he explicado mi médula no resistió la toxicidad y estuve entre la vida y la muerte. A partir de enero de este año 2015, en mi fase de recuperación de vida me propuse escribir sin amargura las experiencias que estaba viviendo frente a la enfermedad. Tiene una primera parte de mi experiencia frente a la enfermedad de mi madre y mi entrega a ella y la segunda mi experiencia frente a mi enfermedad. Tiene una parte de reflexión, de crítica social sanitaria y humana y una importante que es la personal en la que impera el optimismo, la fe y la esperanza.
Intento comunicar y descubrir a quien lo lea que somos únicos e irrepetibles pero que perdemos muchos momentos en el trayecto de nuestra vida que son imprescindibles para ser felices, aun estando enfermos.
Yo creo que nos dejamos en el camino muchos abrazos y besos que no damos y que nos hacen falta para reconfortarnos y ser felices. Las endorfinas son necesarias para la lucha de nuestra enfermedad y no nos damos cuenta que hace más un buen momento de felicidad que una pastilla contra el dolor.
Quiero con este libro sacar el aspecto más positivo de la palabra enfermedad para que nos saque del dolor y del miedo y nos lleve a aprender cosas que nunca debemos olvidar, quiero que sea un canto a la vida, a la luz, a la fe y la esperanza.
Se titula SILENCIOS
9. ¿Qué mensaje positivo podrías compartir con los lectores?
Permíteme escribir aquí una de mis reflexiones de ese libro ensayo que estoy escribiendo, creo que define perfectamente ese mensaje positivo:
“¿Qué es la vida?, todo lo que somos y lo que fuimos y lo que quisimos ser. Mi lucha por la vida se hace cada vez más intensa en lo que respecta a cuidarme físicamente, pero esto no es suficiente, somos materia unida a un todo que nos rodea y para entender ese todo hay que reflexionar mucho en tu interior. Sin luz no hay vida y la luz proviene de tu fe en lo que crees, en lo que reporta la paz a tu interior. Mi voz interior me habló sin confiar en que estuviese escuchándole, me habló y pude interpretar que aquella fuerza que me rescataba de las manos dulces de la muerte no procedía de mí, era una luz paciente, brillante, profunda que me daba paz y con la que me envolví cobijándome en su calidez. Vive, me dijo, tienes sueños que cumplir, tienes tareas que aun no has terminado y que debes terminar.”
Quizás si no hubiese sido rigurosa en mis chequeos, en mi alimentación, en mi cuidado físico, hoy no podría escribir lo que os mando.
Hay una máxima y es la de vivir.
¿Deseas comentar al respecto? Inscríbete en Carenity y/o accede a la discusión.
1 comentario
También te gustará
Continuar con la vida cuando se padece depresión, fibromialgia y cáncer de útero
16 nov. 2016 • 21 comentarios