Cáncer de ovario: saber más

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Cáncer de ovario

¿Qué es el cáncer de ovario?

Definición

Los ovarios (o gónadas femeninas) son dos glándulas situadas en la parte inferior de la pelvis, a ambos lados del útero, y forman parte del aparato reproductor femenino. Su función principal es la producción de óvulos y de hormonas sexuales femeninas.

El cáncer es la transformación de una célula inicialmente normal que prolifera excesivamente hasta formar una masa llamada tumor maligno.

El cáncer de ovario más frecuente es el adenocarcinoma de ovario (90% de los casos), que afecta a las células epiteliales de la superficie del ovario (tumores epiteliales). También se distingue entre los tumores estromales que afectan a las células estromales del ovario y los tumores germinales que afectan a las células germinales.

Inicialmente, el tumor se desarrolla en el interior de uno de los dos ovarios, pero a medida que las células cancerosas se multiplican, el tumor crece y la cápsula que rodea el ovario se rompe. Las células cancerosas pueden entonces extenderse a los órganos vecinos, como las trompas de Falopio, el útero, el otro ovario, la vejiga y el recto. Esto se llama extensión pélvica. En segundo lugar, el cáncer puede extenderse a otros órganos del abdomen, incluidos el peritoneo y los ganglios linfáticos. Por último, si no se trata, el cáncer puede extenderse a órganos más distantes, como el hígado o los pulmones, a través de los vasos sanguíneos o linfáticos. Esto se conoce como metástasis.

¿Es frecuente el cáncer de ovario?

El número de nuevos casos de cáncer de ovario en España en 2021 se estima en 3.659. Es el décimo cáncer más común en las mujeres y la quinta causa de muerte relacionada con el cáncer.

La incidencia de este cáncer ha ido disminuyendo desde 1990, con un descenso medio anual del 0,6% entre 1980 y 2015. La tasa de mortalidad también ha disminuido, con un descenso del 10% entre 2002 y 2012, seguramente debido al aumento del uso de anticonceptivos orales (que parecen disminuir el riesgo de cáncer de ovario) y a la disminución del uso de la terapia hormonal sustitutiva (THS) para la menopausia (que parece aumentar el riesgo de cáncer de ovario cuando se toma durante mucho tiempo).

La tasa de supervivencia a 5 años (número de personas vivas 5 años después del diagnóstico) es de alrededor del 40% y está mejorando significativamente.

Síntomas y complicaciones del cáncer de ovario

El cáncer de ovario provoca pocos síntomas y éstos aparecen a medida que el tumor crece. Por ello, el cáncer de ovario suele diagnosticarse tarde, en una fase avanzada, cuando las células cancerosas se han extendido a otros órganos.

Sin embargo, hay varios signos que pueden hacer sospechar que se trata de un cáncer de ovario y, por tanto, pueden llevar a las pacientes a consultar más rápido con un especialista:

  • Sensación de hinchazón o distensión en el abdomen.
  • Aumento del volumen del abdomen.
  • Dolor abdominal o pélvico (parte inferior del abdomen).
  • Sangrado o flujo vaginal anormal (raramente).
  • Problemas de tránsito intestinal (estreñimiento), falsas ganas de defecar.
  • Necesidad de orinar.
  • Síntomas de un problema de circulación venosa: edema de un miembro inferior, flebitis o ciática (dolor en el nervio ciático).
  • Dolor torácico.
  • Falta de aire prolongada.
  • Síntomas generales e inespecíficos como malestar general con fatiga general (astenia), pérdida de peso y pérdida de apetito.

Una masa ovárica también puede detectarse durante una revisión ginecológica o durante un examen de imagen.

Si uno o más de estos síntomas aparecen y persisten en el tiempo, es importante informar a su médico.

Causas y factores de riesgo del cáncer de ovario

Existen varios factores que aumentan el riesgo de desarrollar cáncer de ovario.

Estos factores de riesgo son:

  • Una predisposición genética: alrededor del 10% de los cánceres de ovario se producen en el contexto de una predisposición genética. Ciertas mutaciones genéticas favorecen el desarrollo del cáncer de ovario, y entre estas mutaciones encontramos mayoritariamente una mutación de los genes BRCA 1 o 2 (que también favorecen el desarrollo del cáncer de mama), y más raramente una mutación de uno de los genes del síndrome de Lynch. Estas anomalías genéticas heredadas son el principal factor de riesgo del cáncer de ovario.
  • La presencia de varios cánceres de mama u ovario en la familia (madre, tía, hermana o hija), incluso sin una mutación genética identificada en la familia.
  • La edad: una mujer mayor tiene más probabilidades de desarrollar un cáncer de ovario que una mujer más joven. La edad media de diagnóstico es de 65 años.
  • Los antecedentes hormonales de la mujer: la ausencia de embarazo, la pubertad precoz o la menopausia tardía son factores de riesgo de cáncer de ovario. Por el contrario, el embarazo, la lactancia y la toma de anticonceptivos orales tienen un efecto protector contra este cáncer. Parece que existe una relación entre el número de ciclos menstruales y, por tanto, el número de ovulaciones durante la vida de una mujer y el riesgo de desarrollar cáncer de ovario. Así, los factores que reducen el número de ovulaciones durante la vida parecen reducir el riesgo de cáncer de ovario.
  • El uso prolongado (>5 años) de terapia hormonal sustitutiva (THS) para la menopausia.
  • El sobrepeso y la obesidad.
  • El tabaco.
  • La exposición a ciertas sustancias tóxicas como el amianto.

Diagnóstico del cáncer de ovario

Una vez que se ha detectado una masa ovárica, hay que realizar una serie de exámenes para confirmar el diagnóstico. Para ello, se llevará a cabo un exámen de diagnóstico.

Se divide en dos partes:

  • La evaluación inicial, que confirma la presencia de cáncer, su localización y su tipo.
  • El evaluación de extensión, para evaluar la extensión del cáncer y así definir su estadio.

La evaluación inicial

La evaluación inicial comienza con un examen clínico que incluye una entrevista con la paciente, un examen ginecológico (tacto vaginal, tacto rectal, examen de las mamas) y la palpación del abdomen y de los ganglios linfáticos, realizada durante una consulta médica. El médico pregunta sobre el estado general de la paciente, los antecedentes médicos personales y familiares, los diversos factores de riesgo y busca cualquier signo visible de cáncer de ovario (por ejemplo, una masa palpable).

A continuación, se realiza una ecografía pélvica para evaluar el tamaño, la naturaleza y la localización del tumor, así como su posible extensión local. Este examen incluye una ecografía suprapúbica (la sonda se coloca en la piel por encima del pubis) y una ecografía endovaginal (la sonda se introduce en la vagina).

Se puede realizar una resonancia magnética pélvica si la ecografía no ha permitido determinar la naturaleza precisa del quiste.

También se realiza la medición de un marcador tumoral, el CA 125 (una proteína segregada por ciertos tumores, especialmente los de ovario). Un nivel elevado en sangre puede ser un signo de cáncer de ovario; sin embargo, la medición de este marcador no es específica, ya que un nivel elevado también puede observarse en otras afecciones benignas.

A continuación, se realiza una biopsia, es decir, la extracción de un fragmento de tejido que parece anormal.

Por último, se realiza un examen anatomopatológico del tejido tomado durante la biopsia. Este examen lo realiza un especialista, primero a simple vista y luego con un microscopio, y permite analizar el tejido y determinar si es canceroso o no.

En algunos casos, se puede realizar una búsqueda de alteraciones genéticas, como una mutación en los genes BRCA 1 y 2.

La evaluación de extensión

En primer lugar, se realizará un escáner torácico-abdominal-pélvico. Este examen utiliza dosis bajas de rayos X para crear imágenes transversales de los órganos y así buscar anomalías en los órganos explorados, su tamaño y su ubicación.

Este examen detecta incluso anomalías muy pequeñas.

Antes del examen se inyecta un medio de contraste (normalmente yodo) para visualizar mejor los vasos sanguíneos y distinguir cualquier anomalía en los órganos.

Pueden realizarse otras exploraciones radiológicas, como la resonancia magnética o la tomografía computarizada del tórax, como alternativa a la gammagrafía torácica-abdominal-pélvica en los casos en que no sea posible la inyección de contraste yodado. Los objetivos de estos exámenes son los mismos que los de la técnica anterior.

El estadio del cáncer

Para determinar el estadio del cáncer, es decir, su grado de extensión, se utiliza una clasificación: el sistema de estadificación FIGO (Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia).

En esta clasificación se distinguen 4 etapas diferentes:

  • Estadio I: el cáncer se limita a los ovarios (uno o ambos ovarios).
  • Estadio II: el cáncer ha invadido los órganos vecinos de la pelvis (útero, vejiga o recto).
  • Estadio III: el cáncer se ha extendido al peritoneo o a los ganglios linfáticos situados detrás del peritoneo, fuera de la pelvis.
  • Estadio IV: el cáncer se ha extendido a lugares distantes (hígado, bazo y órganos fuera del abdomen).

Cada etapa se divide en 3 sub-etapas (A, B y C) que permiten una mayor precisión en el grado de extensión.

Los estadios IA, IB, IC y IIA corresponden al cáncer de ovario en fase inicial. A partir del estadio IIB, los cánceres de ovario se encuentran en una fase avanzada.

Tratamientos para el cáncer de ovario

Como en cualquier cáncer, el tratamiento se establece para cada paciente en función de sus particularidades (naturaleza del tumor y localización, estadio de la enfermedad, edad y estado general del paciente, etc.).

Para reducir el riesgo de complicaciones durante y después del tratamiento, es esencial dejar de fumar y de beber alcohol.

Los principales tratamientos para el cáncer de ovario son la cirugía y los tratamientos farmacológicos como la quimioterapia convencional y/o las terapias dirigidas.

Para orientar el tratamiento, se llevará a cabo un exámen previo, que incluye una evaluación cardiovascular para determinar los riesgos cardíacos de la cirugía con anestesia, una evaluación clínica y nutricional para medir el peso y la altura del paciente, calcular el IMC, buscar la pérdida de peso y medir varias proteínas en la sangre. Para las pacientes de más de 75 años, también se realizará una evaluación geriátrica para detectar la fragilidad.

La elección del tratamiento se realiza en una reunión de consulta multidisciplinar (RCP) en la que participan varios especialistas que determinan el tratamiento más adecuado.

Esta elección se realiza en función de las características del cáncer y, en particular, de su tipo histológico, su grado (grado de agresividad) y su estadio (grado de extensión).

La cirugía

Para el cáncer de ovario en fase inicial, el tratamiento principal es la cirugía. Consiste en la extirpación de los ovarios, las trompas de Falopio, el útero, el apéndice, el epiplón (parte del peritoneo unida al intestino) y los ganglios linfáticos de la cavidad abdominal.

En el caso del cáncer de ovario avanzado, si el tumor es resecable (el tumor puede ser extirpado), la cirugía implica la extirpación de todos los órganos afectados, con el objetivo de eliminar todo el tejido que contenga células cancerosas.

Cuando la enfermedad no es resecable, se lleva a cabo una quimioterapia neoadyuvante, es decir, una quimioterapia realizada antes de la cirugía, para reducir el tamaño del tumor. En este caso, la cirugía va precedida de 3 a 4 ciclos de quimioterapia.

Se pueden utilizar dos técnicas quirúrgicas:

  • Laparoscopia: técnica quirúrgica en la que el cirujano realiza una o varias pequeñas incisiones en la pared abdominal para observar el interior de la cavidad abdominal y poder intervenir los órganos. A través de estas pequeñas incisiones se introduce en el abdomen una pequeña cámara conectada a una pantalla y los instrumentos quirúrgicos. El cirujano opera mientras mira la pantalla.
  • Laparotomía: procedimiento quirúrgico en el que se abre la pared del abdomen a través de una incisión que permite al cirujano observar y palpar toda la cavidad abdominal.

La quimioterapia

La quimioterapia es un tratamiento anticanceroso destinado a eliminar las células cancerosas allí donde se encuentren en el organismo. Actúa destruyendo estas células o impidiendo su multiplicación.

En el caso del cáncer de ovario, la quimioterapia se propone después de la cirugía (quimioterapia adyuvante) en un plazo de 6 semanas, para los cánceres de alto grado (agresivos) en fase inicial, así como para todos los cánceres avanzados. Puede utilizarse solo o en combinación con un fármaco de terapia dirigida para los cánceres metastásicos.

Las terapias dirigidas

Las terapias dirigidas actúan específicamente bloqueando el crecimiento de las células cancerosas o bloqueando el crecimiento de los vasos sanguíneos que alimentan el tumor y le proporcionan nutrientes y oxígeno.

Por lo tanto, este enfoque impedirá el desarrollo del tumor actuando directamente sobre su crecimiento o actuando sobre los vasos sanguíneos que suministran los elementos esenciales para su crecimiento.

El bevacizumab es un fármaco de terapia dirigida que se utiliza para tratar el cáncer de ovario avanzado en combinación con la quimioterapia.

Si se ha identificado una mutación BRCA 1 o 2 en una mujer, se puede administrar un fármaco de terapia dirigida bajo determinadas condiciones: olaparib.

Los efectos adversos de los tratamientos

Los efectosadversos relacionados con la cirugía

Tras la intervención quirúrgica se puede experimentar fatiga, sobre todo como consecuencia de la anestesia o de la ansiedad relacionada con la operación. Si esta fatiga persiste, es importante informar a su médico.

El dolor puede estar presente después de la cirugía y puede persistir durante unas semanas o unos meses. En este caso se pueden proponer analgésicos. Sin embargo, es importante informar a su médico en caso de dolor persistente.

También pueden observarse dificultades de cicatrización y puede aparecer un hematoma o una infección a nivel de la cicatriz. Se pueden utilizar tratamientos locales para tratarlos, pero es importante informar a su médico si esto persiste.

Otras complicaciones son la flebitis (trombosis venosa), la acumulación de linfa (si se han extirpado los ganglios linfáticos), las hemorragias en el abdomen y los problemas sexuales.

Finalmente, tras la extirpación del útero y de ambos ovarios, se produce una menopausia artificial (cese de la menstruación) y aparecen los efectos secundarios de la menopausia.

Estas complicaciones requieren un seguimiento regular y un tratamiento (medicación o cirugía) en algunos casos.

Los efectos adversos relacionados con los tratamientos farmacológicos

En cuanto a los tratamientos farmacológicos utilizados en el cáncer de ovario, los efectos secundarios pueden aparecer con mayor o menor frecuencia.

Cada fármaco conlleva un riesgo de efectos secundarios, pero la frecuencia de éstos depende del fármaco, la dosis y la persona, siendo algunas personas más propensas a desarrollar efectos secundarios que otras.

Hay que tener en cuenta que los efectos secundarios de un tratamiento no están relacionados con su eficacia. Tener más o menos efectos secundarios no indica que el tratamiento sea más o menos eficaz.

Los principales efectos secundarios comunes a la quimioterapia y a las terapias dirigidas son

  • Trastornos digestivos: diarrea, estreñimiento, náuseas y vómitos.
  • Trastornos cutáneos: enrojecimiento, sequedad, picor y síndrome mano-pie.
  • Lesiones bucales: úlceras bucales, enrojecimiento, dolor.
  • Disminución del apetito y cambios en el gusto.
  • Disminución de glóbulos rojos, blancos y plaquetas.
  • Fatiga.
  • Reacciones alérgicas al tratamiento.
  • Problemas respiratorios y renales.
  • También pueden observarse otros efectos secundarios más o menos específicos de la quimioterapia (caída del cabello, uñas quebradizas, entumecimiento, etc.) o de las terapias dirigidas (trombosis, hemorragias, mareos, problemas oculares, etc.).

Algunos de estos efectos secundarios pueden evitarse o limitarse mediante tratamientos preventivos o consejos prácticos, por lo que es importante informar a su médico en cuanto aparezcan uno o varios efectos secundarios.

Seguimiento médico

Tras el tratamiento del cáncer de ovario, es necesario un seguimiento médico. Esto permitirá el manejo de cualquier efecto adverso relacionado con la cirugía o el tratamiento farmacológico, la detección de cualquier recurrencia de la enfermedad, la provisión de cuidados de apoyo para mejorar o preservar la calidad de vida de la paciente, y el seguimiento de la aparición de cualquier tumor, diferente del inicialmente tratado.

El seguimiento médico se realiza mediante consultas con el médico tratante, el ginecólogo y/o un equipo especializado a cargo de la paciente. El médico realiza un examen clínico y pregunta a la paciente por los síntomas (hinchazón del abdomen, cansancio, problemas de orina o de tránsito, dolor abdominal o pélvico, etc.).

También se llevarán a cabo exámenes adicionales, como la determinación del marcador CA 125, una ecografía de control u otros exámenes de imagen si es necesario.

Los dos primeros años, las citas son relativamente frecuentes, con una consulta cada 3 meses al principio, luego una cada 6 meses y una consulta anual después.

Se realiza un seguimiento específico en las mujeres con predisposición genética al cáncer de ovario.

En conclusión, el cáncer de ovario es el décimo cáncer más frecuente en las mujeres y la quinta causa de mortalidad por cáncer. La incidencia de este cáncer, así como su tasa de mortalidad, han disminuido desde hace varios años. La presencia de una anomalía genética heredada es el principal factor de riesgo del cáncer de ovario.

El tratamiento se basa principalmente en la cirugía y en tratamientos farmacológicos como la quimioterapia y la terapia dirigida.

El seguimiento médico se lleva a cabo durante varios años mediante consultas combinadas con exámenes adicionales.

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Autor: Manon Astruc, Estudiante de farmacia, Redactora de salud

Manon es estudiante de 5º año de farmacia en la facultad de Châtenay-Malabry. En Carenity, se encarga de redactar las fichas de enfermedad. Está... >> Saber más

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