Cáncer colorrectal
¿Qué es el cáncer colorrectal?
Definición
El colon y el recto forman el intestino grueso, última parte del tubo digestivo. La función principal del colon es absorber el agua y la sal de los desechos de la comida (resíduos que quedan de la absorción de nutrientes en el intestino delgado) para formar heces cada vez más sólidas a medida que pasan por el colon. Las heces se almacenan en el recto antes de ser expulsadas por el ano.
El cáncer es la transformación de una célula inicialmente normal que prolifera excesivamente hasta formar una masa llamada tumor maligno.
El cáncer colorrectal incluye dos tipos de cáncer: el de colon y el de recto. Se desarrollan a partir de las células que recubren la pared interna del colon o del recto.
Este cáncer afecta en el 60% de los casos al colon y en el 40% al recto.
En el 60-80% de los casos, el cáncer colorrectal surge de un tumor benigno, un pólipo (de tipo adenomatoso o festoneado) que se transforma gradualmente en tumor maligno. Este proceso de transformación suele durar entre 5 y 10 años.
¿Es frecuente el cáncer colorrectal?
El cáncer colorrectal es el segundo más frecuente en las mujeres, después del de mama, y el también en los hombres, tras el de próstata.
Además es la primera causa de muerte por cáncer entre las mujeres, y la segunda entre los hombres.
En 2021, el número de nuevos casos de cáncer colorrectal se estimó en 43.581, de los cuales el 58,9% son hombres y el 41% mujeres, con una edad media de diagnóstico de 71 años para los hombres y 75 años para las mujeres.
La tasa de mortalidad está disminuyendo gracias al cribado organizado en España para los pacientes de entre 50 y 69 años, que permite un diagnóstico más temprano, y gracias a la mejora de los tratamientos.
La tasa de supervivencia a los 5 años (número de personas vivas 5 años después del diagnóstico) es del 67%, aunque, como ocurre con cualquier cáncer, cuanto antes se diagnostique, mejores serán las posibilidades de supervivencia.
Síntomas y complicaciones del cáncer colorrectal
El cáncer colorrectal puede ser a menudo asintomático, pero también puede provocar una serie de síntomas inespecíficos por los que es necesario consultar al médico para confirmar o descartar el diagnóstico.
Estos síntomas incluyen:
- Problemas de tránsito intestinal: estreñimiento repentino o que empeora, diarrea prolongada, alternancia de estreñimiento y diarrea, o necesidad constante de defecar.
- Presencia de sangre roja en las heces (rectorragia) o heces anormalmente negras (melena).
- Dolor abdominal o rectal.
- Una masa a la palpación del abdomen.
- Signos generales como pérdida de peso o de apetito inexplicables, fatiga severa (astenia), fiebre persistente o el descubrimiento de anemia durante un análisis de sangre.
Causas y factores de riesgo del cáncer colorrectal
Diferentes factores pueden aumentar el riesgo de desarrollar cáncer colorrectal.
Estos factores de riesgo son:
- La edad, especialmente a partir de los 50 años, aumenta el riesgo de desarrollar cáncer colorrectal. De hecho, 9 de cada 10 personas afectadas tienen más de 50 años.
- El estilo de vida: una dieta demasiado rica en carne roja/carnes ahumadas y/o baja en fibra, consumo excesivo de alcohol, tabaquismo, sedentarismo, sobrepeso u obesidad, etc.
- Los antecedentes personales o familiares de tumor colorrectal benigno (adenoma) o de cáncer colorrectal.
- Los antecedentes personales de enfermedad inflamatoria intestinal crónica (EII)
- Las formas familiares de cáncer colorrectal que se deben a mutaciones genéticas (síndrome de Lynch, poliposis adenomatosa familiar, otras).
El riesgo aumenta significativamente cuando se combinan varios factores de riesgo.
Los factores de riesgo relacionados con el estilo de vida son factores modificables. Así, un estilo de vida saludable (dieta equilibrada, control del peso, actividad física regular, no fumar, limitar el consumo de alcohol, etc.) reducirá el riesgo de cáncer colorrectal.
Diagnóstico de cáncer colorrectal
Cribado
El cribado del cáncer colorrectal permite detectar las lesiones precancerosas y cancerosas en una fase temprana, lo que aumenta las posibilidades de recuperación.
En España, el programa de cribado va dirigido exclusivamente a la población general de entre 50 y 69 años, sin síntomas y sin antecedentes personales o familiares que predispongan a padecer cáncer de colon. Por este motivo, para aquellas personas que puedan tener dudas, se recomienda que se pongan en contacto con su médico de cabecera.
En este caso, la estrategia de cribado se basa en un cribado organizado, ofrecido por invitación y realizado cada dos años. Se basa en una prueba inmunológica para detectar sangre oculta en las heces. Si la prueba es positiva, se realizará una colonoscopia.
Para los pacientes considerados de alto riesgo, aquellos con antecedentes personales de enfermedad inflamatoria intestinal crónica (o EII, incluyendo la enfermedad de Crohn o la rectocolitis hemorrágica), así como aquellos con antecedentes personales o familiares (de primer grado) de adenoma o cáncer colorrectal, el cribado individual se llevará a cabo mediante una consulta gastroenterológica y un seguimiento especializado. La modalidad de cribado recomendada en este caso es la colonoscopia o la cromoendoscopia.
Por último, para las personas con enfermedades hereditarias que afectan al colon o al recto en su familia, entre ellas:
- Poliposis adenomatosa familiar (PAF)
- Cáncer colorrectal hereditario sin poliposis (síndrome de Lynch).
En estos pacientes se realizará un cribado individual que consistirá inicialmente en la búsqueda de una posible mutación durante una consulta oncogenética.
Si la prueba es positiva, se realizará un seguimiento adaptado que incluirá una consulta gastroenterológica y una cromoendoscopia (examen complementario a la colonoscopia que consiste en teñir la mucosa para afinar el examen endoscópico) más o menos regular según el contexto.
Si la prueba es negativa, no habrá un seguimiento específico, el paciente será considerado de riesgo medio y deberá seguir la estrategia de cribado organizada como el resto de la población.
Diagnóstico del cáncer colorrectal
Para confirmar el diagnóstico de cáncer colorrectal, se realizará una prueba de diagnóstico.
Se divide en dos partes:
- El examen inicial, que confirma la presencia de cáncer, su localización y su tipo.
- El examen de extensión, para evaluar la extensión del cáncer y así definir su estadio.
La evaluación inicial
La evaluación inicial comienza con un examen clínico (entrevista con el paciente, auscultación, palpación del abdomen, etc.) realizado por un médico generalista o un gastroenterólogo durante una consulta médica. El médico pregunta por el estado general del paciente, sus antecedentes médicos personales y familiares, los tratamientos y los factores de riesgo.
A continuación se realiza un tacto rectal (palpación del interior del recto con el dedo índice) para diagnosticar la presencia de un posible tumor en el recto.
A continuación, el gastroenterólogo realiza una colonoscopia, un examen del interior del colon mediante un endoscopio bajo anestesia general.
Este examen permite visualizar el revestimiento interno del colon y detectar cualquier lesión. Esta técnica también permite tomar muestras (biopsia) de tejidos del colon que parecen ser anormales y luego analizarlas.
La colonoscopia con biopsia es el examen de referencia para el diagnóstico del cáncer colorrectal.
Por último, se realiza un examen anatomopatológico del tejido tomado durante la biopsia. Este examen lo realiza un especialista, primero a simple vista y luego con un microscopio, y permite analizar los tejidos y determinar si son cancerosos o no.
La evaluación de extensión
Antes de iniciar el tratamiento, se realizará un exámen biológico (análisis de sangre) para evaluar el estado de salud general del paciente.
Se analizará la cantidad y calidad de las distintas células sanguíneas, el buen funcionamiento del riñón y del hígado y la medición de la concentración de un marcador tumoral llamado CEA (antígeno carcinoembrionario), que puede dar una indicación de la presencia de un tumor y de la evolución de la enfermedad. Sin embargo, la medición de este marcador tumoral tiene poco valor diagnóstico y se utilizará principalmente para controlar la evolución después del tratamiento.
A continuación, se realiza un TAC torácico-abdominal-pélvico. Este examen utiliza dosis bajas de rayos X para crear imágenes transversales de los órganos y así buscar anomalías en los órganos explorados, su tamaño y su ubicación.
Este examen detecta incluso anomalías muy pequeñas.
Antes del examen se inyecta un medio de contraste (normalmente yodo) para visualizar mejor los vasos sanguíneos y distinguir cualquier anomalía en los órganos.
Pueden realizarse otros exámenes radiológicos además o en lugar de la gammagrafía toracoabdomino-pélvica:
- Resonancia magnética hepática o TAC torácico: como alternativa al TAC torácico-abdomino-pélvico en los casos en los que no es posible la inyección de contraste yodado. Los objetivos de estos exámenes son los mismos que los de la técnica anterior.
- Tomografía por emisión de positrones (PET): esta técnica consiste en inyectar en el torrente sanguíneo glucosa débilmente radiactiva, glucosa que las células cancerosas consumirán y fijarán en mayor medida que las células normales. Así, esta técnica permite obtener imágenes precisas de zonas del cuerpo ricas en células cancerosas.
Clasificación TNM del cáncer colorrectal
T (tumor):
- Tis: carcinoma in situ o carcinoma intramucoso.
- T1: el tumor ha invadido la submucosa.
- T2: el tumor ha invadido la capa muscular del intestino, la lámina muscular propia.
- T3: el tumor ha crecido a través de todas las capas musculares hasta la subserosa o hasta los tejidos de alrededor del colon y del recto.
- T4:
- T4a: el tumor ha invadido la superficie del peritoneo visceral.
- T4b: el tumor ha invadido los órganos que rodean al intestino.
N (presencia o no de afectación de los ganglios linfáticos regionales/metástasis):
- N0: el tumor no se ha diseminado a los ganglios linfáticos regionales.
- N1:
- N1a: el tumor se ha diseminado a un ganglio linfático regional.
- N1b: el tumor se ha diseminado a 2-3 ganglios linfáticos regionales.
- N1c: se encuentran nódulos de células tumorales en las estructuras que rodean al colon, que no parecen ser ganglios linfáticos.
- N2:
- N2a: el tumor se ha diseminado a entre cuatro y seis ganglios linfáticos regionales.
- N2b: el tumor se ha diseminado en 7 o más ganglios linfáticos regionales.
M (presencia o no de metástasis a distancia):
- M0: el tumor no se diseminado a otras partes del organismo
- M1:
- M1a: Metástasis a distancia confinada en un órgano sin afectación peritoneal: hígado, pulmón, ovario, ganglios no regionales...
- M1b: Metástasis que alcanzan más de un sitio metastásico
- M1c: Metástasis peritoneal con o sin afectación de otros órganos
A partir de esta clasificación TNM, se determinará el estadio del tumor:
- Estadio 0: Tis,N0,M0
- Estadio I: T1-T2,N0,M0
- Estadio II:
- IIA: T3,N0,M0
- IIB: T4a,N0,M0
- IIC: T4b,N0,M0
- Estadio III: T1-T4,N1-N2,M0
- Estadio IV: cualquier T, cualquier N y M1 (M1a/M1b/M1c)
Tratamientos del cáncer colorrectal
Como para cualquier otro cáncer, el tratamiento se establece para cada paciente en función de sus particularidades (naturaleza del tumor y localización, estadio de la enfermedad, edad y estado general del paciente, etc.).
Para reducir el riesgo de complicaciones durante y después del tratamiento, es esencial dejar de fumar y beber alcohol.
Los principales tratamientos para el cáncer colorrectal son la cirugía y los tratamientos farmacológicos como la quimioterapia convencional y/o las terapias dirigidas. La radioterapia se utiliza raramente en el tratamiento de este cáncer.
Para orientar el tratamiento, se realizará un estudio previo, que incluye una evaluación cardiovascular para determinar los riesgos cardíacos de la cirugía con anestesia, una evaluación clínica y nutricional para medir el peso y la altura del paciente, calcular el IMC, buscar la pérdida de peso y medir varias proteínas en la sangre. En el caso de los pacientes mayores de 75 años, también se realizará una evaluación geriátrica para detectar la fragilidad.
La elección del tratamiento se realiza en una reunión de consulta multidisciplinar (RCM) en la que participan varios especialistas que determinan el tratamiento más adecuado.
Esta elección se realiza en función de las características del cáncer y, en particular, de su estadio, determinado gracias a la clasificación TNM.
El tratamiento según el estadio del cáncer
En el caso de los pacientes con cáncer en estadio I o II, el tumor se limita al colon o al recto o posiblemente ha alcanzado estructuras adyacentes, pero los ganglios linfáticos no están afectados y no hay metástasis.
Para los cánceres en estadio I, el tratamiento se basa en la resección endoscópica, es decir, la extirpación del tumor por endoscopia en el caso de los tumores superficiales.
En el caso de tumores más infiltrantes, se realizará una resección quirúrgica.
Para los cánceres en estadio II, el tratamiento de referencia es la cirugía, combinada en algunos casos con quimioterapia si se han identificado factores de riesgo de recidiva.
Los cánceres en estadio III son los que han invadido uno o más ganglios linfáticos pero no han hecho metástasis.
La cirugía también es el tratamiento estándar para los cánceres en estadio III, pero a ésta le seguirá, en un plazo de 8 semanas, la quimioterapia adyuvante (realizada después del tratamiento estándar), cuya duración variará en función del tumor.
Por último, en el caso de los cánceres en estadio IV, el cáncer ha invadido otros órganos formando metástasis. En este caso, el tratamiento consiste en la quimioterapia combinada en determinadas situaciones con una terapia dirigida.
El tratamiento se evaluará en función de los síntomas y el estado general del paciente, así como del número y la localización de las metástasis.
Si el tratamiento ha funcionado bien y el tumor ha disminuido de tamaño, se hablará de la cirugía.
Se pueden realizar pruebas de imagen con mayor o menor regularidad durante el tratamiento para evaluar la eficacia de la quimioterapia y la posibilidad de una intervención quirúrgica.
La cirugía
En el caso del cáncer colorrectal, se pueden utilizar dos técnicas quirúrgicas:
- Laparoscopia: técnica quirúrgica en la que el cirujano realiza una o varias pequeñas incisiones en la pared abdominal para observar el interior de la cavidad abdominal y poder intervenir los órganos. A través de estas pequeñas incisiones se introduce en el abdomen una especie de cámara conectada a una pantalla y los instrumentos quirúrgicos. El cirujano opera mientras mira la pantalla.
- Laparotomía: procedimiento quirúrgico en el que se abre la pared del abdomen a través de una incisión que permite al cirujano observar y palpar toda la cavidad abdominal.
La cirugía consiste en extirpar el tumor y parte del tejido sano circundante (margen de seguridad). A veces es necesario extirpar parte del colon o del recto donde se encuentra el tumor. A continuación, el cirujano realiza una anastomosis, es decir, conecta los dos segmentos restantes del colon.
En determinadas situaciones (por ejemplo, si el abdomen está demasiado inflamado), se puede realizar un estoma (colostomía o ileostomía). A continuación, el tubo digestivo se conecta directamente a la piel del abdomen y se crea una abertura para evacuar las heces.
La mayoría de las veces, el estoma es temporal, pero también puede ser permanente.
La quimioterapia
La quimioterapia es un tratamiento anticanceroso destinado a eliminar las células cancerosas en cualquier parte del cuerpo. Actúa destruyendo estas células o impidiendo su multiplicación.
Para tratar el cáncer colorrectal pueden utilizarse varios fármacos de quimioterapia, solos o en combinación con otros. La mayoría se administran por inyección, aunque algunos pueden administrarse por vía oral en forma de comprimidos.
Las terapias dirigidas
Las terapias dirigidas actúan específicamente bloqueando el crecimiento de las células cancerosas o bloqueando el crecimiento de los vasos sanguíneos que alimentan el tumor y le permiten obtener nutrientes y oxígeno.
Por lo tanto, este enfoque impedirá el desarrollo del tumor actuando directamente sobre su crecimiento o actuando sobre los vasos sanguíneos que suministran los elementos esenciales para su crecimiento.
En el caso del cáncer colorrectal, la terapia dirigida se administra en combinación con la quimioterapia convencional.
La elección del tratamiento de terapia dirigida se basa en la búsqueda de una mutación en el gen RAS, que está presente en aproximadamente el 50% de los pacientes y para la que ciertos tratamientos no son eficaces. La presencia o ausencia de esta mutación permitirá, por tanto, elegir la terapia dirigida que se utilizará.
Los efectos adversos de los tratamientos
Efectos adversos relacionados con la cirugía
Tras la intervención quirúrgica se puede experimentar fatiga, sobre todo como consecuencia de la anestesia o de la ansiedad relacionada con la operación. Si esta fatiga persiste, es importante informar a su médico.
El dolor puede estar presente después de la cirugía y puede persistir durante unas semanas o unos meses. En este caso se pueden proponer analgésicos. Sin embargo, es importante informar a su médico en caso de dolor persistente.
También pueden observarse dificultades de cicatrización y puede aparecer un hematoma o una infección a nivel de la cicatriz. Se pueden utilizar tratamientos locales para tratarlos, pero es importante informar a su médico si esto persiste.
La fístula anatómica es una complicación grave que se produce cuando la sutura entre los dos segmentos del colon o entre el colon y el recto no cicatriza correctamente. El tratamiento variará en función de la gravedad.
Otros síntomas pueden ser hemorragias en el abdomen, flebitis o embolia pulmonar, y problemas intestinales (diarrea, estreñimiento).
Efectos adversos relacionados con los tratamientos farmacológicos
En cuanto a los tratamientos farmacológicos utilizados en el cáncer colorrectal, los efectos adversos pueden producirse con mayor o menor frecuencia. Cada fármaco conlleva un riesgo de efectos secundarios, pero su frecuencia depende del fármaco, de la dosis y de la persona, siendo algunas personas más propensas a desarrollar efectos secundarios que otras.
Hay que tener en cuenta que los efectos secundarios de un tratamiento no están relacionados con su eficacia. Tener más o menos efectos secundarios no indica que el tratamiento sea más o menos eficaz.
Los principales efectos secundarios comunes a la quimioterapia y a las terapias dirigidas son:
- Trastornos digestivos: diarrea, estreñimiento, náuseas y vómitos
- Trastornos cutáneos: enrojecimiento, sequedad, picor y síndrome mano-pie
- Lesiones bucales: úlceras bucales, enrojecimiento, dolor
- Pérdida de cabello
- Disminución de glóbulos rojos, blancos y plaquetas
- Pérdida de apetito y cambios en el gusto
- Fatiga
- Reacciones alérgicas al tratamiento
- Problemas respiratorios, cardíacos y hepáticos
- Adormecimiento o sensación de hormigueo
Pueden observarse algunos efectos secundarios, específicos de las terapias dirigidas:
- Trombosis (flebitis o embolia pulmonar)
- Riesgo de hemorragia
- Presión arterial alta
- Problemas oculares: ojos llorosos, inflamación de la córnea, etc
- Mala cicatrización de las heridas
- Riesgo de lesiones en la mandíbula
- Dolor abdominal
- Problemas renales
- Trastornos de las uñas
Algunos de estos efectos secundarios pueden evitarse o limitarse mediante tratamientos preventivos o consejos prácticos.
Seguimiento médico
Después del tratamiento del cáncer colorrectal y durante toda la vida del paciente, será necesario un seguimiento médico. Esto permitirá el manejo de cualquier efecto indeseable ligado a la cirugía o al tratamiento farmacológico, la detección de cualquier recurrencia de la enfermedad, la implementación de cuidados de apoyo para mejorar o preservar la calidad de vida del paciente, y la verificación de la posible aparición de otro tumor, diferente al tratado.
Este seguimiento tendrá lugar durante una consulta con el médico tratante y/o por un equipo especializado.
Durante los primeros 5 años después del tratamiento, el médico realizará un examen clínico cada 3 meses durante 3 años, y después cada 6 meses durante 2 años.
Los exámenes de imagen, como una ecografía o un escáner abdominal y pélvico, se realizarán con los mismos intervalos. Se realizará un escáner torácico una vez al año.
También se realizará una colonoscopia con mayor o menor regularidad, según el caso.
Por último, el marcador tumoral ACE puede medirse cada 3 meses en determinados casos.
Tras 5 años de seguimiento sin recidiva ni aparición de otro tumor, la frecuencia de los exámenes se evaluará caso por caso. El médico advertirá al paciente de los distintos síntomas que pueden llevar a la consulta (fatiga, sangre en las heces, problemas de tránsito intestinal, dolor abdominal, pérdida de peso, etc.).
En conclusión, el cáncer colorrectal es el segundo más frecuente tanto en las mujeres como en los hombres. España es uno de los países con mayor incidencia de cáncer colorrectal, pero la tasa de mortalidad está disminuyendo gracias al cribado organizado. El tratamiento es diferente según el estadio del cáncer y se adaptará a cada paciente. La cirugía y la quimioterapia convencional siguen siendo los principales tratamientos para el cáncer colorrectal, mientras que la terapia dirigida se utiliza para las formas metastásicas.
El seguimiento médico se realiza durante varios años mediante consultas de seguimiento asociadas a diversos exámenes (clínicos, radiológicos, etc.).
Fuentes:
Cancers du côlon : les points clés, e-cancer
Cancer colorectal, Société canadienne du cancer
Las cifras del cáncer den España 2021, SEOM
Programa de cribado de cáncer colorrectal, Ministerio de Sanidad
Programa de detección precoz del cáncer colorrectal, SERGAS
¿En qué fase se encuentra mi cáncer colorrectal?, Roche Pacientes
Publicado el 31 ago. 2018 • Actualizado el 4 nov. 2021
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