Cáncer de piel: saber más

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Cáncer de piel

¿Qué es el cáncer de piel?

Definición

La piel es el órgano más pesado y grande del cuerpo humano, con una superficie de aproximadamente 2m². Está formada por 3 capas de tejido: la epidermis, la dermis y la hipodermis. Desempeña numerosas funciones esenciales para el organismo, como protegerlo de las agresiones externas (bacterias, virus, rayos UV, productos químicos, golpes, etc.), defenderlo de estas agresiones gracias a las numerosas células inmunitarias que contiene, regular la temperatura corporal, sintetizar hormonas (en particular la vitamina D), etc.

Un cáncer corresponde a la transformación de una célula inicialmente normal que prolifera excesivamente hasta formar una masa llamada tumor maligno.

Existen dos tipos principales de cáncer de piel: los carcinomas cutáneos y los melanomas.

Los carcinomas cutáneos

Los carcinomas cutáneos son los cánceres de piel más comunes (90% de los cánceres de piel) y también se encuentran entre los cánceres más comunes en adultos. Existen dos tipos principales de carcinoma de piel: los carcinomas basocelulares y los carcinomas de células escamosas.

Los carcinomas basocelulares, los más frecuentes, se desarrollan a partir de los queratinocitos de la capa profunda de la epidermis. Se producen principalmente en las zonas expuestas a la luz solar a diario (cara, cuello, extremidades, etc.). Su malignidad es local, es decir, no hacen metástasis en el organismo. Sin embargo, si no se tratan, pueden invadir y destruir la piel y los tejidos subyacentes, como el hueso o el cartílago. Suelen aparecer en la piel sana. Existen varias formas de carcinoma basocelular: nodular (el más común), superficial y esclerodermiforme.

Los carcinomas de células escamosas se desarrollan en la capa media de la epidermis. Igualmente, se producen principalmente en las zonas habitualmente expuestas al sol (cara, escote, extremidades, etc.) y pueden llegar a las mucosas (labios, genitales, etc.). Generalmente se desarrollan a partir de lesiones cutáneas preexistentes (queratosis actínicas, cicatrices de quemaduras, heridas cutáneas, enfermedad de Bowen, etc.). El pronóstico de estos carcinomas es menos bueno porque, si no se tratan, pueden extenderse y hacer metástasis a los ganglios linfáticos o a órganos distantes.

Los melanomas

Los melanomas se desarrollan a partir de los melanocitos, las células responsables de la producción de melanina, el pigmento que da color a los ojos, el pelo y la piel. La mayoría de los melanomas se desarrollan en la piel sana, sin lesiones preexistentes (80% de los casos) y aparecen en este caso como una mancha pigmentada. También pueden desarrollarse a partir de un lunar preexistente (20% de los casos).

Existen 4 tipos de melanoma: el melanoma de extensión superficial, el melanoma de Dubreuilh, el melanoma nodular y el melanoma acral lentiginoso. Se trata de tumores potencialmente agresivos que, si no se tratan, invaden los tejidos profundos y otras partes del cuerpo y provocan metástasis.

Los melanomas tienen un alto potencial metastásico.

¿Es frecuente el cáncer de piel?

Cada año se diagnostican en España unos 78.000 nuevos casos de cáncer de piel.

De ellos, los carcinomas cutáneos representan el 90% de estos cánceres, con un 70% de carcinomas basocelulares y un 20% de carcinomas de células escamosas.

Los melanomas representan el 10% de los cánceres de piel.

El número de casos de cáncer de piel se ha triplicado entre 1980 y 2018, debido principalmente al envejecimiento de la población y al aumento de la exposición a la radiación ultravioleta (UV).

Los carcinomas cutáneos

El pronóstico de los carcinomas cutáneos es relativamente bueno y se observa una curación en la mayoría de los casos, sobre todo en los carcinomas basocelulares que se desarrollan localmente y nunca hacen metástasis.

Los carcinomas de células escamosas tienen un peor pronóstico que los carcinomas basocelulares debido a la posibilidad de diseminación metastásica cuando el cáncer se detecta tarde, sin embargo, en la mayoría de los casos se detectan en una fase temprana y son fácilmente curables.

La edad media en el momento del diagnóstico es casi 10 años mayor en los carcinomas de células escamosas que en los carcinomas basocelulares. La edad media en el momento del diagnóstico es de 77 años para las mujeres y de 74,4 años para los hombres en el caso de los carcinomas de células escamosas, mientras que es de 66,5 años para las mujeres y de 66,7 años para los hombres en el caso de los carcinomas dnasocelulares.

Los melanomas

El pronóstico del melanoma también es relativamente bueno si se descubre en una fase temprana. En efecto, la tasa de supervivencia a 5 años (número de personas vivas 5 años después del diagnóstico) es de alrededor del 98% para un descubrimiento en una etapa localizada (temprana). En cambio, cuando se descubre en la fase metastásica, el pronóstico es muy malo, con una tasa de supervivencia a los 5 años de alrededor del 15%.

La edad media de diagnóstico es de 60 años, sin embargo, el melanoma es el cáncer más frecuente en adultos jóvenes (entre 25 y 50 años).

Causas y factores de riesgo del cáncer de piel

La exposición al sol

La exposición al sol es uno de los principales factores de riesgo del cáncer de piel. Los rayos ultravioleta (UV) son capaces de provocar cambios en el ADN de las células de la piel, lo que puede conducir a su cancerización. Estos rayos están clasificados como cancerígenos para los seres humanos desde 2009 por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC).

La aparición de carcinomas cutáneos se ve favorecida por la exposición repetida y prolongada al sol durante muchos años. Aparecen en las zonas más expuestas al sol (cara, cuello, hombros, extremidades, etc.).

Los melanomas son más propensos a desarrollarse tras una exposición intermitente e intensa al sol (que provoca quemaduras solares) y, en particular, durante la infancia o la adolescencia.

La radiación ultravioleta artificial

Estudios experimentales han demostrado que el riesgo de cáncer de piel aumenta con el uso temprano y regular de las cabinas de bronceado. En efecto, éstas utilizan principalmente los rayos UVA en dosis mucho más altas que la luz natural.

Por ello, las autoridades sanitarias de muchos países desaconsejan el uso de estas cabinas de bronceado.

El fototipo

El fototipo, un factor de riesgo interno, es decir, constitutivo del individuo, corresponde a la reacción de la piel a la exposición solar.

Es muy importante tenerlo en cuenta en los cánceres de piel. De hecho, cada individuo no tiene el mismo nivel de riesgo de desarrollar cáncer de piel por la misma cantidad de exposición al sol.

Se distingue entre los fototipos I a VI:

  • Fototipo I: Piel muy clara, pelo rubio o pelirrojo, pecas, ojos azules/verdes. Nunca se broncea, siempre se quema al sol.
  • Fototipo II: Piel muy clara, pelo rubio o castaño claro, pecas al sol, ojos claros a marrones. Se broncea con dificultad y a menudo se quema con el sol.
  • Fototipo III: Piel clara, pelo rubio o castaño, pocas o ninguna peca, ojos marrones. Se broncea gradualmente, a veces se quema con el sol.
  • Fototipo IV: Piel mate, pelo castaño o moreno, ojos marrones/negros. Se broncea rápidamente, se quema poco con el sol.
  • Fototipo V: Piel oscura, pelo oscuro, ojos negros. Se broncea fácilmente, rara vez se quema al sol.
  • Fototipo VI: Piel muy oscura o negra, pelo negro, ojos negros. Se broncea constantemente y con mucha facilidad, nunca se quema con el sol.

Los fototipos con piel, pelo y ojos claros son los que más riesgo tienen de desarrollar cáncer de piel.

Los lunares (melanoma)

El número de lunares (nevos) y su aspecto también son factores importantes en el riesgo de melanoma. En efecto, el 20% de los melanomas se desarrollan a partir de un lunar preexistente.

Por lo tanto, hay varios factores que aumentan el riesgo de melanoma:

  • Un número elevado de lunares (50 o más);
  • Presencia de un lunar congénito (presente desde el nacimiento) de gran tamaño (>20 cm);
  • Presencia de dos o más lunares atípicos (asimétricos, de bordes irregulares, de diferentes tonos de color, de diámetro >6 mm).

La inmunodepresión

La disminución de las defensas inmunitarias (inmunosupresión) conlleva un mayor riesgo de cáncer de piel.

Los pacientes que han recibido trasplantes de órganos deben tomar tratamientos inmunosupresores para limitar el riesgo de rechazo, pero estos tratamientos causan inmunosupresión, lo que aumenta el riesgo de cáncer de piel.

Además, las enfermedades responsables de un descenso del sistema inmunitario (VIH, leucemia) también son factores de riesgo de estos cánceres.

Los antecedentes personales (melanoma)

Una persona que ya ha tenido un melanoma tiene mayor riesgo de desarrollar un segundo.

La predisposición familiar (melanoma)

En España, el 20% de los melanomas están relacionados con genes de predisposición. En efecto, existen formas familiares de melanoma que se sospechan cuando varias personas de una misma familia se han visto afectadas por el melanoma. Así, el riesgo de melanoma aumenta cuando al menos dos familiares de primer grado (padre, madre, hermano o hermana) han tenido melanoma.

Se realiza un seguimiento específico de las personas portadoras de estos genes de predisposición

Otros factores de riesgo

Se han identificado otros factores de riesgo de cáncer de piel:

  • La exposición repetida a los rayos X o gamma, especialmente con la radioterapia (carcinomas cutáneos);
  • La exposición repetida al arsénico o al alquitrán (carcinomas cutáneos);
  • Las infecciones por el virus del papiloma (VPH) para los carcinomas de células escamosas;
  • Ciertas enfermedades genéticas: Xeroderma pigmentoso o albinismo oculocutáneo.

Diagnóstico del cáncer de piel

Cribado

En España, no existe un programa organizado de detección del cáncer de piel. De hecho, se basa esencialmente en la consulta al dermatólogo por iniciativa propia o de su médico, en cuanto aparezca una lesión sospechosa o un lunar inusual, o de forma regular, sin ninguna lesión en particular, como consulta de vigilancia.

Se recomienda la autoexploración periódica de la piel para detectar cualquier cambio en un lunar o la aparición de cualquier lesión.

Para controlar un lunar y diferenciar así entre lunares benignos y melanomas, se pueden utilizar 3 elementos:

  • Localizar el lunar que es diferente a los demás, el "patito feo";
  • Vigilar cualquier cambio en el aspecto de un lunar o a la aparición de una nueva mancha marrón en la piel;
  • Utilizar la regla ABCDE para ayudarte.

La regla ABCDE:

  • A de Asimetría: un lunar que no tiene forma redonda ni ovalada y cuyos colores y relieve no están distribuidos uniformemente alrededor de su centro;
  • B de Bordes irregulares: bordes irregulares mal definidos;
  • C de Color no homogéneo: presencia desordenada de varios colores (negro, azul, marrón, rojo o blanco);
  • D de Aumento del diámetro: los melanomas suelen ser mayores de 6 mm;
  • E de Evolución: cambio rápido de tamaño, forma, color o grosor.

Diagnóstico

Durante la consulta con el dermatólogo, se pregunta al paciente sobre su estado de salud general, sus antecedentes personales y familiares de cánceres de piel y cualquier factor de riesgo.

A continuación, el dermatólogo realiza un examen clínico para examinar la piel en busca de lesiones anormales o lunares sospechosos. El dermatólogo analiza toda la piel con un dermoscopio, un instrumento que incluye un sistema de aumento y una fuente de luz.

Cuando una lesión o lunar parece anormal y el dermatólogo sospecha que se trata de un cáncer de piel, se realiza una biopsia, es decir, la extracción de un fragmento de tejido que parece anormal, para su análisis. Alternativamente, cuando la lesión es pequeña, se extirpa toda la lesión y se analiza, formando así el diagnóstico y el tratamiento.

Es entonces el examen anatomopatológico de la lesión extirpada el que permite confirmar o no el diagnóstico de cáncer de piel. Este examen lo realiza un especialista, primero a simple vista y luego con un microscopio, y permite analizar el tejido y determinar si es canceroso o no, y en el caso del cáncer de piel, si se trata de un carcinoma basocelular, un carcinoma escamoso o un melanoma. También hay subtipos de cada cáncer de piel que el examen también determinará.

Una vez determinados el tipo y el subtipo de cáncer de piel, se lleva a cabo una evaluación de la extensión. En el caso del carcinoma basocelular, no hay que realizar ningún estudio particular porque el daño es local y no hay riesgo de diseminación metastásica.

En cambio, en el caso del carcinoma de células escamosas, se busca una agresión a los ganglios linfáticos vecinos. Para ello, el médico realiza un examen clínico y posiblemente una ecografía. Se pueden realizar exámenes adicionales si se sospecha que hay extensión a otros órganos.

Por último, en el caso del melanoma, el examen anatomopatológico también permite determinar los principales factores pronósticos como:

  • El grosor del melanoma, medido por el índice de Breslow: cuanto más grueso es el tumor, peor es el pronóstico;
  • La ulceración del melanoma: cuando el tumor se ulcera, el pronóstico es peor;
  • El cálculo del índice mitótico: número de mitosis/mm².

Esto permite determinar el estadio del melanoma y orientar así el tratamiento.

En función del grosor del melanoma, se realizará una segunda operación (resección) para garantizar la eliminación de todas las células cancerosas y limitar el riesgo de recaída.

En el caso de los melanomas que requieren tratamiento farmacológico, se realiza la búsqueda de mutaciones BRAF V600 y, más raramente, C-kit, para orientar la prescripción de determinados tratamientos.

Tratamientos para el cáncer de piel

El principal tratamiento para el cáncer de piel precoz es la cirugía.

Cuando el tumor es local, se realiza una escisión quirúrgica, es decir, se extirpa el tumor junto con unos milímetros de tejido sano circundante, tanto en superficie como en profundidad (margen de seguridad).

Tratamiento de los carcinomas cutáneos

En general, la cirugía es suficiente para el tratamiento de los carcinomas basocelulares y de células escamosas. El cirujano realiza una escisión quirúrgica, es decir, extirpa el tumor y algunos milímetros de tejido sano circundante, tanto superficial como profundamente. El objetivo principal es eliminar todas las células cancerosas para limitar el riesgo de recaída, por lo que el margen de resección (la zona de tejido sano que se elimina alrededor de la lesión) varía en función del carcinoma.

En algunos casos, se puede utilizar otra técnica quirúrgica, la cirugía de Mohs, que consiste en extirpar el tumor en pequeñas capas de células para poder eliminar el cáncer conservando la mayor cantidad posible de tejido sano. Sin embargo, esta técnica sólo está disponible en algunos centros y sólo se utiliza en casos concretos.

La crioterapia, es decir, la destrucción del tumor mediante el frío, también puede utilizarse para las lesiones superficiales. En este caso, se aplica nitrógeno líquido directamente sobre la lesión.

Para las lesiones más avanzadas y cuando la cirugía no es posible, se utiliza la criocirugía, una técnica que consiste en la introducción de una sonda refrigerada en el tumor.

Por último, la radioterapia, una técnica que utiliza la radiación para destruir las células cancerosas, se utiliza para los carcinomas recurrentes o localmente extensos y cuando la cirugía no es posible o el paciente se opone a ella.

Tratamiento del melanoma

En el caso del melanoma, la elección del tratamiento se realiza en una reunión de consulta multidisciplinar (RCP) en la que participan varios especialistas que determinan el tratamiento más adecuado. Esta elección se realiza en función de las características del melanoma y, en particular, de su estadio (grado de extensión), su grado (grado de agresividad), su tipo histológico (tipo de células implicadas) y su localización.

En el tratamiento del melanoma pueden utilizarse varios tipos de tratamiento: cirugía, tratamientos farmacológicos y radioterapia.

La cirugía

La cirugía es el principal tratamiento del melanoma. En el tratamiento del melanoma que ha hecho metástasis, puede combinarse con el tratamiento farmacológico o la radioterapia.

El objetivo principal de la cirugía es eliminar todas las células cancerosas para limitar el riesgo de recaída, por lo que el margen de extirpación (la zona de tejido sano eliminada alrededor de la lesión) varía en función del melanoma.

En primer lugar, el cirujano realiza una escisión diagnóstica, es decir, extirpa la lesión para confirmar el diagnóstico de melanoma. A continuación, si es necesario, se repite la escisión, es decir, se programa una segunda intervención quirúrgica para completar la primera y eliminar así un mayor margen de tejido sano alrededor del tumor. Esto también se conoce como resección ampliada.

En algunos casos, también se puede realizar una extirpación del ganglio linfático centinela, es decir, el cirujano extirpará el primer o los primeros ganglios linfáticos situados en la zona de drenaje del tumor para analizarlos y comprobar si han sido invadidos por células cancerosas. Si el o los ganglios linfáticos están invadidos, puede decidirse una extirpación de los ganglios linfáticos situados en la zona de drenaje del tumor.

Los tratamientos farmacológicos

Se utilizan 3 tipos principales de tratamientos farmacológicos para tratar el melanoma:

  • La inmunoterapia;
  • Las terapias dirigidas;
  • La quimioterapia convencional.

Estos tratamientos no se utilizan para tratar todos los melanomas. Según el caso, pueden utilizarse para algunos melanomas en estadio II, III y IV.

La inmunoterapia es un enfoque terapéutico que estimula el sistema inmunitario del paciente para luchar contra la enfermedad y, en el caso del cáncer, para destruir el tumor.

Esta estrategia terapéutica no se dirige directamente al tumor, sino que actúa estimulando el sistema inmunitario.

Las terapias dirigidas actúan específicamente bloqueando el crecimiento de las células cancerosas o bloqueando el crecimiento de los vasos sanguíneos que alimentan el tumor y le permiten obtener nutrientes y oxígeno.

Por lo tanto, este enfoque impedirá el desarrollo del tumor actuando directamente sobre su crecimiento o actuando sobre los vasos sanguíneos que suministran los elementos esenciales para su crecimiento.

La quimioterapia es un tratamiento anticanceroso destinado a eliminar las células cancerosas en cualquier parte del cuerpo. Actúa destruyendo estas células o impidiendo su multiplicación.

La radioterapia

La radioterapia, una técnica que utiliza la radiación para destruir las células cancerosas, se utiliza raramente en el tratamiento del melanoma. Puede proponerse para aliviar los síntomas de una metástasis ósea o cutánea, por ejemplo.

Seguimiento médico

Tras el tratamiento del cáncer de piel, es necesario un seguimiento importante durante toda la vida del paciente. De hecho, los pacientes que ya han contraído un cáncer de piel tienen más riesgo de desarrollar otro.

Además, en los primeros años después del cáncer de piel, el riesgo de recaída es alto, por lo que el seguimiento médico regular es esencial para controlar la aparición del cáncer de piel.

Esto se hace mediante consultas de seguimiento con el dermatólogo y el médico que trata al paciente, de forma regular durante los primeros años y con visitas algo más frecuentes después.

Durante estas consultas, el médico realiza un examen clínico de toda la piel y de la cicatriz. También palpa los ganglios linfáticos. Si es necesario, también se pueden realizar exámenes de imagen.

Por último, se enseña al paciente a realizar un autoexamen de la piel para detectar cualquier lesión o lunar sospechoso. También advierte al paciente sobre los factores de riesgo de los cánceres de piel y, en particular, sobre el peligro de la exposición al sol.

En conclusión, los cánceres de piel constan en realidad de 3 tipos diferentes de cáncer, divididos a su vez en subtipos. Los carcinomas cutáneos son cánceres relativamente frecuentes, pero permanecen localizados la mayoría de las veces, aunque el carcinoma de células escamosas puede hacer metástasis si no se trata a tiempo. El melanoma es otro cáncer de piel menos frecuente pero más grave.

El principal factor de riesgo de los cánceres de piel es la exposición repetida o intensa al sol, por lo que la prevención de dicha exposición es la más importante contra estos cánceres.

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Autor: Manon Astruc, Estudiante de farmacia, Redactora de salud

Manon es estudiante de 5º año de farmacia en la facultad de Châtenay-Malabry. En Carenity, se encarga de redactar las fichas de enfermedad. Está... >> Saber más

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