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La cantidad de VIH oculto en los reservorios es 70 veces mayor de lo que se pensaba

Publicado el 30 may. 2017

La cantidad de VIH oculto en los reservorios es 70 veces mayor de lo que se pensaba
Gracias a la gran eficacia de las actuales terapias antirretrovirales frente al virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), los pacientes con el VIH pueden vivir muchas décadas tras haber contraído la infección. Unas terapias que, sin embargo, no son capaces de erradicar el virus, por lo que la infección nunca llega a curarse. Y es que el VIH se ‘esconde’ dentro de algunas células del organismo –los consabidos ‘reservorios virales’–, en los que permanece ‘agazapado’ en espera de reactivar la infección. Pero, ¿cómo saber si un paciente está realmente curado o, por el contrario, sigue portando estas copias latentes del virus? Pues con las pruebas ya disponibles para detectar estos reservorios. El problema es que, además de muy caras, parece que no son demasiado eficientes. De ahí la importancia de un estudio llevado a cabo por investigadores de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Pittsburgh (EE.UU.), en el que se describe un nuevo test más rápido, barato y, sobre todo, mucho más sensible a la hora de detectar y cuantificar el virus ‘oculto’. Y lo primero que ha mostrado esta nueva prueba es que la cantidad de VIH latente y ‘acechante’ en las personas en las que prácticamente se ha logrado la curación es hasta 70 veces mayor de lo que se pensaba.

Como explica Phalguni Gupta, director de esta investigación publicada en la revista «Nature Medicine», «se están llevando a cabo esfuerzos muy significativos en todo el mundo para curar a la población con VIH a través de la búsqueda de vías para erradicar este reservorio latente del virus que, a pesar de los mejores tratamientos disponibles, persiste de manera tan obstinada en los pacientes. Sin embargo, estos esfuerzos no llegarán muy lejos si no contamos con pruebas suficientemente sensibles y prácticas como para indicar a los médicos que un paciente está realmente curado».
Sensible, rápido y más barato

El VIH se expando a través del organismo infectando los linfocitos T CD4+, un tipo de leucocito –o glóbulo blanco– que juega un papel primordial a la hora de defender al organismo frente a la invasión. Y en este contexto, las actuales terapias antirretrovirales han avanzado una barbaridad a la hora de controlar la infección, hasta el punto de que los pacientes llegan a tener una única copia del virus por cada millón de linfocitos T CD4+.

Sin embargo, la mayoría del VIH presente en estos linfocitos no tiene la capacidad de seguir expandiendo la infección. Y es que su ADN es defectuoso, por lo que el virus no puede replicarse. Pero la mayoría no significa ‘todos’. Así, y una vez se constata que el tratamiento antirretroviral está siendo eficaz, es vital saber si el ADN viral detectado en los test tiene o no la capacidad de replicarse. Y es que en el caso de que la respuesta fuera afirmativa, la suspensión del tratamiento conllevaría una re-expansión de la infección por todo el organismo.

"Los esfuerzos para erradicar el VIH no llegarán muy lejos si no contamos con pruebas que indiquen a los médicos cuándo un paciente está realmente curado" Phalguni Gupta

Llegados a este punto, ¿existe ya algún test capaz de identificar si el VIH persistente puede o no replicarse? Pues sí. A día de hoy ya se encuentra disponible el Q-VOA –o ‘prueba cuantitativa de crecimiento viral. El problema es que para su uso se requiere una gran cantidad de sangre del paciente. Y además, es muy caro y requiere mucho tiempo y dedicación por los médicos. Y a todo ello se aúna, como muestra el nuevo estudio, que la estimación del tamaño de los reservorios de VIH latente que ofrece este Q-VOA es mínima.

La nueva prueba o test, bautizada como ‘TZA’, actúa detectando un gen que solo se activa cuando el VIH se está replicando, lo que permite a los médicos ‘marcar’ el virus y detectarlo. Y este TZA, ¿qué ventajas ofrece frente al Q-VOA? Pues que requiere menos tiempo –los resultados se obtienen en una semana en lugar de en dos–, dinero –el Q-VOA es tres veces más caro– y sangre del paciente. Y lo que es más importante, es mucho más sensible a la hora de identificar la presencia de reservorios virales.
Más cerca de la curación

En definitiva, el nuevo test posibilita una detección más precisa del VIH oculto en el organismo, lo que abre la puerta al desarrollo de métodos más eficaces para destruirlo. Un aspecto muy a tener en cuenta dado que este virus latente constituye el mayor obstáculo para lograr la ansiada curación del VIH/sida.

Como concluye Phalguni Gupta, «gracias a esta prueba hemos podido demostrar que los pacientes en tratamiento antirretroviral que permanecen asintomáticos portan una cantidad de VIH latente mucho más grande de la previamente estimada, hasta 70 mayor de la detectada con el test Q-VOA. Y dado que ambos test utilizan vías diferentes para medir el VIH capaz de replicarse, sería beneficioso poder contar con ambas pruebas de cara al objetivo de lograr una cura».

Es más; dado que requiere unas cantidades de sangre significativamente mayores, el test TZA se presenta como la prueba idónea para cuantificar el VIH latente en la población pediátrica –así como en los ganglios linfáticos y demás tejidos donde el virus suele esconderse.

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