Fibromialgia: ¿El verano significa respiro o con sufrimiento?
Publicado el 14 jul. 2025 • Por Candice Salomé
El verano ya está aquí, y con él llegan las promesas de sol, relajación y calor. Pero para las personas con fibromialgia, la estación está lejos de ser un respiro. Mientras que algunos experimentan un alivio temporal, otros ven cómo sus dolores y fatiga empeoran con las altas temperaturas.
¿Por qué el calor tiene efectos tan diferentes en cada persona? ¿Cómo podemos adaptar nuestra vida cotidiana para sobrellevar mejor este delicado periodo?
Este artículo analiza la relación entre la fibromialgia y el calor estival y te ofrece consejos prácticos para pasar el verano con mayor tranquilidad.

¿Qué es la fibromialgia?
Una enfermedad crónica con múltiples síntomas
La fibromialgia se caracteriza por un conjunto de síntomas persistentes e incapacitantes, entre los que destaca el dolor muscular generalizado. Este dolor, a menudo descrito como ardor, pinchazos o una sensación constante de agujetas, puede ir acompañado de una rigidez significativa, sobre todo al despertar.
La fatiga es uno de los síntomas más comunes que señalan siempre los pacientes. Puede ser tan intensa que interfiere incluso en la más mínima actividad cotidiana. Otros problemas, como la dificultad para concentrarse, la pérdida de memoria a corto plazo (a veces llamada "fibroneblina") o incluso la ansiedad y la depresión, suelen agravarse. Las alteraciones del sueño también son frecuentes, lo que provoca noches sin descanso que, con el tiempo, agravan la sensación de agotamiento.
Un origen que todavia no se conoce bien
A pesar de las numerosas investigaciones realizadas, las causas exactas de la fibromialgia siguen siendo poco conocidas. Sin embargo, varias hipótesis apuntan a una disfunción del sistema nervioso central. El cerebro y la médula espinal pueden procesar las señales de dolor de forma exagerada, incluso en ausencia de una lesión identificable.
Se cree que este fenómeno, conocido como sensibilización central, reduce el umbral de tolerancia al dolor y explica la hipersensibilidad de los pacientes a determinados estímulos sensoriales, como el ruido, la luz, el frío o... el calor.
Calor veraniego y fibromialgia: ¿Qué efectos tiene sobre los síntomas?
Los efectos potencialmente beneficiosos del calor
Algunos pacientes con fibromialgia informan de una mejoría de su estado durante los periodos de calor moderado. En efecto, el calor ayuda a relajar los músculos y, por tanto, puede reducir la intensidad del dolor que se siente.
También mejora la circulación sanguínea, ayudando a oxigenar mejor los tejidos y a reducir la rigidez articular, sobre todo por la mañana. Para estas personas, los días cálidos y soleados son sinónimo de alivio, movilidad renovada y mejora del estado de ánimo.
Los efectos negativos: cuando el calor se convierte en una carga
Para otros, sin embargo, el intenso calor del verano se convierte en un auténtico calvario. El calor excesivo puede provocar una rápida sensación de agotamiento, incluso con un esfuerzo mínimo. Esta fatiga, ya presente de forma crónica, puede volverse aún más persistente.
La calidad del sueño también se ve alterada por las altas temperaturas nocturnas, que impiden que el organismo se regenere adecuadamente. Algunos pacientes se quejan de despertares frecuentes, sudores nocturnos o dificultad para conciliar el sueño.
Por último, a menudo se registran dolores de cabeza, mareos e indisposiciones relacionados con el calor, lo que agrava la incomodidad y la sensación general de malestar. Para estas personas, el verano representa un periodo difícil de superar.
¿Por qué algunas personas sufren más en verano?
Hipersensibilidad a las variaciones climáticas
La fibromialgia suele asociarse a una sensibilidad particular a los cambios climáticos. Ya sea la humedad, las variaciones de temperatura o la presión atmosférica, estos factores pueden influir en la intensidad de los síntomas.
No es raro oír a los pacientes decir que "sienten" el cambio de tiempo en sus cuerpos, como si tuvieran un meteorólogo en el interior. El verano, con sus repentinas olas de calor, puede ser un período inestable y una fuente de desequilibrio.
El papel de la desregulación del sistema nervioso
En pacientes con fibromialgia, el sistema nervioso no siempre regula correctamente la temperatura corporal. Esta desregulación térmica, sumada a la hipersensibilidad sensorial, puede provocar intolerancia al calor.
El cuerpo lucha entonces por adaptarse a los aumentos de temperatura, provocando un sobrecalentamiento interno, sensación de malestar, incluso sofocos o sudoración incontrolada. Este desequilibrio agrava el dolor y el agotamiento.
¿Cómo vivir mejor con fibromialgia en verano?
Adaptarse al calor a diario
Para sobrellevar mejor los efectos del calor, es fundamental adaptar los hábitos. Usar ropa ligera y transpirable, preferir espacios con sombra o aire acondicionado y evitar salir durante las horas más calurosas del día son medidas que pueden mejorar el confort diario.
También es aconsejable replantearse los horarios y realizar las actividades físicas a primera hora de la mañana o al final del día, cuando la temperatura es más suave. Esta adaptación permite mantenerse activo sin exponerse innecesariamente al estrés térmico.
Dieta e hidratación
En période estivale, l’alimentation joue un rôle clé. Il est important de boire régulièrement, même sans sensation de soif, afin de prévenir la déshydratation. Les boissons fraîches, les fruits riches en eau comme la pastèque ou le concombre, et les repas légers sont à privilégier. Durante el verano, la alimentación juega un papel fundamental. Es importante beber regularmente, incluso si no se tiene sed, para prevenir la deshidratación. Se recomiendan bebidas refrescantes, frutas ricas en agua como la sandía o el pepino, y comidas ligeras.
Por el contrario, ciertos alimentos proinflamatorios, ricos en azúcares o grasas saturadas, pueden acentuar el dolor o favorecerer las molestias digestivas. Así que adaptar la dieta a la estación puede tener un impacto real en los síntomas.
Gestionar el sueño a pesar del calor
Dado que el sueño es un pilar fundamental para los pacientes con fibromialgia, conviene poner en marcha estrategias que ayuden a dormir mejor a pesar del calor. Ventilar el dormitorio por la noche, utilizar un ventilador o aire acondicionado, o un paño húmedo, evitar las pantallas antes de acostarse y establecer una rutina relajante pueden marcar la diferencia.
El objetivo es crear un entorno propicio al descanso, porque dormir bien ayuda a controlar mejor el dolor, la ansiedad y la fatiga.
En resumen
Los efectos del calor en la fibromialgia varían de una persona a otra. Mientras que algunos experimentan un alivio bienvenido durante el verano, otros lo viven como un desafío adicional. Lo importante es escuchar a tu cuerpo, adaptar tus hábitos y no dudar en consultar con un profesional de la salud si es necesario.
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