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El síntoma principal de la artrosis es el dolor. Este dolor es "mecánico", es decir, está provocado por el movimiento y aumenta con este, y se reduce, e incluso cesa, cuando la articulación está en reposo. Normalmente, es menos evidente durante la mañana (después de que la articulación entre en calor) y aumenta durante el día, para llegar a su punto álgido durante la noche. En ocasiones, puede afectar a la capacidad para conciliar el sueño.
Del mismo modo, puede observarse rigidez en la articulación con artrosis, sobre todo cuando la articulación vuelve a activarse tras un periodo de reposo. Al levantarse por la mañana, es posible que la articulación esté rígida y deba "desbloquearse" durante algunos segundos/minutos, lo que puede ser doloroso. El tiempo necesario para el desbloqueo puede ir en aumento si no se aplica ningún tratamiento debido a la pérdida progresiva de la flexibilidad de la articulación.
La artrosis puede, del mismo modo, provocar deformaciones de las articulaciones u "osteofitos", sobre todo en los dedos de las manos y de los pies.
Junto con estos síntomas, presentes de forma crónica, pueden darse, de vez en cuando, crisis transitorias: durante la destrucción del cartílago, pueden desprenderse pequeños fragmentos y "flotar" en la articulación. Estos fragmentos desencadenarán exacerbaciones inflamatorias, lo que aumenta el dolor en la articulación y, por lo tanto, provoca una hipersecreción de líquido y puede conllevar la hinchazón de la articulación. Asimismo, la rigidez matinal puede ser más significativa que el propio dolor, y este último puede provocar que el paciente se despierte de noche durante la fase de crisis.
Última actualización: 16/1/19
