Nefropatía diabética: ¡hablemos de ella!
Publicado el 2 abr. 2022 • Por Candice Salomé
El riñón es uno de los principales objetivos de las complicaciones relacionadas con la diabetes. En efecto, la hiperglucemia (o niveles elevados de azúcar en sangre) altera el funcionamiento de los pequeños vasos sanguíneos y del riñón. Esto se conoce como nefropatía diabética o complicación renal de la diabetes.
Pero, ¿qué es realmente la nefropatía diabética? ¿A quiénes afecta esta complicación de la diabetes? ¿Cómo se puede detectar? ¿Cómo afrontarla?
¡Te lo contamos todo en nuestro artículo!
¿Qué es la nefropatía diabética?
La nefropatía diabética es una enfermedad renal que se desarrolla tras años de diabetes insulinodependiente o no insulinodependiente y que provoca una deficiencia de filtración de los riñones.
El elevado nivel de azúcar en sangre (hiperglucemia) altera la función de los pequeños vasos sanguíneos y la función del riñón.
El riñón forma la orina filtrando la sangre. En la diabetes, el filtro renal se obstruye y las membranas del filtro se engrosan. Esto significa que el riñón ya no elimina ciertos productos de desecho y permite que pasen a la orina moléculas que no deberían estar presentes.
El riñón, entre otras cosas, dejará pasar cada vez más albúmina (la principal proteína que circula en la sangre), que es tóxica para el riñón, lo que provoca un agravamiento de la nefropatía. Inicialmente, se trata únicamente de una albuminuria moderada con 30-300 mg de albúmina excretada en la orina al día, después se transforma en una proteinuria franca (superior a 500 mg/d).
La nefropatía diabética se desarrolla silenciosamente y sin ningún signo clínico hasta el final del curso de la enfermedad, momento en el que puede observarse una hipertensión arterial.
En la diabetes de tipo 1, se describen 5 estadios de nefropatía diabética:
- Estadio 1: desde el inicio de la diabetes, se caracteriza por un aumento de la tasa de filtración glomerular (filtración de la sangre por el glomérulo del riñón) y una hipertrofia renal,
- Estadio 2: se produce entre 2 y 5 años después y se caracteriza por el daño del tejido renal. En esta fase, todavía no hay síntomas. Se denomina entonces "nefropatía silenciosa". Algunos diabéticos no superan esta fase,
- Estadio 3: comienza la nefropatía diabética, que se manifiesta con la aparición de microalbuminuria e hipertensión arterial. Esto afecta a algo menos de uno de cada dos diabéticos. El estadio 3 suele producirse entre 6 y 15 años después del diagnóstico. La tasa de filtración glomerular parece haber vuelto a la normalidad, pero el daño celular sigue presente,
- Estadio 4: la nefropatía diabética se manifiesta por una proteinuria superior a 500 mg/día,
- Estadio 5: aparece la insuficiencia renal terminal. Estadio 5: se produce una insuficiencia renal terminal. La proteinuria es importante y la hipertensión es grave.
En la diabetes de tipo 2, la evolución de la nefropatía diabética es más complicada y, en casi un tercio de los pacientes, el deterioro de la función renal puede producirse sin la aparición de microalbuminuria. En uno de cada tres casos, el daño glomerular puede incluso ser diferente de la típica glomerulopatía diabética.
Es esencial identificar los signos tempranos de la nefropatía diabética para evitar las formas más graves de esta complicación.
¿Cómo detectar la nefropatía diabética?
La presencia de una cantidad incluso pequeña de albúmina en la orina (también conocida como microalbuminuria) es el primer signo de que el riñón ya no es capaz de filtrar los productos de desecho del organismo.
Es fundamental buscarla y el cribado sistemático de la nefropatía diabética debe realizarse al menos una vez al año. Esto se hace buscando albúmina en la orina.
Si se repite la presencia de albúmina en la orina, el médico reforzará los controles con una prueba de microalbuminuria una o varias veces al año. El médico puede entonces iniciar rápidamente los tratamientos para prevenir o retrasar la evolución de la nefropatía diabética.
Esta evolución difiere de un paciente a otro. Por lo tanto, el seguimiento regular es esencial para adaptar el tratamiento. Si no se protegen los riñones, el filtro renal seguirá deteriorándose. Se habla de insuficiencia renal cuando las funciones de filtración del riñón son insuficientes.
Además de los análisis de orina, se utilizan análisis de sangre periódicos para identificar los primeros signos de daño renal y evaluar la función renal.
La capacidad de filtración del riñón se mide mediante un análisis de sangre de creatinina.
En los pacientes con diabetes, se recomienda una prueba renal al menos una vez al año, además de una prueba de hemoglobina glucosilada (HbA1c) cada 3 meses.
Es importante recordar que hay otros factores que pueden agravar el daño renal: la hipertensión arterial, ciertas enfermedades como la insuficiencia cardíaca y factores de riesgo cardiovascular como el colesterol alto, la obesidad, el sedentarismo y la dieta desequilibrada.
¿Cómo tratar la nefropatía diabética?
El control óptimo de la diabetes, la hipertensión arterial y el colesterol alto, si están presentes, es el primer paso para proteger los riñones.
Debe garantizarse un buen control glucémico mediante un tratamiento antidiabético, ya que los niveles elevados de azúcar en sangre favorecen la aparición y la progresión de la nefropatía diabética.
La presión arterial también debe estar bien controlada, lo que significa que debe mantenerse por debajo de 130/80 mmHg, con un tratamiento antihipertensivo eficaz.
El tratamiento estándar suele ser un inhibidor de la enzima de conversión (ECA) o un bloqueador de los receptores de la angiotensina II (ARA II), ya que son nefroprotectores, pero a menudo es necesario combinar varios fármacos antihipertensivos para alcanzar el objetivo de presión arterial. Por ello, se suele añadir un diurético tiazídico.
Para minimizar la proteinuria (la presencia de proteínas en la orina), se puede combinar un inhibidor de la ECA con un ARA II (siempre que se aumente el tratamiento con diuréticos) o se pueden aumentar las dosis de ARA II.
Los inhibidores directos de la renina también han demostrado ser nefroprotectores.
En los casos de dislipidemia (una concentración muy elevada de lípidos en la sangre), el objetivo primordial es reducir el nivel de colesterol LDL por debajo de 1g/l mediante medidas higiénico dietéticas y tratamientos farmacológicos si es necesario.
Es necesario vacunarse contra la hepatitis B.
Además, hay que dejar de fumar por su toxicidad para el riñón. También hay que combatir los factores de riesgo cardiovascular, como la obesidad o el sedentarismo.
Por último, en la fase de insuficiencia renal terminal, el tratamiento se basa en la diálisis peritoneal, la hemodiálisis y el trasplante (de riñón solo, de riñón-páncreas o de islotes de Langerhans).
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