Diabetes tipo 2: saber más

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Diabetes de Tipo 2

¿Qué es la diabetes de tipo 2?

Definición

La diabetes de tipo 2 (DT2), antes conocida como diabetes mellitus no insulinodependiente (DMNID) o "diabetes grasa", es una enfermedad crónica caracterizada por un exceso continuo de glucosa en la sangre (hiperglucemia).

La diabetes de tipo 2 es una enfermedad crónica que se caracteriza por un exceso continuo de glucosa en la sangre (hiperglucemia).

Suele aparecer en adultos mayores de 40 años, pero su diagnóstico puede retrasarse debido al curso inicial.

Expone a numerosas complicaciones, especialmente cardiovasculares, renales, oftalmológicas, etc.

La glucosa (azúcar) es el "combustible" de las células del cuerpo, que la necesitan constantemente para funcionar correctamente (especialmente el cerebro). La glucosa que circula por la sangre procede de nuestra alimentación (cereales, lácteos, fruta, etc.) o de nuestras reservas energéticas (producidas por el hígado o los músculos).

En una persona sana, el páncreas segrega hormonas para regular el nivel de glucosa en la sangre (también conocido como azúcar en sangre o glucémia). Las dos principales hormonas segregadas por el páncreas son la insulina y el glucagón. La insulina permite que la glucosa entre en las células de los músculos, el tejido graso y el hígado, donde puede ser procesada y almacenada. La glucosa disminuye entonces en la sangre.

El glucagón permite la liberación de la glucosa almacenada en el hígado, fuera de las comidas, cuando los niveles de azúcar en la sangre descienden: aumenta el nivel de glucosa en la sangre.

El equilibrio de estas hormonas es lo que mantiene estables los niveles de glucosa en sangre en el organismo.

En la diabetes de tipo 2, este sistema regulador está alterado. En primer lugar, existe una resistencia a la insulina en las células musculares y en el hígado (insulinorresistencia), relacionada con el exceso de grasa visceral y un estilo de vida sedentario. Al principio, el páncreas es capaz de compensar aumentando la secreción de insulina. Pero una enfermedad de las células beta del páncreas (muerte celular o apoptosis) disminuye progresivamente la secreción de insulina, que ya no es capaz de compensar esta resistencia a la insulina.

Al mismo tiempo, el páncreas produce un exceso de glucagón, lo que aumenta la glucemia. Para reequilibrar el alto nivel de azúcar en la sangre, hay que producir insulina en grandes cantidades. Con el paso del tiempo, la producción excesiva de insulina ya no es suficiente para compensar la hiperglucemia: el páncreas se agota y la secreción de insulina se reduce (insulinopenia). Es en este contexto hormonal donde puede aparecer la diabetes de tipo 2.

En comparación, la diabetes de tipo 1, que suele presentarse desde la infancia, es el resultado de la destrucción del páncreas por las propias defensas inmunitarias del paciente (es una enfermedad denominada autoinmune). Por lo tanto, hay una producción insuficiente de insulina y su tratamiento requiere inyecciones diarias de insulina (terapia de insulina) durante toda la vida.

Una enfermedad en plena expansión

Considerada una verdadera epidemia, según la OMS el número de diabéticos de tipo 2 en el mundo pasó de 108 a 422 millones entre 1980 y 2014. Este aumento se debería principalmente al envejecimiento de la población, pero también al estilo de vida sedentario y a la mala alimentación, que conducen al sobrepeso.

En España, según un estudio publicado en 2020, la diabetes tipo 2 afecta al 13,8% de la población, es decir, a más de 4,5 millones de personas.

Síntomas y diagnóstico de la diabetes de tipo 2

La hiperglucemia causada por la diabetes de tipo 2 permanece asintomática (sin síntomas) durante mucho tiempo y la enfermedad se desarrolla de forma silenciosa durante varios años. Suele descubrirse incidentalmente durante un análisis de sangre o cuando se producen ciertas complicaciones.

Así, el diagnóstico de la diabetes de tipo 2 suele hacerse tarde, en torno a los 60-65 años, y se realiza en un laboratorio de biología médica, durante un análisis de sangre en ayunas, midiendo la glucemia. La diabetes se confirma cuando los niveles de glucemia en ayunas son iguales o superiores a 1,26 g/l en dos ocasiones o iguales o superiores a 2 g/l en cualquier momento del día.

Lee el testimonio de @Paracelsus, un miembro de Carenity España, que habla de su diagnóstico, de cómo se siente hoy en día y de cómo ha conseguido mantener su glucemia bajo control.

"Me entero de que soy diabético en 2008 a los 48 años, seguramente llevaba años con la glucosa por encima de los niveles recomendados (yo creo que unos 8 años) pero fue en un reconocimiento médico para ser piloto de avioneta donde me encontré con el enemigo silencioso."

A diferencia de la diabetes de tipo 1, que aparece de forma repentina, la diabetes de tipo 2 va precedida de una fase intermedia denominada prediabetes. La OMS (Organización Mundial de la Salud) la describe a través de 2 criterios: un nivel de azúcar en la sangre entre 1,1 y 1,25 g/L después de un ayuno de 8 horas y comprobado dos veces (sabiendo que un nivel normal de azúcar en la sangre en ayunas está entre 0,7 y 1,1g/L), relacionado con una intolerancia a la glucosa de todas las células (especialmente del hígado y los músculos), lo que provoca un aumento excesivo de la glucemia después de la ingesta de azúcar. Esta fase es reversible, sobre todo si se respetan las medidas higiénico dietéticas, y puede limitar la evolución de la enfermedad hacia la diabetes de tipo 2 y reducir así los riesgos de complicaciones cardiovasculares.

Cuando se desarrolla la diabetes de tipo 1, el paciente puede experimentar una sed importante, un aumento del apetito, una micción frecuente o una fatiga crónica. También puede observarse pérdida de peso y visión borrosa. Por último, cabe señalar una mayor susceptibilidad a las infecciones (forúnculos, candidiasis genital, prurito genital).

Otras medidas, como la glucemia postprandial (medición de la glucosa en sangre después de una comida), la glucemia inducida (medición de la velocidad de los cambios de la glucemia después de ingerir glucosa) o la hemoglobina glicosilada (hemoglobina a la que se une la glucosa, que debe ser inferior al 7% de la hemoglobina total, pero que el médico puede adaptar en función del perfil del paciente), también pueden confirmar o aclarar el diagnóstico.

Por último, se recomienda realizar un cribado oportunista específico cada tres años en los sujetos mayores de 45 años que presenten, además de la edad, uno de los siguientes marcadores de riesgo de diabetes de tipo 2:

  • origen geográfico (persona de origen no caucásico y/o emigrante que ha adoptado un estilo de vida occidental)
  • marcador de síndrome metabólico (sobrepeso con un IMC ≥ 25 kg/m2, hipertensión arterial, dislipidemia que incluye calidad y cantidad anormal de colesterol en sangre, etc.)
  • antecedentes de diabetes en la familia directa, o diabetes inducida temporalmente (por ejemplo, inducida por la toma de corticosteroides), o diabetes gestacional o después de dar a luz a un niño de más de 4 kg

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Complicaciones de la diabetes tipo 2

Complicaciones crónicas

Cuando la diabetes de tipo 2 está mal controlada y la hiperglucemia persiste en el tiempo, puede ser la causa de muchas complicaciones, sobre todo vasculares: con estragos en los vasos pequeños (microvasculares) y grandes (macrovasculares).

Así, pueden observarse diversas complicaciones:

  • cardiovasculares: el colesterol se deposita en las paredes de los vasos sanguíneos con la formación de placas ateromatosas, que conducen a la obstrucción parcial o incluso total de los vasos. Existe entonces un riesgo de infarto de miocardio (que se multiplica entre el 3 y el 5% en los diabéticos de tipo 2), de hipertensión arterial, de accidente cerebrovascular (AVC) y de mala circulación en las arterias de las piernas (arteritis de los miembros inferiores).
  • renales: nefropatía diabética con daños en el revestimiento de los riñones, que permite que las proteínas (especialmente la albúmina) pasen a la orina. Si no se trata, puede provocar una insuficiencia renal crónica (cada año, 3.000 diabéticos se someten a diálisis renal o reciben un trasplante de riñón).
  • neurológicas: la hiperglucemia altera la estructura de los nervios periféricos (que controlan los músculos y la sensibilidad de la piel) y los nervios del sistema nervioso autónomo (que controlan los distintos órganos). Esto se llama neuropatía diabética.
  • oftalmológicas: las microoclusiones capilares (los vasos más pequeños) dañan la retina, lo que puede provocar ceguera.
  • daños en los pies: la insensibilidad al dolor expone al paciente diabético a heridas en los pies que cicatrizan con dificultad y favorecen las infecciones, lo que puede conducir a amputaciones.
  • susceptibilidad a las infecciones: cutáneas (abscesos y gangrena), bucales (gingivitis y periodontitis) y genitales (infecciones urinarias y micosis vaginales)
  • enfermedades hepáticas: esteatosis no alcohólica o "enfermedad del hígado graso" (NAFLD/NASH)
  • disfunción eréctil: relacionada con el daño vascular y la neuropatía diabética.

Complicaciones agudas

La cetoacidosis diabética (una emergencia terapéutica importante) puede producirse en pacientes con DT2 en situaciones denominadas "de agresión", es decir, cuando las necesidades de insulina del organismo son mayores de lo habitual (infarto de miocardio, infección grave, cirugía mayor, etc.). El azúcar ya no penetra en las células debido a la deficiencia de insulina y, por tanto, el organismo utiliza los ácidos grasos para producir energía: se producen cuerpos cetónicos. Los signos clínicos son náuseas, dolor abdominal y pérdida de peso, seguidos de respiración rápida, olor a acetona en el aliento, deshidratación general y alteración de la conciencia. La cetoacidosis debe tratarse como una emergencia porque puede llevar al coma y a la muerte.

El coma hiperosmolar afecta a sujetos de edad avanzada con DT2. Se trata de una fuerte deshidratación causada por una hiperglucemia muy importante. Los factores desencadenantes son las infecciones, la diarrea o la ingesta de diuréticos. Esta complicación comienza de forma gradual y la aparición de una sed intensa y una gran fatiga muscular deben hacer saltar la alarma. También es una emergencia, ya que puede provocar la muerte.

Por último, la hipoglucemia se produce cuando el tratamiento (insulinas y/o sulfonamidas hipoglucemiantes) es objeto de una sobredosis, en caso de actividad física inhabitual o después de una comida demasiado baja en hidratos de carbono. Para evitarlos, es necesario saber identificar los diferentes síntomas: sudoración, temblores, palidez, visión borrosa, hambre, debilidad y trastornos del estado de ánimo. Cuando aparezcan estos síntomas, hay que interrumpir toda actividad física y tomar 3 terrones de azúcar, un zumo o 2 cucharaditas de miel o mermelada.

Causas y factores de riesgo de la diabetes de tipo 2

No existe una única causa, sino varios factores de riesgo para la diabetes de tipo 2:

  • factores genéticos: predisposición familiar con un pariente de primer grado (madre, padre, hermano, hermana) con diabetes tipo 2, pero también poblaciones más particularmente afectadas por la enfermedad (incluyendo personas de origen africano, latinoamericano, asiático...)
  • factores ambientales: una dieta desequilibrada (demasiadas calorías) y un estilo de vida sedentario que favorecen la obesidad. El tabaquismo y la hipertensión arterial también están implicados en la diabetes de tipo 2.
  • Por último, la microbiota intestinal, que depende de las predisposiciones genéticas y es muy sensible al estilo de vida (nutrición, medicación, sedentarismo) de su huésped, podría constituir un factor de riesgo en sí mismo (se habla de la "firma" de la microbiota de los pacientes diabéticos). Por tanto, un estilo de vida saludable podría ayudar a prevenir el desarrollo de la diabetes de tipo 2.
  • En el caso de las mujeres, el embarazo es un factor de riesgo: tras la aparición de la diabetes gestacional o el nacimiento de un niño de más de 4 kg.

Tratamientos de la diabetes tipo 2

Medidas higiénico dietéticas

Una dieta equilibrada (y posiblemente la pérdida de peso si es necesario) es la base del tratamiento de la diabetes de tipo 2 y puede ralentizar su progresión.

  • Deben favorecerse 3 grupos de alimentos que son fuentes naturales de hidratos de carbono en cantidades controladas: la fruta (fructosa, glucosa), los productos lácteos (lactosa) y los alimentos feculentos (almidón).
  • Se recomiendan 3 comidas principales al día, equilibradas en hidratos de carbono, lípidos y proteínas, en cantidades controladas.
  • Es necesario privilegiar los alimentos con un índice glucémico bajo (la velocidad a la que un alimento puede elevar el nivel de azúcar en sangre de una persona).
  • Limitar los ácidos grasos simples de origen animal o vegetal, evitar en la medida de lo posible los ácidos grasos trans (productos industriales resultantes de la transformación de los aceites alimentarios), favorecer los ácidos grasos monoinsaturados (omega 9, incluido el ácido oleico del aceite de oliva) y los ácidos grasos poliinsaturados (omega 3 en particular, presentes por ejemplo en los pescados grasos como la caballa, la sardina, el salmón...)
  • Diversificar las fuentes de proteínas: animales (ricas en aminoácidos y hierro) y vegetales (almidón, micronutrientes), limitando las carnes grasas, consumiendo 3 productos lácteos al día y comiendo legumbres y cereales regularmente.
  • Aumentar el consumo de fibra (especialmente la fibra soluble, contenida en el salvado de avena, las legumbres o los cítricos)
  • Los tentempiés sólo deben tomarse en caso de necesidad (hipoglucemia) o en casos especiales (actividad física, estrés, etc.) y se debe dar preferencia a los alimentos sencillos (no refinados) como la fruta, la compota, la leche, el yogur o el pan.
  • Deben evitarse, o incluso eliminarse por completo, los alimentos y bebidas ricos en azúcares añadidos (refrescos).
  • El alcohol debe consumirse con moderación si la diabetes está equilibrada (y en paralelo a la ingesta de carbohidratos), de lo contrario debe eliminarse.
  • Dejar de fumar mejora la eficacia de la insulina y, por tanto, la disminución de los niveles de azúcar en sangre.

Además, es fundamental combinarlo con una actividad física regular. La actividad física es cualquier movimiento que hace que los músculos se contraigan y, por tanto, aumenta el gasto energético. Mejora las capacidades musculares y la resistencia al esfuerzo, contribuye a la reducción del riesgo de enfermedades cardiovasculares, permite un mejor control del colesterol y del peso, favorece un sueño de buena calidad y reduce el estrés. Por último, la actividad física aumenta el consumo de glucosa y, por lo tanto, permite controlar mejor la glucemia y la diabetes.

Al igual que con la dieta, las recomendaciones son las mismas para la población general que para los diabéticos: la OMS recomienda 150 minutos (o 2,5 horas) a la semana de actividades de resistencia de intensidad moderada (como caminar a paso ligero, montar en bicicleta, nadar, etc.), con una media de 30 minutos al día. Es preferible comenzar con actividades de baja intensidad (caminar lentamente, tareas domésticas, jardinería, etc.) y luego aumentar gradualmente la intensidad y la duración del esfuerzo en la medida de lo posible. Las sesiones de actividad física adaptada (AFA) para personas con enfermedades crónicas pueden ser ofrecidas por educadores/entrenadores deportivos con formación específica.

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"Sigue las instrucciones de los médicos, evita la hipoglucemia, evita el estrés, camina, nada, practica un deporte suave, sigue una dieta equilibrada, vive una vida sana, duerme bien, completa el diario, haz algo de relajación, guarda 3 azúcares en caso de hipoglucemia, ten conocimiento de los signos de complicaciones para reaccionar, para vivir lo más serenamente posible y para tener pasiones y salidas. Empecé a pintar y caminar todas las mañanas.

¡Avancemos y seamos actores de nuestra enfermedad para manejarla mejor!"

Como segunda línea de tratamiento, se prescriben fármacos antidiabéticos orales (comprimidos) y/o inyecciones (de insulina o análogo del GLP-1).

Existen diferentes tipos de tratamientos con diferentes mecanismos de acción:

  • Las biguanidas, entre las que se encuentra la metformina (Dianben®, Ubene®), un fármaco que se prescribe en primera instancia: provocan una disminución de la producción de glucosa por parte del hígado, mejoran la sensibilidad del hígado y de los músculos a la insulina y disminuyen la absorción intestinal de la glucosa. Permiten recuperar los niveles normales de glucosa en sangre sin riesgo de hipoglucemia. Por otra parte, la metformina puede provocar problemas digestivos (hinchazón, diarrea): es posible reducir estos efectos modificando, con el acuerdo del médico, el medicamento, la dosis o la forma de tomarlo (por ejemplo, tomándolo al final de una comida).

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  • Las sulfonamidas hipoglucemiantes (también conocidas como sulfonilureas: Diamicron®, Daonil®, Amaryl®), y las glinidas (NovoNorm®): estimulan la secreción de insulina por parte del páncreas hasta el límite de su capacidad, por lo que pueden provocar hipoglucemias (¡hay que estar atentos!)
  • Inhibidores de la alfa-glucosidasa (Glucobay®, Acarbosa): retrasan la absorción de los hidratos de carbono después de las comidas (no hay riesgo de hipoglucemia).
  • Incretinas: sustancias segregadas por el organismo al principio de una comida para aumentar la secreción de insulina. Pueden inyectarse directamente (análogos del GLP-1, como Byetta®, Victoza®, Bydureon®, Trulicity®, Ozempic®) o se puede reducir su degradación por el organismo gracias a las gliptinas (también conocidas como inhibidores de la DPP-4, como Januvia®, Galvus®, Onglyza®). Estimulan la secreción de insulina sólo cuando los niveles de azúcar en sangre son elevados y, por tanto, reducen la aparición de hipoglucemias. También reducen la secreción de glucagón (y por tanto la producción de glucosa por el hígado). Por último, ralentizan el vaciado gástrico y aumentan así la sensación de saciedad.
  • Los inhibidores del SGLT-2, nuevos hipoglucemiantes orales en desarrollo, aumentan la eliminación de la glucosa en la orina y, por tanto, reducen el nivel de glucosa en la sangre.

Por último, en el caso de la insulinopenia (deficiencia de la secreción de insulina), la inyección de insulina se hace imprescindible. Se recomienda a las personas que no han logrado el control glucémico (HbA1c ≥ 8%) a pesar de un tratamiento antidiabético oral (TAO) óptimo y del cumplimiento de las normas de higiénico dietéticas. Según el estudio de la CNAMTS, el 76,1% de los diabéticos de tipo 2 tratados toman sólo TAO, el 10,4% reciben insulina combinada con TAO y el 13,5% sólo insulina.

Así, en función del perfil glucémico del paciente, el médico propone un calendario de inyecciones:

  • insulina lenta: si la glucemia es alta por la mañana y baja durante el día
  • insulina rápida: si los niveles de azúcar en sangre aumentan después de las comidas
  • una combinación de los dos tipos de insulina inyectable: si los picos de azúcar en sangre se producen en diferentes momentos del día.

Las inyecciones de insulina pueden provocar una hipoglucemia.

Vivir con diabetes tipo 2

Una enfermedad que evoluciona

La diabetes de tipo 2 está relacionada con la resistencia a la insulina, que se ve favorecida por el sobrepeso. Por lo tanto, es necesario practicar una actividad física regular y equilibrar la ingesta diaria de carbohidratos y lípidos. Los farmacos insulinosensibilizadores (como la metformina) pueden utilizarse cuando las medidas ihiénico dietéticas ya no son suficientes para equilibrar la diabetes.

Si el tratamiento resulta insuficiente y la diabetes está mal controlada, puede intensificarse con la adición de fármacos insulino secretores (como las sulfonamidas hipoglucemiantes o las glinidas).

Con el tiempo, las células del páncreas se agotan y la secreción de insulina disminuye: la diabetes se convierte entonces en insulinodependiente y el tratamiento con insulina inyectable se hace indispensable.

Control regular

En la diabetes de tipo 2, el autocontrol de la glucemia, realizado por el paciente diabético mediante un medidor de glucemia (Accu-Chek®, OneTouch®, FreeStyle®, etc.), no está recomendado al principio de la enfermedad (a diferencia de lo que ocurre en la diabetes de tipo 1), pero sí cuando se utiliza la insulinoterapia (tratamiento con insulina inyectable).

Sin embargo, el autocontrol de la glucemia puede ser útil temporalmente cuando se introduce una dieta equilibrada en combinación con la actividad física o cuando se realiza un cambio de tratamiento (por ejemplo, para las sulfamidas hipoglucemiantes).

Es necesario realizar una prueba de glucosa en sangre en ayunas una o dos veces al año en un laboratorio médico.

La medición de la hemoglobina glicosilada (HbA1c) es un examen esencial para el seguimiento de los diabéticos. Refleja la media de los valores de glucosa en sangre de los dos últimos meses y debe ser inferior al 7% de la hemoglobina total (pero este porcentaje lo adapta el médico en función del paciente). Si se alcanza este objetivo y no se modifica el tratamiento, la medición debe realizarse cada 6 meses. En cambio, si la diabetes no está bien controlada o si hay un cambio de tratamiento, la prueba debe realizarse cada 3 meses.

Para el control de los factores de riesgo cardiovascular: una vez al año debe realizarse un perfil lipídico, con control del colesterol bueno (HDL) y malo (LDL).

La función renal también debe controlarse anualmente: los niveles de creatinina, el aclaramiento de creatinina (tasa de depuración renal) y la microalbuminuria son cruciales porque indican daño renal. La microalbuminuria es un marcador predictivo de la enfermedad cardiovascular en la diabetes de tipo 2.

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Por último, el cribado clínico de otras complicaciones es sistemático: un examen cardiovascular anual (medición de la presión arterial, palpación de los pulsos de las arterias periféricas, búsqueda de soplos cardíacos y arteriales, electrocardiograma en reposo, etc...), una revisión oftalmológica anual para buscar y seguir las retinopatías, búsqueda anual de complicaciones neurológicas con signos de neuropatías periféricas, así como un examen anual de los pies (pequeñas lesiones, trastornos tróficos, fisuras, etc...).

Actualmente, la diabetes de tipo 2 es una patología que no sabemos cómo curar. Por otro lado, sabemos cómo evitar su evolución gracias a la prevención de sus complicaciones. Esto implica principalmente un estilo de vida óptimo, común a todos, que incluye una dieta sana y equilibrada, asociada a una actividad física regular.

 
 

Fuentes:

https://www.ciberdem.org/noticias/ciberdem-publica-los-resultados-del-estudio-di-betes-sobre-la-incidencia-de-la-enfermedad-en-espana

https://www.federationdesdiabetiques.org/information/diabete 

https://www.santepubliquefrance.fr/maladies-et-traumatismes/diabete/la-maladie/ 

https://www.santepubliquefrance.fr/maladies-et-traumatismes/diabete/articles/prevalence-et-incidence-du-diabete 

https://www.ameli.fr/assure/sante/themes/diabete-comprendre/definition 

https://www.inserm.fr/information-en-sante/dossiers-information/diabete-type-2 

https://www.who.int/diabetes/action_online/basics/fr 

https://www.has-sante.fr/upload/docs/application/pdf/2013-04/diaporama_rbp_strat_medic_controle_glyce_diabete_t2.pdf 

https://www.has-sante.fr/upload/docs/application/pdf/2011-04/autosurveillance_glycemique_diabete_type_2_fiche_de_bon_usage.pdf 

https://www.has-sante.fr/upload/docs/application/pdf/2009-02/lantus_ri_annexe_population_cible.pdf 

https://www.has-sante.fr/upload/docs/application/pdf/2018-10/ref_aps_dt2_vf.pdf 

https://solidarites-sante.gouv.fr/soins-et-maladies/maladies/article/diabete 

https://solidarites-sante.gouv.fr/IMG/pdf/referenciel_pratiques_diabete.pdf 

https://www.mangerbouger.fr/Les-recommandations 

https://www.has-sante.fr/upload/docs/application/pdf/2018-10/ref_aps_dt2_vf.pdf 

https://www.who.int/dietphysicalactivity/factsheet_recommendations/fr/#:~:text=Les%20adultes%20%C3%A2g%C3%A9s%20de 

Publicado el 20 jul. 2018 • Actualizado el 18 jun. 2021

avatar Alexandre Moreau

Autor: Alexandre Moreau, Asistente de Marketing Digital

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