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¿Qué es una enfermedad autoinmune?

Publicado el 3 nov. 2020 • Por Doriany Samair

En la actualidad existen alrededor de 80 enfermedades que se pueden agrupar bajo el nombre común de "enfermedades autoinmunes".

Pero entonces, ¿sabes lo que es una enfermedad autoinmune? ¿Qué puede desencadenarla y por qué nos enfermamos? ¿Es contagioso? ¿Cómo se tratan estas enfermedades? 

¡Te contamos todo en nuestro artículo!

¿Qué es una enfermedad autoinmune?

La enfermedad autoinmune: ¿qué es?

El término enfermedad autoinmune (EAI) engloba una multitud de condiciones crónicas, por ejemplo: la artritis reumatoide, el lupus eritematoso sistémico, la diabetes de tipo 1, la tiroiditis de Hashimoto, la esclerosis múltiple, la espondilitis anquilosante, la enfermedad de Biermer, el síndrome de Guillain-Barré, la enfermedad de Crohn, la enfermedad de Basedow, el síndrome de Gougerot-Sjögren...

Fisiopatología

El punto común de todas estas enfermedades reposa en una ruptura de tolerancia del organismo hacia sí mismo. Una alteración en el sistema inmunológico lo incita a atacar a las células del "yo", es decir, las células que normalmente componen el organismo. A diferencia de las alergias, que son una reacción a un alérgeno que es externo ("no propio") al cuerpo, las EAI son el resultado de una reacción inapropiada a un componente del "si mismo". Este auto-ataque implica varias consecuencias dependiendo de su ubicación en el cuerpo. En efecto, la disfunción inmunológica conduce a una reacción inflamatoria que persistirá y conducirá a la naturaleza crónica de la enfermedad. Sin perturbaciones, el sistema inmunológico es capaz de controlar esta auto-reactividad y no le permite persistir.

Por ejemplo, en la esclerosis múltiple, es la vaina de mielina (la envoltura protectora de las neuronas que garantiza la rápida transmisión de los impulsos nerviosos) la que es atacada por el sistema inmunológico. Los linfocitos T (un tipo de glóbulo blanco) conocidos como auto-reactivos destruirán progresivamente esta vaina y alterarán la conducción nerviosa, lo que tiene variadas consecuencias deletéreas en el sistema neurológico. De la misma manera, en el caso de la diabetes de tipo 1, es la autodestrucción de las células beta de los islotes de Langerhans (que secretan insulina) lo que causa la dependencia de la insulina. En la artritis reumatoide, esta vez el auto-ataque se dirige hacia las membranas que rodean las articulaciones. Esto causa dolor articular que se extiende a los tendones y ligamentos e incluso al cartílago y a los huesos.

Se pueden distinguir entre los síndromes locales (que afectan a un solo órgano en particular) y las enfermedades autoinmunitarias sistémicas (que afectan a varios órganos).

Epidemiología

Se contabilizan más de 80 enfermedades que pueden ser clasificadas como EAI. Afectan a una de cada 10 personas en España y a entre el 5 y el 8% de la población mundial.

Además, las EAI tienden a afectar más a las mujeres que a los hombres (8 de cada 10 enfermos son mujeres). Se trata de una tendencia, pero no afecta a todos las EAI, por ejemplo, la diabetes de tipo 1 tiene la misma prevalencia (número de casos) en los hombres que en las mujeres.

En los últimos años, la edad de inicio de la mayoría de las EAI ha avanzado y se han diagnosticado pacientes cada vez más jóvenes. Pero en general, la edad de aparición de las EAI varía mucho dependiendo de la enfermedad.

Expresión clínica

En términos generales, las EAI evoluciona na través de brotes (crisis) y remisiones. Las EAI pueden afectar a muchos órganos, por lo que los síntomas clínicos varían mucho. Dependiendo del órgano u órganos afectados, la inflamación puede ser perceptible para el paciente. Localmente, puede manifestarse como un enrojecimiento, dolor o hinchazón. A nivel general, la inflamación puede provocar una alteración del estado general, fatiga extrema, pérdida significativa de peso o incluso fiebre. A veces son principalmente los análisis de sangre los que son significativos porque los síntomas clínicos no son significativos.

Las manifestaciones clínicas de estas patologías son más o menos evocadoras de una enfermedad. En el lupus, un eritema facial con forma de alas de mariposa aparece en la cara de los enfermos de lupus y es muy característico de la enfermedad. Los diabéticos de tipo 1 sólo sienten las consecuencias de la autodestrucción del hígado (y no la destrucción en sí misma), que se manifiesta por la hipoglucemia. El síndrome antifosfolípido se manifiesta por abortos espontáneos recurrentes altamente sugestivos (los tres primeros meses de embarazo) debido a la inflamación y a la obstrucción de los vasos sanguíneos que conectan a la madre con el niño. Por otro lado, ante una sintomatología poco evocadora y que puede recordarnos otros trastornos digestivos, el diagnóstico de la enfermedad de Biermer se realiza mediante análisis de sangre. En efecto, se trata de una anemia cuya evolución perniciosa se confirma por una deficiencia de vitamina B12 (esencial para el funcionamiento neurológico).

Diagnóstico

El diagnóstico de las EAI es específico de la enfermedad y presenta un cuadro clínico evocador. Implica argumentos tanto clínicos como biológicos. Normalmente se realizan varias pruebas:

  • La exploración funcional del órgano u órganos afectados,
  • Análisis de sangre para:
  • establecer el síndrome inflamatorio,
  • establecer la evaluación inmunológica (búsqueda de auto-anticuerpos),
  • La búsqueda de otras complicaciones, especialmente las relacionadas con las funciones vitales, es sistemática.

¿Cuáles son las causas de las enfermedades autoinmunes?

Se denominan enfermedades multifactoriales porque es difícil identificar un único origen para cada EAI. Por lo tanto, es poco probable que un solo factor sea suficiente para desencadenar una enfermedad autoinmune. Es su acumulación lo que lleva al desarrollo de este tipo de enfermedades.

Los factores genéticos

El terreno genético parece poder explicar alrededor del 30% de la enfermedad, pero no es suficiente para afirmar que son enfermedades hereditarias. Muchos casos aparecen sin existir en el linaje familiar, por lo que la transmisión a la descendencia es inconsistente e impredecible. Además, se ha establecido que la presencia de ciertos genes (en particular la asociación de varios genes) favorece la aparición de algunas EAI.

Entre ellos se encuentran los genes HLA (que codifican las proteínas HLA en la superficie de las células que permiten al sistema inmunológico distinguir entre "uno mismo" y "no uno mismo"), algunas versiones de los cuales se cree que están asociadas con la aparición de diferentes EAI. Se menciona la asociación con otros genes no HLA pero con menos importancia.

Les factores endógenos

Los factores endógenos se refieren a los componentes internos del organismo, como las hormonas. Es importante saber que las hormonas influyen en el desarrollo de las EAI, especialmente en las mujeres, en las que se producen con mayor frecuencia. La asociación de la ocurrencia de las EAI con los niveles de prolactina y las hormonas sexuales (estrógeno) parece consistente.

Factores exógenos (ambientales)

El estrés ha sido identificado como un factor contribuyente. Un choque emocional o un evento significativo o traumático puede desencadenar una EAI. Se ha puesto de relieve la intervención de un aspecto psicológico, pero sigue siendo poco conocido.

Se han establecido muchos vínculos causales entre la exposición a agentes infecciosos y la aparición de muchas EAI. Por ejemplo, se han identificado las infecciones de larga data con el virus Epstein Barr o el citomegalovirus humano como factores que favorecen la aparición de las EAI. Se cree que este fenómeno se debe a una similitud entre los componentes de estos microbios y ciertas proteínas humanas.

Además, el medio ambiente (luz ultravioleta, fumar o exposición a sustancias químicas) juega un papel importante en el desarrollo de las EAI. Por ejemplo, el haber estado expuesto al tabaco es un factor excesivamente representado entre los pacientes con lupus o artritis reumatoide. La exposición al sol y por lo tanto a los rayos UV desencadena la aparición de brotes de lupus, estos pacientes son conocidos como "hipersensibles al sol".

La exposición ocupacional a sustancias químicas como las partículas de sílice ha estado fuertemente correlacionada con un mayor riesgo de desarrollar esclerodermia sistémica, lupus sistémico y artritis reumatoide.

También hay pruebas de un aumento de la prevalencia (número de casos) de EAI en los países industrializados: esto apoyaría la teoría higienista que estipula que la higiene y el uso exponencial de antibióticos nos harían menos susceptibles a los agentes infecciosos y, por lo tanto, reducirían la capacidad de aprendizaje de nuestro sistema inmunológico.

Factores farmacológicos

Algunos medicamentos son responsables de la ruptura de la tolerancia inmunológica. Por ejemplo, algunos medicamentos contra el cáncer han sido responsables del desarrollo de la autoinmunidad, como los inhibidores de los puntos de control inmunológico (por ejemplo, el nivolumab o el atezolizumab) utilizados para estimular el sistema de defensas inmunológicas. Se ha informado de que los pacientes tratados con estos fármacos anticancerosos han desarrollado con mayor frecuencia ciertas EAI (vitíligo, tiroiditis), aunque queda por demostrar que estos pacientes no tenían ya otros factores predisponentes para estas enfermedades.

Además, más específicamente para el lupus, se ha establecido una lista de medicamentos que probablemente promuevan el desarrollo de la enfermedad: causarían lo que se denomina "lupus inducido por medicamentos".

¿Cómo se tratan este tipo de condiciones? 

Hoy en día todavía no hay cura para las enfermedades autoinmunes, aunque es posible frenar la progresión de la enfermedad. El reto de desarrollar este tipo de tratamiento radica en encontrar un equilibrio entre la limitación del sistema inmunológico (autoinmunidad) y la no disminución de las defensas naturales contra los elementos que no son propios.

El manejo terapéutico es característico de cada enfermedad, e incluye dos tipos de medicación: el tratamiento de los brotes y los síntomas y el tratamiento de fondo específico del tipo de las EAI.

Gestión de los síntomas y tratamiento de los brotes

Como tratamiento de primera línea, se suelen recetar corticoesteroides en dosis bajas para aliviar el dolor debido a la inflamación, debido a su potencia y acción rápida. 

Se pueden recetar analgésicos y antiinflamatorios no esteroides para reducir el dolor y limitar las molestias debidas a la inflamación (especialmente de las articulaciones).

Se recomiendan soluciones no terapéuticas, como las sesiones de fisioterapia o de ergoterapia, que forman parte del tratamiento no medicamentoso de ciertas patologías. La actividad física regular no es despreciable para evitar el debilitamiento de los músculos, la rigidez de las articulaciones, la reducción de una minusvalía o simplemente para luchar contra la fatiga subyacente a la enfermedad.

Además, se establece un programa de educación terapéutica del paciente para cada enfermedad con el fin de que el paciente participe lo más posible en el manejo de su enfermedad. También hay que tener en cuenta la importancia de los aspectos sociales y psicológicos de las enfermedades crónicas. Por eso se recomienda un verdadero apoyo psicológico, especialmente para las enfermedades cuyos brotes se desencadenan por el estrés, por ejemplo.

El tratamiento de fondo: inmunosupresores & bioterapias

Según la extensión o gravedad del daño a los órganos, pueden utilizarse medicamentos inmunosupresores para inhibir o controlar la autoinmunidad (ciclofosfamida, metotrexato, azatioprina, ciclosporina o dosis más altas de corticosteroides). Estes medicamentos tienen la particularidad de suprimir las defensas naturales del cuerpo y, como resultado, ponen al paciente en un mayor riesgo de infección.

Desde principios de la década de 2000, los avances en la biotecnología han permitido el desarrollo de bioterapias específicas. Son moléculas diseñadas para bloquear específicamente un efector del proceso inflamatorio involucrado en la EAI. En general, se utilizan cuando la enfermedad ha alcanzado un alto grado de gravedad o cuando no responde a los inmunosupresores.

Entre ellos se encuentran los fármacos anti TNF-alfa, que inhiben la acción del factor implicado en la necrosis tumoral, el TNF-alfa, un mediador de la inflamación. Están presentes en la estrategia terapéutica para el tratamiento de la artritis reumatoide y la espondilitis anquilosante. 

La plasmaféresis y las inmunoglobulinas

La plasmaféresis consiste en tomar la sangre de un paciente, purificarla mediante el filtrado de las proteínas responsables o implicadas en la patología (autoanticuerpos por ejemplo), y luego reinyectar esta sangre "purificada". Esta técnica se utiliza, por ejemplo, en el síndrome de Guillain-Barré.

Las inmunoglobulinas (anticuerpos) de la sangre donada pueden ser inyectadas en un paciente para tratar la EAI. Pueden modular o neutralizar los autoanticuerpos.


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