Lupus: saber más

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Lupus: todo lo que se necesita saber

¿Qué es el lupus?

Definición

Existen diferentes tipos de lupus. El más común es el lupus eritematoso sistémico (LES), también llamado lupus eritematoso diseminado. En esta ficha nos referiremos a este tipo cuando utilicemos el término general de lupus. Pero existen otros lupus, como el lupus eritematoso discoide, el lupus inducido por fármacos y el lupus neonatal.

El lupus es una enfermedad crónica que puede afectar a muchos órganos, así como a la piel, las articulaciones y los riñones.

El lupus es también una enfermedad autoinmune, en la que el sistema inmunitario depasa su función de defensa contra agentes externos para atacar a las propias células del organismo. Los autoanticuerpos que se encuentran en la sangre de los pacientes con lupus son el sello distintivo de esta autoinmunidad.

Por último, el lupus evoluciona a través de fases de brote. La enfermedad se activa con diversos síntomas. Se intercalan con fases de remisión que pueden durar varios meses o incluso años. La enfermedad es entonces "quiescente" (es decir, sin síntomas aparentes).

El lupus es una enfermedad rara

El lupus es una enfermedad rara. En efecto, se dice que una enfermedad es rara (dentro de la Unión Europea) cuando afecta a menos de 1 de cada 2.000 personas.

En España, la prevalencia (número de casos de la enfermedad) fue de 10 por cada 10.000 individuos en 2019 y la incidencia (número de nuevos casos de la enfermedad) fue de 2 a 3 nuevos casos por cada 100.000 individuos al año.

Así, se estima que aproximadamente 75.000 personas padecen lupus en España.

El lupus afecta principalmente a mujeres jóvenes menores de 30 años, pero también existen formas pediátricas y casos que comienzan en personas mayores; por cada hombre se ven afectadas 9 mujeres.

La distribución de la enfermedad es mundial. Aunque afecta más a ciertos grupos étnicos, como los afroamericanos y los asiáticos.

Síntomas y complicaciones del lupus

Las manifestaciones clínicas son múltiples (la enfermedad afecta a muchos órganos) y varían de un individuo a otro.

Pueden ser de naturaleza cutánea:

  • eritema facial fotosensible (es decir, sensible a la exposición solar) en "alas de mariposa" (la palabra "lupus", que significa "lobo" en latín, hace referencia a esta erupción en forma de máscara en la cara, característica de la enfermedad)
  • lesiones de vasculitis (inflamación de los vasos sanguíneos)
  • llagas (úlceras) en la boca (aftas) y la nariz
  • púrpura (manchas púrpuras que no desaparecen con la presión)
  • alopecia o pérdida de cabello en parches, en algunos casos.

Pero muchos otros órganos pueden verse afectados y podemos observar diferentes daños:

  • articulares, muy frecuentes: artralgia (dolor) y artritis (inflamación de las articulaciones, que se enrojecen, se calientan y se hinchan) transitorias o persistentes y migratorias (pasan de una articulación a otra), hinchazones (edemas) y rigidez de las articulaciones;
  • renales: síndrome nefrótico (pérdida de la capacidad de los riñones para filtrar la sangre y paso anormal de proteínas en la orina o proteinuria), insuficiencia renal;
  • sanguíneos: anemia (disminución de los glóbulos rojos o de la hemoglobina en la sangre), leucopenia(disminución de los glóbulos blancos), trombocitopenia (disminución de las plaquetas, a veces asociada a hemorragias);
  • cardiopulmonares: inflamación de las diferentes capas del corazón (pericarditis, miocarditis, endocarditis) asociada a dolor torácico; inflamación de la pleura (envoltura que rodea al corazón) o pleuresía, o más raramente neumonía, alveolitis fibrosa (inflamación y fibrosis de los alvéolos pulmonares) asociada a tos y dificultades respiratorias;
  • vasculares: "fenómeno de Raynaud" (que corresponde a un cambio de color de las puntas de los dedos de las manos o de los pies, provocado por el frío o el estrés, con una palidez inicial que se vuelve azul, que puede ir acompañada de dolor), hipertensión arterial frecuente y mayor riesgo de desarrollar aterosclerosis (acumulación de grasa en las paredes de las grandes arterias), trombosis o flebitis (que corresponde a la formación de un coágulo de sangre en las venas) ;
  • neurológicos: cefaleas, y más raramente trastornos psiquiátricos, epilepsia, hemiplejia (parálisis de un lado del cuerpo) y otras neuropatías, eventualmente depresión.
  • digestivos, en casos raros: inflamación del hígado (hepatitis), del páncreas (pancreatitis), del peritoneo (membrana que rodea los órganos del abdomen, peritonitis).

También pueden aparecer signos generales como fiebre repentina, fatiga severa o pérdida de peso inexplicable.

Causas y factores de riesgo del lupus

Las causas de la disfunción inmunitaria en el lupus no están claramente definidas, pero parecen estar implicados varios factores de riesgo de distinta naturaleza:

  • genéticos: existe cierto grado de predisposición genética, pero si una persona está afectada, otra persona de la misma familia también lo está en menos del 10% de los casos.
  • medioambientales: la exposición al sol (rayos ultravioleta), la exposición a determinadas sustancias tóxicas (plaguicidas, mercurio, sílice), el tabaquismo, la infección por el virus de Epstein-Barr (que causa la mononucleosis infecciosa) o el estrés pueden desencadenar el lupus o favorecer un brote.

Las hormonas también están implicadas: dado que las mujeres en edad fértil son las más afectadas por el lupus, se ha planteado la hipótesis de una relación entre las hormonas femeninas y la enfermedad. Así, la toma de estrógenos y el embarazo pueden ser factores que desencadenen o agraven el lupus.

>>Lee nuestra entrevista sobre "Factores de riesgo, tratamientos, síntomas: todo lo que necesitas saber sobre los brotes de lupus"<<

Además, existen formas inducidas por fármacos (hablamos de lupus inducido): la procainamida, la quinidina, la hidralazina, la isoniazida o incluso ciertos betabloqueantes o diuréticos pueden ser incriminados.

La transmisión materno-fetal (¡no genética!) de anticuerpos maternos del tipo anti-SSA y/o anti-SSB, y más raramente del tipo anti-U1-RNP, puede provocar lupus neonatal. Se trata de una afección rara y transitoria (alrededor de 1 caso por cada 10.000 nacimientos) que requiere una estrecha vigilancia durante el embarazo.

Diagnóstico del lupus

El diagnóstico del lupus es complejo debido a la diversidad de síntomas y a la rareza de la enfermedad. Es tanto clínico como biológico.

Diagnóstico clínico

Entre las manifestaciones clínicas características del lupus eritematoso sistémico, se buscará :

  • la presencia de una erupción en forma de mariposa en la cara
  • fotosensibilidad con una reacción anormal de la piel a la radiación UV
  • presencia de pequeñas lesiones o úlceras en la boca o la nariz
  • poliartritis de larga duración con dolor, inflamación e hinchazón de varias articulaciones (manos, muñecas, rodillas, etc.)
  • daño renal
  • daños en el sistema nervioso central (dolores de cabeza, convulsiones, etc.)
  • pericarditis (inflamación del pericardio) o pleuresia (inflamación de la pleura).

Estas manifestaciones son aún más sugestivas si aparecen en una mujer joven en edad fértil.

Diagnóstico biológico

Tras la observación de estos signos clínicos, es imprescindible un examen biológico.

Se realizará un análisis de sangre y se medirán los anticuerpos antinucleares totales (ANA). Su título (nivel en sangre) es elevado en el lupus, pero no es específico de esta enfermedad. De hecho, se encuentran en muchas otras enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide, el síndrome de Gougerot-Sjögren o la hepatitis autoinmune e incluso en algunas personas que no padecen ninguna enfermedad.

Más concretamente, los anticuerpos anti ADN nativos son marcadores específicos del lupus eritematoso sistémico. Su título está parcialmente correlacionado con la evolución de la enfermedad: la aparición o el aumento del título acerca el seguimiento clínico y biológico, que siempre incluye la búsqueda de proteinuria (nivel de proteínas en la orina) para detectar un ataque renal en una fase temprana. Durante la remisión clínica puede observarse una negativización (no se detecta en la extracción de sangre) o una disminución del título (son, por tanto, marcadores de diagnóstico, pronóstico y seguimiento de la enfermedad), pero algunos pacientes en perfecta remisión conservan títulos elevados.

Además, los anticuerpos antihistona son muy frecuentes en el lupus, pero tienen poco interés porque tienen poca especificidad diagnóstica (presentes en otras enfermedades autoinmunes, infecciones...). Sin embargo, son interesantes para el diagnóstico del lupus inducido por fármacos (en este caso, los anti-DNA nativos suelen estar ausentes).

Además, entre los anticuerpos contra antígenos nucleares solubles (ENA), los anticuerpos anti-Sm tienen un papel diagnóstico en el lupus debido a una especificidad que se aproxima al 100%.

Los anticuerpos anti-SSa y anti-SSb tienen un posible (aunque raro) papel patogénico en los cardiomiocitos fetales. Por lo tanto, si la madre es portadora de estos anticuerpos, existe el riesgo de transferencia pasiva al bebé a través de la placenta y de desencadenar un lupus neonatal. Por lo tanto, estos anticuerpos deben buscarse en el contexto de un embarazo, ya que existe un riesgo de bloqueo auriculoventricular (BAV) en el feto, una complicación muy rara pero potencialmente grave.

Exámenes complementarios

La exploración del sistema del complemento, realizada con la ayuda del análisis de CH50, C3 y C4, es el examen de primera línea del lupus. En efecto, la hipocomplementemia se observa por el consumo en el momento de los brotes.

Durante la exploración del sistema inflamatorio, también se observa un aumento de la velocidad de sedimentación VS (velocidad a la que caen los glóbulos rojos en un tubo de sangre colocado verticalmente) en el momento de los brotes. Esto se denomina disociación VS/PCR porque la PCR (proteína C reactiva), que es un marcador que suele aumentar en la inflamación, permanece normal.

Así, el complemento y el VS son marcadores para el seguimiento de la enfermedad.

En los pacientes con lupus, es necesario realizar pruebas periódicas de la función renal. La nefropatía lúpica (daño renal) suele ser asintomática, pero puede revelarse en el 30% de los casos mediante un síndrome nefrótico (pérdida de la capacidad del riñón para filtrar la sangre y presencia de proteínas en la orina). Es inaugural o se produce durante el primer año de la enfermedad en el 50% de los casos. Su frecuencia aumenta si hay signos de actividad inmunológica y ¼ de los casos evolucionan a insuficiencia renal (IR) terminal.

Por lo tanto, se utilizan tiras reactivas que permiten evaluar la proteinuria (nivel de proteínas en la orina), la hematuria (presencia de sangre en la orina) y la leucocituria (presencia de glóbulos blancos en la orina). Se mide la creatinina plasmática y se calcula el aclaramiento de creatinina (TFG o tasa de filtración glomerular). Se puede realizar una biopsia renal si existe una proteinuria significativa.

También debe evaluarse el síndrome antifosfolípido secundario al lupus (SAPL). Se caracteriza por la formación recurrente de coágulos sanguíneos en los vasos (trombosis arterial y/o venosa), abortos repetidos en las mujeres y la presencia de anticuerpos específicos en la sangre, los anticuerpos antifosfolípidos (anticardiolipina y anticuerpos anti-β2GPI). Estos últimos deben ser positivos en 2 ocasiones con 12 semanas de diferencia y son marcadores de pronóstico del lupus.

Además, otras enfermedades autoinmunes pueden estar asociadas al lupus y, por tanto, deben investigarse. Este es el caso, en particular, del síndrome de Gougerot-Sjögren (que se asocia al lupus en el 30% de los casos). Se trata de un trastorno de las glándulas exocrinas que generalmente se manifiesta con sequedad de boca y/o de ojos.

Por último, una biopsia de las lesiones cutáneas puede revelar a veces la presencia de autoanticuerpos y ayudar así al diagnóstico.

Entre las otras pruebas, se puede realizar una radiografía de las articulaciones para comprobar si hay deformidad y destrucción ósea (que puede estar presente en otras enfermedades autoinmunes). También debe considerarse la posibilidad de realizar una radiografía de tórax (para observar el corazón y los pulmones), un electrocardiograma (ECG) y una ecografía cardíaca (para evaluar la actividad del corazón), una resonancia magnética o un escáner cerebral (para observar el cerebro y su actividad).

>> Lee nuestro artículo "El diagnóstico de lupus contado por los miembros de Carenity"<<

Los tratamientos del lupus 

El tratamiento del lupus no cura la enfermedad, pero previene las complicaciones y reduce los síntomas. Dado que la enfermedad varía de una persona a otra, el tratamiento debe adaptarse a cada individuo.

Los objetivos del tratamiento son reducir la inflamación, lograr la remisión clínica del lupus y prolongar el periodo de alivio de los síntomas.

Tratamiento de las recaídas agudas

El tratamiento de los brotes (formas activas de la enfermedad) se basa, según la gravedad de la enfermedad, en un tratamiento con corticoides en dosis variables, por vía oral o a veces por vía intravenosa (metilprednisolona en "bolo" por vía venosa).

A continuación, las dosis deben reducirse progresivamente hasta llegar a una dosis mínima, o incluso suspenderse en caso de remisión. La prescripción, así como las recomendaciones dietéticas asociadas (dieta baja en sal y sobre todo en azúcar) deben seguirse estrictamente. En efecto, los corticoides pueden tener muchos efectos secundarios: aumento de peso, hipertensión arterial, alteraciones hormonales, cataratas, aumento del riesgo de infecciones, osteoporosis, etc.

Por ello, este tipo de tratamiento está sujeto a un seguimiento especial.

Tratamiento de fondo

Se establece un tratamiento de fondo para prevenir la aparición de nuevos brotes de lupus, con los menores efectos indeseables posibles.

Por lo tanto, los antimaláricos sintéticos se utilizan como tratamiento de primera línea:

  • Hidroxicloroquina (HCQ, Dolquine®), como tratamiento complementario o para prevenir las recaídas del lupus sistémico: una media de 400 mg/día si la función renal es normal para prevenir las recaídas. Requiere un examen oftalmológico inicial para comprobar la existencia de retinopatía y un control cardíaco en los sujetos de riesgo, ya que puede provocar trastornos del ritmo cardíaco.
  • Cloroquina (CQ, Resochin®): como tratamiento preventivo de las recaídas/brotes del lupus sistémico a 5 mg/kg/d.

Los corticosteroides no están indicados como tratamiento inicial de fondo. Sin embargo, si se inician durante un brote, a veces son necesarias dosis bajas, como de 5 a 10 mg/día de prednisona (Dacortin®), a largo plazo (fuera de la autorización de comercialización) y justifican que se considere la introducción de un tratamiento inmunomodulador distinto de la HCQ para ahorrar cortisona.

Tratamiento de las manifestaciones dermatológicas

La fotoprotección es necesaria: hay que utilizar cremas protectoras con un factor de protección solar alto (> 50) y ropa protectora contra los rayos UV.

  • En el caso del lupus agudo (eritema "de tipo lobo", más o menos escamoso, es decir, con escamas de epidermis que se desprenden de la piel, localizado en las mejillas y la nariz), a veces se prescribe un tratamiento con corticoides en caso de afectación extracutánea concomitante. Siempre se favorece el tratamiento con cortisona local.
  • Para el lupus subagudo (lesiones anulares o psoriasiformes que suelen desaparecer sin dejar cicatrices) y el lupus discoide (placas bien delimitadas que se pelan y dejan cicatrices permanentes, especialmente en la cara, las orejas y el cuero cabelludo) los tratamientos locales incluyen corticoides locales, como la hidrocortisona (Dermosa) o la betametasona (Diproderm®), y en caso de resistencia, tacrolimus (Protopic®).

Si los tratamientos locales fallan, el tratamiento sistémico de primera línea incluye la hidroxicloroquina y la cloroquina, cuya eficacia se juzga tras 3 meses de tratamiento. No hay indicación de terapia general con corticosteroides.

El tratamiento sistémico de segunda línea es el metotrexato a dosis bajas.

El tratamiento sistémico de tercera línea es la talidomida. Las normas de prescripción son estrictas: médico autorizado, distribución hospitalaria exclusiva y anticoncepción obligatoria.

Existen otras terapias excepcionales para el lupus cutáneo resistente:

  • Dapsona (en el lupus bulloso, una complicación rara del LES): 100 a 150 mg/día. Existe un riesgo de metahemoglobinemia (incapacidad de los glóbulos rojos para fijar el oxígeno) y hemólisis (destrucción de los glóbulos rojos) dependiente de la dosis (por lo que se prescribe un suplemento de 5 mg/día de ácido fólico).

Tratamiento de las manifestaciones osteoarticulares

  • Los AINE (antiinflamatorios no esteroideos) y los analgésicos se utilizan en las artralgias y artritis leves. Sin embargo, algunos AINE (especialmente el ibuprofeno y, más raramente, el sulindaco y el diclofenaco) pueden inducir una meningitis aséptica y, por tanto, están contraindicados en pacientes con lupus.
  • Los fármacos antipalúdicos, generalmente hidroxicloroquina (Dolquine®) 400 mg/día, tienen un tiempo de efecto sobre los signos articulares de 2 a 12 semanas.
  • El tratamiento con dosis bajas de corticosteroides (menos de 0,25 mg/kg) puede considerarse en casos de resistencia a los tratamientos anteriores.
  • Se puede prescribir metotrexato a dosis bajas (fuera de indicación) para la artritis lúpica crónica resistente a los antimaláricos y a los corticosteroides. La dosis habitual es de 15 a 20 mg/semana. Por último, se pueden realizar infiltraciones intraarticulares de corticoides.

Tratamiento del daño renal

Dependiendo del tipo de glomerulonefritis lúpica (daño inflamatorio en el glomérulo, un componente de la nefrona que es la unidad funcional del riñón), el tratamiento varía:

  • Los ataques más graves son la glomerulonefritis lúpica de clase III (proliferativa focal) y IV (proliferativa difusa): el tratamiento de inducción es una terapia de corticosteroides intravenosa a altas dosis (IV) y luego oral (PO): prednisona (Dacortin®) a 1 mg/kg/durante 3 a 4 semanas, luego una reducción gradual, a menudo mantenida durante varios años (dependiendo de la gravedad inicial).
  • Se recomienda la combinación de un inmunosupresor con una terapia de corticosteroides (mejora el pronóstico renal). Entre ellos se encuentran la ciclofosfamida (Genoxal®) por vía intravenosa, el micofenolato mofetilo (CellCept®). Disminuyen las defensas inmunitarias: por lo tanto, hay que tener en cuenta el mayor riesgo de infecciones al tomarlos.

Otros tratamientos

Por último, el belimumab (Benlysta®) es un anticuerpo monoclonal humano que se utiliza en combinación con la terapia estándar. Se utiliza en pacientes adultos con lupus sistémico activo no grave (sin afectación renal o neurológica) con autoanticuerpos y una elevada actividad de la enfermedad clínica y biológica (por ejemplo, definida por la presencia de anticuerpos anti ADN nativos y un complemento bajo) a pesar del uso de otras terapias estándar (plaquenil + inmunosupresores). Bloquea la unión de la proteína soluble BLyS (factor de supervivencia de los linfocitos B o Ly B) a sus receptores en las células Ly B y, por lo tanto, impide la supervivencia de las células Ly B, especialmente de las células Ly B autorreactivas, y disminuye la diferenciación de las células Ly B en células plasmáticas (capaces de producir anticuerpos).

Los niveles de BLyS son elevados en pacientes con lupus sistémico y otras enfermedades autoinmunes. Existe una relación entre los niveles de BLyS en plasma y la actividad del lupus sistémico. Pero el papel de la BLyS en la fisiopatología del lupus sistémico no se conoce del todo.

>>Lee nuestra entrevista sobre "Investigación médica en lupus: hacia tratamientos menos tóxicos y medicina personalizada"<<

Vivir con el lupus

Un seguimiento regular

Cuando se padece lupus, es necesario realizar un seguimiento periódico de la enfermedad para determinar la actividad y la gravedad de la misma, prevenir la aparición de recaídas, evaluar la tolerancia y la eficacia de los tratamientos y detectar posibles comorbilidades (una o varias patologías asociadas) y daños viscerales.

El lupus sistémico requiere un trtaamiento médico especializado, en colaboración con el médico tratante. Así, el seguimiento de esta enfermedad lo realiza un equipo multidisciplinar compuesto (según las necesidades de cada paciente) por un internista, un reumatólogo, un nefrólogo, un dermatólogo y un hematólogo. También pueden participar un ginecólogo, un pediatra, un fisioterapeuta, un dietista y un psicólogo.

La frecuencia de las consultas y los exámenes debe adaptarse al estado clínico del paciente, a la gravedad y al perfil evolutivo de la enfermedad, al tipo de daño visceral y a los tratamientos utilizados (tolerancia, efectos adversos).

Por lo tanto, se puede proponer hacer un examen clínico en adultos:

  • al menos cada mes, en caso de embarazo o de lupus en evolución, especialmente en caso de afectación visceral grave;
  • cada 3 meses en situaciones intermedias;
  • cada 6 meses en períodos de quiescencia (reposo o remisión);
  • una vez al año después de varios años de quiescencia o en caso de lupus menos grave.

En los niños, se recomienda una consulta cada 3 meses debido al alto riesgo de nefropatía lúpica.

La entrevista médica y el examen clínico son idénticos a los realizados en el diagnóstico inicial de la enfermedad. Sin embargo, hay que prestar especial atención a la comprensión de la enfermedad por parte del paciente y al cumplimiento del tratamiento, al estilo de vida (tabaquismo y prevención de infecciones), a los métodos anticonceptivos y a cualquier deseo de quedarse embarazada.

Para el niño, es muy importante el control regular del peso, el crecimiento y el desarrollo psicosocial.

>>Lee nuestra entrevista sobre "Lupus: la educación terapéutica o cómo involucrarse en su enfermedad"<<

Un buen estilo de vida

Dejar de fumar es una parte integral del tratamiento del lupus. El tabaquismo favorece el desarrollo y las complicaciones de la enfermedad, aumenta los problemas cardiovasculares y la fragilidad pulmonar, y disminuye la eficacia de los tratamientos, especialmente del principal tratamiento de fondo, el dolquine.

Es importante evitar la exposición a los rayos del sol, que agravan las erupciones cutáneas del lupus. Para protegerse de los rayos UV, se recomienda llevar ropa que cubra bien el cuerpo (mangas largas), un sombrero de ala ancha y gafas de sol con filtros UVA/UVB. Debe aplicarse un protector solar de alta protección (> 50 y anti-UVA/UVB) 30 minutos antes de la exposición, luego cada 2 horas y después de cada baño. En la medida de lo posible, hay que evitar la exposición directa o indirecta (los rayos UVA atraviesan una ventana o el parabrisas de un coche), los lugares con fuerte reverberación (playa, alta montaña) y las salidas en las horas de más calor (entre las 12 y las 16 horas).

La alimentación debe ser equilibrada y diversificada para evitar el exceso de peso (y así evitar los dolores articulares y mejorar el estado de salud general).

El tratamiento con corticosteroides requiere una dieta baja en sal y sobre todo en azúcar y, en ocasiones, tomar calcio y vitamina D como suplemento ayuda a evitar el riesgo de osteoporosis.

En los períodos de remisión (sin síntomas), se recomienda realizar una actividad física regular (por ejemplo, caminar, nadar, montar en bicicleta).

Es importante mantener una buena higiene (lavarse los dientes y las manos con regularidad, etc.) para evitar el riesgo de infección, que se ve favorecido por la toma de inmunosupresores o de corticosteroides a altas dosis.

Las vacunas vivas atenuadas (varicela, rubeola, sarampión, paperas, polio-oral, fiebre amarilla y BCG) están contraindicadas con el lupus si se está tomando cortisona o inmunosupresores. En cambio, las vacunas no vivas (tétanos, poliomielitis-inyectable) están autorizadas. Algunas vacunas (antigripal y antineumocócica) son incluso muy recomendables porque protegen contra una infección grave favorecida por la inmunosupresión.

Por último, hay que evitar el estrés y la fatiga porque pueden agravar los síntomas o favorecer la aparición de un brote.

Anticoncepción y embarazo

Algunos tratamientos del lupus (metotrexato, talidomida, ciclofosfamida, ácido micofenólico...) pueden ser tóxicos y provocar malformaciones en el feto (efecto teratogénico). A diferencia del dolquine, que puede tomarse durante el embarazo y la lactancia.

Por lo tanto, la anticoncepción es esencial para las mujeres con lupus en edad fértil.

Los principales métodos anticonceptivos son

  • la anticoncepción de barrera mecánica (preservativo, diafragma);
  • los dispositivos intrauterinos o DIU
  • los progestágenos orales (micropíldoras con progestágeno)
  • los progestágenos implantables.

Si los progestágenos se toleran mal, la anticoncepción con estrógenos no está formalmente contraindicada, salvo en casos de síndrome antifosfolípido o de antecedentes de trombosis venosa (flebitis) o arterial.

Es posible la anticoncepción de emergencia (píldora del día después), que contiene progestágenos.

Es posible tener un hijo si se tiene lupus. Sin embargo, lo ideal es que cualquier embarazo se planifique y sólo se inicie después de que el lupus haya estado en remisión entre 6 y 12 meses.

El embarazo puede favorecer la aparición de un nuevo brote de lupus, con un notable daño renal. También aumenta ciertos riesgos obstétricos para el niño (parto prematuro, retraso del crecimiento intrauterino) y para la mujer embarazada (aborto, hipertensión materna, preeclampsia, etc.).

Por ello, es importante informar a su médico especialista de su deseo de tener un hijo, para programar una consulta de preconcepción.

La evolución del embarazo se beneficiará de un seguimiento especial por parte de un equipo multidisciplinar.

El lupus es una enfermedad autoinmune crónica y compleja. Sin embargo, actualmente existen muchos tratamientos que pueden reducir los síntomas y aumentar la probabilidad de remisión. Afecta especialmente a las mujeres jóvenes y la posibilidad de embarazo es muy posible siempre que se tomen las precauciones necesarias. El seguimiento debe ser realizado periódicamente por el médico de cabecera acompañado de un equipo multidisciplinar.

avatar Alexandre Moreau

Autor: Alexandre Moreau, Asistente de Marketing Digital

Dentro del equipo de Marketing Digital, Alexandre está a cargo de escribir las fichas informativas de las enfermedades así como artículos científicos. También se encarga de la... >> Saber más

¿Quién hizo la revisión?: Laurent Chiche, Médico internista

Médico internista en el Hospital Europeo de Marsella; especialista en enfermedades autoinmunes sistémicas.

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