Psoriasis: saber más

La psoriasis es un enfermedad inflamatoria crónica, no contagiosa, que afecta principalmente a la piel.

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Psoriasis

¿Qué es la psoriasis?

Definición

La psoriasis es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel. Se trata de una enfermedad autoinmune que se caracteriza por la aparición de placas rojas, en relieve y cubiertas de escamas blanquecinas que se desprenden de la piel.

Esta patología se debe a un desajuste inmunológico que provoca una inflamación crónica y exagerada de la piel (de color rojo) y una sobreproducción de células epidérmicas (capa superficial de la piel): los queratinocitos. La acumulación de estas células, cuya maduración se acelera, aumenta el grosor de la piel: esto se llama hiperqueratosis.

La psoriasis evoluciona por brotes de frecuencia e intensidad variables, intercalados con períodos de remisión que pueden durar varios años.
No es contagiosa y suele ser benigna, pero existen formas moderadas y graves con posible afectación de otros órganos como las articulaciones, el sistema cardiovascular o las mucosas.

La psoriasis puede tener un importante impacto psicológico y alterar la calidad de vida del paciente, dependiendo de su localización y extensión.

¿La psoriasis es frecuente?

La psoriasis es una enfermedad que afecta a unos 125 millones de personas, es decir, al 2,2% de la población mundial. Su prevalencia es mayor en los países industrializados y más alejados del ecuador.

En España, más de 1 millón de personas están afectadas, es decir, el 2,3% de los españoles. La prevalencia de la psoriasis en España ha aumentado casi en 1% en los últimos 15 años, según el estudio “Prevalencia de la psoriasis en España en la era de los agentes biológicos".

Esta enfermedad afecta tanto a hombres como a mujeres y puede aparecer a cualquier edad, con un pico entre los 20 y los 40 años.

Aproximadamente el 30% de los pacientes declaran tener artritis psoriásica además de la forma cutánea.

Síntomas y complicaciones de la psoriasis

Las diferentes formas de psoriasis

  • La psoriasis en placas, también conocida como psoriasis vulgar, es la forma más común de psoriasis (más del 80% de los casos). Se caracteriza por la aparición de placas rojas y bien definidas en la piel, cubiertas de escamas blancas que se desprenden de la piel. Pueden provocar picor o dolor, y se localizan principalmente en zonas de roce (codos, antebrazos, rodillas...).
  • La psoriasis del cuero cabelludo se da en el 50-80% de los casos de psoriasis en placas en adultos, pero también puede ser aislada. Es difícil de tratar y puede extenderse a la frente, detrás de las orejas y en la nuca. Es visible cuando las escamas se desprenden y es muy irritante, con importantes implicaciones sociales para el paciente.
  • La psoriasis ungueal o de las uñas se da en el 50% de los pacientes de psoriasis. Se caracteriza por pequeñas depresiones en la superficie de la uña (conocidas como aspecto de "dedal"), descamación de la uña, manchas, engrosamiento o estrías. Esta forma es molesta para los pacientes, tanto a nivel estético, como práctico.
  • La psoriasis guttata es más rara (menos del 10% de los casos) y suele darse en niños y adolescentes. Aparece como una multitud de pequeñas placas, de menos de 1 milímetro de diámetro, principalmente en el tronco. Suele desarrollarse después de una infección estreptocócica (por ejemplo, después de una angina), y a veces puede evolucionar hacia una psoriasis en placas crónica.
  • La psoriasis pustulosa se caracteriza por la aparición de pústulas sobre placas rojas. No contienen microbios y están relacionados con la intensidad de la inflamación. Pueden localizarse en las manos y los pies (conocida como psoriasis palmoplantar) o en las yemas de los dedos (conocida como acrodermatitis de Hallopeau).
  • La psoriasis eritrodérmica es una forma muy grave y poco frecuente de psoriasis generalizada que puede afectar a toda la superficie de la piel. Se acompaña de fiebre y escalofríos y requiere un tratamiento rápido.
  • La psoriasis inversa o psoriasis de los pliegues se caracteriza por la aparición de placas rojas bien definidas. Se localizan en las zonas de los pliegues de la piel como la ingle, las axilas, el ombligo, debajo de los pechos, los pliegues del estómago o entre las nalgas. No hay escamas, que se eliminan con la transpiración. Esta forma suele confundirse erróneamente con una micosis (infección por hongos).
  • La psoriasis facial afecta al borde del cuero cabelludo, las alas de la nariz y los pliegues de la boca. Debido a su visibilidad, esta forma es difícil de soportar para los pacientes. Sin embargo, la cara rara vez se ve afectada por la psoriasis.
  • La psoriasis de las mucosas es una forma poco frecuente que puede afectar a las mucosas genitales (glande, vulva, vagina), así como a la boca (lengua y cara interna de las mejillas). Puede causar un verdadero impedimento en la vida sexual del paciente.

Complicaciones de la psoriasis

Alrededor del 8-10% de las personas con psoriasis desarrollan dolor crónico en las articulaciones, especialmente en las manos y los pies, la pelvis y la columna vertebral. Se trata del reumatismo psoriásico, que comienza meses o incluso años después de las manifestaciones dermatológicas. Sus síntomas, el seguimiento temprano por un reumatólogo y el tratamiento son similares a los de la artritis reumatoide y la espondilitis anquilosante.

Además, para los pacientes con psoriasis grave, las repercusiones sociales (estéticas y psicológicas) y profesionales (desventajas) son importantes y conducen a la depresión en un 30 a 40% de los casos.

Por último, la psoriasis suele estar asociada a un trastorno metabólico (alteraciones que afectan a la producción de energía en las células) y al desarrollo de la diabetes de tipo 2. Los pacientes también tienen el doble de probabilidades de desarrollar complicaciones cardiovasculares (aterosclerosis, infarto de miocardio, etc.).

Causas y factores de riesgo de la psoriasis

En primer lugar, se observa una predisposición genética a la psoriasis en cerca del 30% de las personas afectadas (1 de cada 3 pacientes de psoriasis tiene un miembro que sufre la misma enfermedad en su círculo cercano). Se han identificado varios genes asociados a un aumento de la aparición de la psoriasis (por ejemplo, el gen PSORS1).

Además de estas predisposiciones genéticas, se han identificado varios factores ambientales que favorecen la psoriasis:

  • irritaciones de la piel: roces, arañazos, picaduras, heridas (hablamos del "fenómeno Köbner", que se produce cuando aparecen nuevas lesiones en una piel sana que acaba de sufrir un traumatismo);
  • quemaduras solares (aunque la exposición moderada y regular a la luz solar mejora los síntomas de la enfermedad);
  • ambiente frío y seco y contaminación;
  • fatiga, estrés o choque emocional;
  • una infección: estreptococo (infección ORL, dolor de garganta) o VIH/SIDA;
  • consumo excesivo de tabaco y alcohol;
  • ciertos medicamentos: contra la malaria (cloroquina e hidroxicloroquina), antihipertensivos (betabloqueantes, inhibidores de la enzima de conversión), para tratar los trastornos bipolares (litio) o para tratar la esclerosis múltiple o la hepatitis C (interferones). Además, la interrupción brusca de los corticosteroides puede empeorar la psoriasis.

Diagnóstico de la psoriasis

El diagnóstico de la psoriasis se basa principalmente en un examen clínico realizado por un dermatólogo. El dermatólogo observa el aspecto y la localización de las lesiones (cuero cabelludo, rodillas, codos, región lumbar y uñas en particular).

En algunos casos puede realizarse una biopsia (extracción de un pequeño trozo de piel con anestesia local) para descartar otras posibles causas de trastornos cutáneos (eczema, micosis) y confirmar así el diagnóstico de psoriasis.


Este último se basa en 3 signos característicos:

  • un engrosamiento de la capa superficial de la piel (epidermis) debido a una multiplicación y acumulación excesivas de queratinocitos;
  • un gran número de capilares sanguíneos (pequeños vasos) que dan a la piel su color rojo;
  • una acumulación de glóbulos blancos (células de inflamación) en la epidermis, que puede dar lugar a la formación de pústulas.

Se utilizan diferentes puntuaciones para evaluar la gravedad de la enfermedad:

  • la puntuación PASI (Psoriasis Area and Severity Index) evalúa el aspecto de la piel, teniendo en cuenta la superficie de la piel afectada (en % de la superficie total del cuerpo), el grado de enrojecimiento de las lesiones, su grosor y la intensidad de la descamación. Va de 0 (sin gravedad) a 72 (máxima gravedad).
  • la puntuación DLQI (Dermatology Life Quality Index) evalúa la calidad de vida del paciente. Se plantean una decena de preguntas: impacto estético, consecuencias en el trabajo, el ocio, la vida amorosa, la vida sexual y familiar, etc. La puntuación oscila entre 0 (sin impacto) y 30 (calidad de vida muy disminuida).

Tratamientos de la psoriasis

En la actualidad, la psoriasis es una enfermedad que no se puede curar. Sin embargo, existen diversos tratamientos locales o generales que pueden reducir los síntomas de la enfermedad y mejorar la calidad de vida de los pacientes.

Tratamientos locales

Los dermocorticoides son productos a base de cortisona que ayudan a combatir la inflamación de la psoriasis. Su forma varía según la localización y el aspecto de las lesiones: se utilizan pomadas para tratar las manchas muy secas y gruesas, o cremas para las lesiones poco escamosas, los pliegues o las mucosas, y lociones para el cuero cabelludo (Betnovate®).
Además, existen diferentes clases de dermocorticoides en función de su actividad: las pomadas y cremas a base de los llamados corticoides fuertes se utilizan en zonas gruesas de la piel como los codos o las rodillas (Diproderm®, Celecrem®, Suniderma®, Nutrasona® e incluso Clarelux®, Declovan®, Clobisdin® o Clovate®) y los corticoides con un índice más bajo se utilizan en la cara.
Generalmente se utilizan a diario y su uso debe ser limitado en el tiempo. Están contraindicados en caso de ulceración o infección de la piel. Y pueden observarse algunos efectos indeseables, sobre todo en función de la actividad de la sustancia o de la cantidad utilizada: adelgazamiento de la piel, estrías, rosácea, enrojecimiento (sobre todo cuando se aplica en la cara) o, más raramente, despigmentación localizada de la piel, aparición de pelos o lesiones de eczema.

Los análogos de la vitamina D3 combaten la multiplicación excesiva de los queratinocitos. Entre ellos se encuentran el calcipotriol (Daivonex®) y el calcitriol (Silkis®), que requieren dos aplicaciones al día. Su eficacia es más lenta, pero se toleran mejor que los dermocorticoides, aunque pueden ser irritantes al principio del tratamiento. Por lo tanto, se utilizan como tratamiento de mantenimiento para la psoriasis.
No debe superarse la dosis máxima semanal prescrita por el médico para evitar el riesgo de un exceso de calcio en la sangre o en la orina.

La combinación de un análogo de la vitamina D3 con un dermocorticoide (Daivobet®, Enstilar®) es muy eficaz en el tratamiento de los brotes agudos de psoriasis (1 aplicación diaria durante un máximo de 4 semanas). Puede utilizarse a una dosis menor para el tratamiento de mantenimiento (una aplicación por semana).

El ácido salicílico (Diprosalic®) es capaz de disolver la capa superficial (o córnea) de la epidermis. Se utiliza en combinación con un excipiente graso (vaselina) para eliminar las lesiones muy escamosas de la psoriasis.

Por último, el tazaroteno (Zorac®) se utiliza en casos de psoriasis muy localizada. Este retinoide tópico está contraindicado durante el embarazo.

Fototerapia

Se considera la fototerapia cuando la psoriasis afecta a una gran zona del cuerpo o cuando las lesiones persisten a pesar del tratamiento local. Los rayos ultravioleta utilizados frenan la multiplicación de las células cutáneas y alivian la inflamación.

Existen dos tipos de fototerapia:

  • La terapia PUVA utiliza rayos UVA y se lleva a cabo en una cabina, después de tomar un medicamento fotosensibilizador (de la familia del psoraleno). Hay que esperar 2 horas entre la toma de este medicamento y la exposición a los rayos UV. El número de sesiones de la terapia PUVA se limita a unos diez.
  • La fototerapia UVB no requiere el uso de medicación fotosensibilizante y suele consistir en 3 sesiones semanales durante los dos primeros meses, seguidas de 1 a 2 sesiones semanales durante varios meses.


La fototerapia está limitada en el tiempo por el riesgo de desarrollar cáncer de piel (melanoma). Durante cada sesión, se requiere el uso de gafas opacas para proteger los ojos del riesgo de cataratas, y de ropa adecuada (ropa interior) para proteger los genitales. Por último, no suele utilizarse en niños menores de 12 años.

Las sesiones son prescritas por un dermatólogo y tienen lugar en la consulta o en un hospital equipado con una cabina de irradiación.

Tratamientos sistémicos para la psoriasis

Los tratamientos sistémicos o generales para la psoriasis incluyen varios tipos de medicamentos:

  • un retinoide oral que regula la renovación de la piel: la acitretina
  • "inmunosupresores" que reducen la actividad del sistema inmunitario, como el metotrexato o la ciclosporina
  • las bioterapias que bloquean la acción de determinadas sustancias inmunitarias, como el TNF (factor de necrosis tumoral).


La acitretina (Neotigason®) es un derivado de la síntesis de la vitamina A que se utiliza en las formas graves de psoriasis. Se administra por vía oral una vez al día y puede utilizarse en combinación con la fototerapia. Tiene un riesgo teratogénico (malformación del feto durante el embarazo): por ello, es obligatorio que todas las mujeres en edad fértil se sometan a una prueba de embarazo antes del tratamiento, y que utilicen un método anticonceptivo eficaz, que debe iniciarse antes de comenzar el tratamiento y continuarse durante el mismo y durante los 3 años siguientes a su finalización. También está contraindicado el consumo de alcohol durante el tratamiento y durante los 2 meses siguientes a su cese.

El metotrexato se utiliza en las formas graves de psoriasis, pero también en ciertas enfermedades reumáticas crónicas como la artritis psoriásica. Se toma una vez a la semana, por vía oral (Imeth®), intramuscular o subcutánea (Metoject®, Nordimet®) y requiere un control regular del hígado, los riñones y la sangre. Los efectos secundarios más comunes son el malestar, los problemas digestivos, la disminución de los glóbulos blancos y la inflamación de la boca. La administración de suplementos de ácido fólico, a distancia de la toma de metotrexato, puede reducir la frecuencia de algunos de estos efectos secundarios. Por último, el metotrexato tiene un riesgo teratogénico (malformación del feto durante el embarazo). Por lo tanto, es necesaria una anticoncepción eficaz para las mujeres en edad fértil que tomen este tratamiento, y si desean quedarse embarazadas, deben pedir una cita con su médico para adaptar su tratamiento, y debe haber un retraso entre la interrupción del tratamiento y la concepción.

La ciclosporina (Ciqorin®, Sandimmun®) es un inmunosupresor de eficacia comparable a la del metotrexato, utilizado en las formas graves de psoriasis. Requiere una administración oral una vez al día (durante un máximo de uno o dos años debido a su toxicidad renal). Debe realizarse un control regular de la función renal mediante análisis de sangre y presión arterial.

El apremilast (Otezla®) es un fármaco inmunosupresor que se utiliza en caso de fracaso, contraindicación o intolerancia a otros tratamientos de la psoriasis. Requiere 1 comprimido al día. Pueden observarse trastornos digestivos (diarrea, náuseas) al inicio del tratamiento. Además, se debe informar al médico de la existencia o aparición de trastornos depresivos o de insomnio.

Por último, las bioterapias (tratamientos con organismos vivos o sustancias derivadas de estos organismos) se prescriben como tratamiento de segunda línea en caso de contraindicación o en ausencia de respuesta a los tratamientos habituales. Exigen una evaluación médica completa (sobre todo dental) antes de iniciar el tratamiento y su prescripción inicial está reservada a los especialistas del hospital.
Entre ellos, se utilizan principalmente los anti-TNFα. En efecto, el TNF (Factor de Necrosis Tumoral) es una proteína implicada en la inflamación, producida en exceso en los pacientes con artritis psoriásica. Al unirse al TNF, estos fármacos bloquean su acción y reducen las reacciones inflamatorias.
Se administran en forma inyectable: por perfusión, como infliximab (Remicade®), o por vía subcutánea, como etanercept (Enbrel®), adalimumab (Humira®) y certolizumab (Cimzia®). El 75% de los síntomas desaparecen en más de ⅔ de los pacientes que han tomado estos tratamientos.

También se utilizan otras bioterapias: se trata de inhibidores de las interleucinas humanas, moléculas implicadas en la inflamación. Entre ellos se encuentran brodalumab (Kyntheum), ixekinumab (Taltz®), guselkumab (Tremfya®), utekinumab (Stelara®), secukinumab (Cosentyx®) y rizankizumab (Skyrizi®). Son soluciones inyectables que se administran por vía subcutánea.
Estas bioterapias requieren una supervisión médica regular debido a sus efectos secundarios, en particular el riesgo de infección. Si notas cualquier signo que sugiera una infección, como fiebre (aunque no sea muy alta) o pérdida de peso (aunque sea moderada), es importante que informes a tu médico lo antes posible. De hecho, una infección no tratada puede tener consecuencias muy graves para las personas que toman bioterapias.

Otros tratamientos

Además de los tratamientos farmacológicos, hay otros tratamientos que pueden reducir la frecuencia y la gravedad de los brotes de psoriasis y mejorar la vida cotidiana de los pacientes.

En efecto, la hidratación de la piel es esencial para evitar la irritación y hacer frente a diversos tipos de agresiones (sol, frío, contaminación, fricción, etc.). Así, los productos hidratantes de la piel, o emolientes, ayudan a reducir la sequedad de la piel y la formación de escamas.
Se recomienda el uso de una crema o leche hidratante (fórmulas medio acuosas y medio oleosas que mantienen la película hidrolipídica de la epidermis) durante las estaciones más cálidas y un bálsamo (textura más espesa, principalmente a base de aceite y mantequilla, que repara y cura las epidermis deshidratadas y muy secas) durante las estaciones más frías. También se recomienda el uso de bálsamo por la noche.
Estos productos son especialmente importantes para las personas que utilizan un tratamiento que reseca la piel (acitretina) y para las que son tratadas con terapia PUVA.

Las curas termales también pueden tener un efecto beneficioso sobre la psoriasis. Las propiedades del agua varían de un centro a otro: algunas aguas son ricas en selenio, arsénico, bicarbonato de sodio y sodio o azufre. Los distintos tratamientos hidrotermales (baños, duchas, masajes, etc.) ayudan a aliviar la sequedad, a hidratar la piel, a limitar los picores y a curar las placas.

Estas curas son también un lugar privilegiado para la educación terapéutica (consejos sobre el estilo de vida) e intercambios con profesionales, lo que permite a los pacientes aliviar sus síntomas y adquirir más autonomía en la gestión de su enfermedad. También facilitan los intercambios entre los pacientes, sus familias y las asociaciones de pacientes.

Vivir con psoriasis

Seguimiento de la enfermedad

La frecuencia de las consultas médicas y de los eventuales exámenes biológicos se determina con el médico de cabecera, el dermatólogo y, eventualmente, el reumatólogo cuando el paciente padece artritis psoriásica además de trastornos cutáneos.

Se recomienda que los pacientes acudan al médico cada 3 meses al inicio del tratamiento para evaluar su eficacia, y luego se pueden espaciar las citas si el tratamiento es bien tolerado.

Dado que el tratamiento de la psoriasis es a largo plazo, es necesario crear una verdadera relación de confianza con su médico. Es importante entender y seguir su tratamiento:

  • No interrumpir su tratamiento sin previo aviso médico;
  • No sobrepasar las dosis prescritas, incluso para tratamientos locales (cremas, pomadas, lociones);
  • Notificar al médico la aparición de efectos indeseables para ajustar el tratamiento;
    No interrumpir la anticoncepción, si es necesario por la prescripción de un medicamento (acitretina, metotrexato), e informar a su médico si se está planeando un embarazo;
  • Notificar inmediatamente al médico si aparecen signos inusuales de infección (supuración de una lesión de psoriasis, fiebre, infección ORL, etc.).


El diálogo con el médico permite identificar y evitar los factores que desencadenan y agravan la psoriasis (medicamentos, roces en zonas de riesgo, estrés, tabaquismo, etc.)

Algunos consejos a aplicar a diario

  • Hidratar bien la piel, unas dos veces al día, utilizando cremas, leches o bálsamos adecuados (prefiere los de crema fría o cerato de Galien), especialmente después del baño o la ducha, o tras la exposición al sol;
  • Evitar las irritaciones de la piel (favorece la ropa suelta y cómoda de materiales naturales como el algodón, el lino o la seda);
  • Evitar las heridas en la piel (cortes, arañazos, abrasiones) que pueden provocar lesiones psoriásicas;
  • Al lavarse, elegir un jabón suave y supergraso, o un aceite de ducha o de baño. Preferir productos hipoalergénicos y champús suaves. Es importante no utilizar exfoliantes ni toallitas (enjabonarse con las manos);
  • No ducharse o bañarse con agua demasiado caliente (temperatura ≤ 36°C) porque el agua demasiado caliente reseca la piel y puede desencadenar un brote de psoriasis;
    Añadir almidón de trigo, harina de avena o aceite para calmar el picor y suavizar la piel, sal marina para ayudar a la piel a pelarse;
  • El maquillaje no está contraindicado en la psoriasis, pero es importante utilizar productos de calidad, no alergénicos y no irritantes;
  • Protegerse de las quemaduras solares;
  • Dejar de fumar y beber alcohol con moderación;
  • Llevar un estilo de vida saludable: bebe agua con regularidad (unos 2L al día) y sigue una dieta equilibrada (evita los alimentos industriales procesados que contienen ácidos grasos trans y azúcares refinados, como pasteles, nuggets, cereales y refrescos, y prefiere los alimentos crudos, como frutas y verduras, pero también el pescado graso que contiene grasas insaturadas buenas);
  • Las técnicas de relajación (sofrología, yoga, tai chi, acupuntura, masaje...) también pueden ayudar a reducir el estrés y la aparición de brotes de psoriasis;
  • El apoyo psicológico puede ser necesario para ayudar al paciente a afrontar mejor las diversas consecuencias psicológicas y sociales de la enfermedad en la vida cotidiana;
  • Unirse a una asociación de pacientes o a una red social permite conocer y hablar con otras personas que padecen la misma enfermedad, y así aportar consejos y consuelo;
  • No tomar ningún medicamento sin consejo médico.


En conclusión, la psoriasis es una enfermedad inflamatoria crónica. Se caracteriza principalmente por el daño a la piel, pero también puede afectar a varios órganos del cuerpo, incluyendo dolor articular (artritis psoriásica), trastornos metabólicos (diabetes tipo 2) y daño cardiovascular (infarto de miocardio). Esta patología puede tener graves repercusiones en la calidad de vida de los pacientes, sobre todo psicológicas y sociales. No obstante, los tratamientos, en particular las nuevas bioterapias, permiten reducir los síntomas y evitar la aparición de nuevos brotes de psoriasis.

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Autor: Alexandre Moreau, Asistente de Marketing Digital

Dentro del equipo de Marketing Digital, Alexandre está a cargo de escribir las fichas informativas de las enfermedades así como artículos científicos. También se encarga de la... >> Saber más

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