¡3 consejos para mantenerte positivo/a a pesar de estar afectado/a por la enfermedad de Castleman!

¡Rodéate de tus seres queridos, forma parte de la comunidad!

Una fuente esencial de satisfacción se encuentra en la interacción con los demás. De hecho, un estudio de la Facultad de Medicina de Harvard, en el que se hizo un seguimiento de 724 hombres durante 75 años, descubrió que los que mantenían relaciones de calidad con su familia, amigos o comunidad eran más felices y estaban más sanos. 

Existen muchas formas de mantenerse socialmente activo y evitar el aislamiento, que es perjudicial tanto moral como físicamente. 

Por ejemplo, unirse a un club de una actividad creativa (fotografía, dibujo, cerámica, etc.) puede ofrecer la oportunidad de conocer a personas con los mismos intereses y disfrutar de una actividad estimulante. El voluntariado en una organización benéfica local o en un grupo de apoyo es una forma de crear vínculos sociales a la vez que se retribuye a la comunidad. Está demostrado que ayudar a los demás tiene un impacto muy positivo en nuestro estado emocional. 

Reconectar con amigos o compañeros de trabajo que hace tiempo que no se ven, salir a tomar algo, a comer, ir al cine, etc. también puede ayudar a renovar amistades que pueden contribuir al desarrollo personal. 

Por último, existen soluciones digitales para crear y mantener relaciones sociales. Por ejemplo, las aplicaciones de citas permiten conocer rápidamente a nuevas personas. En cuanto a Carenity, este sitio permite a las personas con la enfermedad de Castleman compartir experiencias, consejos y apoyo en todo lo que concierne a la enfermedad. 

>> Únete a una comunidad de pacientes en línea para personas afectadas por la enfermedad de Castleman << 

¡Expresa tu gratitud!

Se ha demostrado que el sentimiento de gratitud aumenta la felicidad y tiene numerosos beneficios para nuestra salud física. En efecto, una actitud de agradecimiento aumenta la apreciación de las cosas positivas de la vida, lo que favorece la plenitud y la relajación. Sentir gratitud también tiende a mejorar el sueño, fortalecer el sistema inmunológico y disminuir la liberación de la hormona del estrés, el cortisol. 

Para practicar el sentimiento de gratitud, existe un ejercicio sencillo pero eficaz: cada noche, a la hora de acostarse, piensa en 3 cosas positivas que te hayan ocurrido durante el día y por las que puedas sentirte agradecido/a. Pueden ser una buena noticia, una pequeña victoria o una sonrisa compartida, pero también cosas más fundamentales, como disfrutar de los 5 sentidos o simplemente estar vivo/a. Este ejercicio nos ayuda a aprender a apreciar lo positivo incluso en los momentos más difíciles, y a ver el valor de las cosas sencillas que demasiado a menudo se dan por sentadas. 

Un miembro de Carenity con una enfermedad crónica describe su experiencia de gratitud como "la alegría de simplemente levantarse, escuchar el canto de los pájaros o el viento en los árboles, disfrutar de un momento de relajación...". 

Jean-Pierre, también miembro de Carenity, afirma que el cáncer le ha permitido "apreciar aún más la vida cotidiana". A pesar de todas las limitaciones, ve la enfermedad como "una verdadera experiencia vital", y considera que "la vida también consiste en gestionar los buenos y los malos momentos". 

Otro miembro añadió que "poco a poco, la gratitud requiere cada vez menos esfuerzo, y se convierte en un estado de ánimo que fomenta el reconocimiento de todo lo bueno de la vida. Empiezas a apreciar lo que puedes hacer, en lugar de lo que no puedes hacer". 

Dirigir deliberadamente nuestra atención a las pequeñas (o no tan pequeñas) cosas de las que podemos disfrutar, y ser plenamente conscientes de su valor, nos ayuda a adoptar una actitud más optimista que puede contribuir a la felicidad diaria, y ayudarnos a ser positivos frente a la enfermedad. 

Estoicismo: ¡mirar las cosas desde una nueva perspectiva!

El estoicismo es una escuela de pensamiento desarrollada por filósofos griegos y romanos. Ha influido en muchas de las grandes figuras de la historia, y tiene una resonancia particular en las dificultades de una enfermedad crónica. 

Esta doctrina nos anima a distinguir entre dos categorías de cosas en la vida: las que están bajo nuestro control y las que no. Según esta doctrina, es inútil gastar nuestra energía en cosas que no podemos cambiar, y es mejor desprendernos de ellas y dedicarnos plenamente a las cosas que sí podemos cambiar. 

Esto significa que, por ejemplo, quejarse del retraso de un tren, de una mancha en una prenda nueva o del mal tiempo, no mejorará la situación. Del mismo modo, quejarse de ser demasiado bajo o de tener los ojos marrones no cambiará nuestra apariencia, y centrarse en todas las consecuencias negativas de una enfermedad no hará que desaparezcan. Cada uno tiene su propio conjunto de dificultades que nos impone la propia vida. Siempre podemos imaginar una vida menos difícil, o más difícil. Pero el estoicismo considera que esas comparaciones no nos aportan nada positivo. Según el estoicismo, nuestro verdadero poder que nos ayuda a vivir una vida más feliz, es elegir nuestra actitud y estado de ánimo, frente a las pruebas de la vida. 

Según el estoicismo, es una ilusión soñar con una vida sin dificultades. En cambio, elegir afrontar la adversidad manteniéndonos fieles a nuestros valores, levantándonos después de los fracasos y viendo cómo nos hacen crecer, es lo que realmente nos define. 

Steve, un paciente con la enfermedad de Castleman idiopática multicéntrica, dice: "La enfermedad ha sido una bendición disfrazada. Me ha hecho ser mejor persona y mejor marido. Me ha enseñado lo que es realmente importante en la vida". Owen, un enfermo crónico, añade: "La enfermedad no puede afectar a si vives una buena vida o no. Lo único que importa es cómo afrontas los acontecimientos". Y continúa: "Afrontar las dificultades con disciplina y coraje me ha permitido seguir adelante y agradecer cada victoria, porque sé que estoy haciendo todo lo posible por vivir una buena vida, a pesar de las limitaciones de la enfermedad". 

En definitiva, el estoicismo nos invita a aceptar las cosas que no dependen de nosotros, para darnos cuenta mejor de nuestro poder sobre las que sí dependen de nosotros. Puede que consideremos injusto estar enfermo mientras nuestro vecino está sano, pero hacer las paces con esta situación puede ser liberador y permitirnos captar mejor las posibilidades de las que disponemos, para vivir nuestra vida al máximo. 

La enfermedad de Castleman puede ser una experiencia muy difícil, con un fuerte impacto en nuestro estado de ánimo. Pero compartir con los demás, practicar la gratitud y adoptar una nueva perspectiva que el estoicismo puede ofrecer, son algunas de las herramientas que pueden ayudarnos a recuperar el control de nuestra propia vida. Pueden ayudarnos a romper el círculo vicioso del abatimiento y el pesimismo, para lograr un nuevo equilibrio más positivo y sereno, y vivir felizmente a pesar de la enfermedad.