Asma: ¡consejos prácticos para controlar la enfermedad!
Publicado el 2 may. 2023 • Por Candice Salomé
El asma es una enfermedad crónica de los bronquios cuyas primeras manifestaciones se dan con mayor frecuencia en los niños.
El asma afecta a unos 3 millones de personas en España y es responsable del 0,21% de los ingresos hospitalarios anuales. Si no se controla adecuadamente, puede tener graves repercusiones en el bienestar y la calidad de vida de los pacientes.
¿Qué es el asma? ¿Cómo controlar el asma? ¿Cómo mejorar su calidad de vida con asma?
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¿Qué es el asma?
El asma es una enfermedad respiratoria crónica causada por la inflamación permanente de los bronquios.
El asma se manifiesta en crisis, cuyos síntomas se caracterizan por episodios de disnea, sibilancias, tos seca u opresión en el pecho. Estas crisis o ataques pueden durar de varios minutos a varias horas. Después, la respiración vuelve a la normalidad.
Durante la respiración, el aire fluye por los bronquios hacia los pulmones. En los pacientes asmáticos, el revestimiento interno de estos conductos (llamado mucosa bronquial) está engrosado e irritado. Esta inflamación crónica hace que los bronquios sean sensibles y propensos a reaccionar de forma exagerada en presencia de factores contribuyentes. Esto puede desencadenar un ataque de asma porque el paso del aire a través de los bronquios se ha vuelto difícil: se producen contracciones de los músculos que rodean los bronquios, así como una secreción importante de mucosidad.
La intensidad y frecuencia de los ataques de asma varían de una persona a otra.
¿Cómo controlar bien el asma?
A veces, el tratamiento del asma puede resultar lento. No obstante, es importante seguir metódicamente la prescripción de su médico. Un buen cumplimiento del tratamiento es clave para limitar la inflamación bronquial.
Un buen control del asma empieza con unos sencillos consejos que pueden aplicarse fácilmente en la vida cotidiana.
Tomar la medicación correctamente
Existen varios medicamentos para tratar el asma, que suelen agruparse en dos categorías: medicamentos de control y medicamentos de crisis. La mayoría de los pacientes asmáticos utilizan ambos tipos de medicación.
Los medicamentos de control se utilizan para prevenir los síntomas del asma. Actúan sobre las vías respiratorias para mantenerlas despejadas, de modo que no haya mucosidad ni inflamación. Es importante tomar correctamente la medicación de control para evitar tener bronquios y pulmones vulnerables y susceptibles a los desencadenantes del asma.
La medicación de crisis debe utilizarse en los momentos difíciles (cuando se hace demasiado ejercicio o cuando la respiración se vuelve repentinamente difícil). El inhalador de rescate debe tenerse siempre a mano para casos de emergencia.
Medir el flujo respiratorio
Con un medidor de flujo máximo, es posible comprobar regularmente cuán abiertas están las vías respiratorias de los pulmones. Este control es un indicador de la eficacia del tratamiento y ayuda a predecir la aparición de un ataque. Además, contar el número de veces que se utiliza el inhalador ayuda a controlar la enfermedad. Esto es algo que se debe compartir con el médico.
Conocer los desencadenantes del asma
Los pulmones de las personas asmáticas son más sensibles de lo normal a determinados desencadenantes que pueden desestabilizar la enfermedad y provocar síntomas.
Algunos de los desencadenantes más comunes son:
- El ejercicio físico no adaptado,
- Los cambios bruscos de temperatura,
- El humo del tabaco,
- Los olores fuertes e irritantes,
- El polvo,
- La contaminación atmosférica,
- Los resfriados e infecciones respiratorias.
Es esencial identificar sus propios desencadenantes y tomar medidas para evitarlos. Al eliminar sus propios desencadenantes, se podrá controlar mejor la enfermedad.
En cuanto a las actividades físicas, no hay que dudar en pedir consejo a su médico. Es posible que recomiende que tomar la medicación de crisis antes de la actividad para evitar que aparezcan los síntomas. También se recomienda no realizar actividades físicas al aire libre cuando las temperaturas sean frías o cuando haya picos de contaminación.
Organizar bien el espacio de vida
Algunos factores desencadenantes pueden encontrarse en el hogar y son evitables. Por ejemplo, se debe:
- Evitar fumar dentro de los espacios vitales.
- Ventilar todas las habitaciones de la vivienda, fuera de los picos de contaminación, durante al menos 20 minutos al día, idealmente por la mañana y por la noche.
- Asegurarse de que la vivienda no esté sujeta a la humedad.
- Evitar el polvo utilizando un paño húmedo y una aspiradora con filtro HEPA (alta eficacia sobre las partículas en suspensión).
- Evitar las alfombras, las cortinas dobles, los sofás de tela, etc.
- No utilizar productos en aerosol.
- Limpiar las rejillas de ventilación cada 3 meses.
- Realizar el mantenimiento de la caldera una vez al año.
- Evitar los animales domésticos en casa. Si se tienen mascotas, sera necesario mantenerlas fuera de la habitación y lavarlas con regularidad.
- Si se compran muebles nuevos, es aconsejable montarlos en el exterior, si es posible, y después airearlos. Si son de aglomerado, desprenden COV (compuestos orgánicos volátiles) irritantes.
Hacer revisiones médicas periódicas
El objetivo del tratamiento del asma es controlar la enfermedad, lo que significa que no haya dificultades respiratorias ni limitaciones de la actividad.
Existen varios criterios clínicos para evaluar si el asma está bien controlada:
- La presencia de síntomas durante el día (tos seca, falta de aire, sibilancias, opresión en el pecho...) y su frecuencia (¿es más de dos veces por semana?),
- La presencia de despertares nocturnos relacionados con el asma,
- El impacto del asma en la vida cotidiana,
- El uso de tratamientos de crisis (¿más de dos veces por semana?).
A continuación, la interpretación de los resultados permite evaluar si el asma está:
- "Bien controlada": si ninguno de estos criterios está presente,
- "Parcialmente controlada": si están presentes 1 ó 2 criterios,
- "No controlada": si se dan 3 ó 4 de estos criterios.
Como el asma es una enfermedad en la que la aparición de los síntomas es variable en el tiempo y a veces imprevisible, es esencial mantener un diálogo regular con su médico y controlar sus propios síntomas entre las visitas.