Asma: saber más

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Asma

¿Qué es el asma?

Definición

El asma es una enfermedad inflamatoria de las vías respiratorias pulmonares (bronquios y bronquiolos), caracterizada por una obstrucción reversible al paso del aire que provoca episodios recurrentes de tos, sibilancias, disnea (dificultad para respirar) y opresión en el pecho.

Se trata de una enfermedad crónica, intercalada con episodios agudos que van desde simples molestias respiratorias hasta exacerbaciones (denominadas brotes, crisis o ataques de asma) que corresponden a la aparición de síntomas durante varios días que requieren hospitalización, a veces en cuidados intensivos.

Cuando respiramos, el aire entra en los bronquios para llegar a los pulmones. En una persona con asma, se produce un engrosamiento (edema) y una inflamación de la pared bronquial (membrana mucosa). Debido a esta inflamación permanente, los bronquios se vuelven hiperreactivos a ciertas sustancias, lo que provoca la contracción de los músculos que rodean los bronquios (espasmo bronquial) y, por tanto, los síntomas.

Existen dos tipos de asma:

  • asma de aparición precoz, casi siempre alérgica, que suele manifestarse en la infancia: los pacientes son atópicos, es decir, tienen una predisposición al desarrollo de alergias a los alérgenos que respiramos: ácaros del polvo, pelo de animales, mohos, pólenes, etc. Sus pruebas de hipersensibilidad cutánea (prick tests) son positivas a estos diferentes alérgenos. Por lo general, tienen antecedentes familiares asociados a otras afecciones alérgicas, como el eczema o la fiebre del heno.
  • asma de aparición tardía, a menudo no alérgica, que no se desencadena por la presencia de un alérgeno y cuyas causas y tratamientos aún no están claramente establecidos. Esta suele estar asociada a la presencia de pólipos en la nariz.

¿El asma es frecuente?

El asma es una enfermedad muy común: 339 millones de personas la padecen en todo el mundo. El número de pacientes con asma está aumentando, con más de 3 millones de asmáticos en España (el 5% de la población general y el 10% de los niños).

El asma es responsable del 0,21% de ingresos hospitalarios y casi 1.000 muertes cada año.

Síntomas y complicaciones del asma

Los síntomas del asma pueden ser intermitentes o persistentes y suelen empeorar por la noche o al levantarse.

Los principales síntomas del asma son:

  • tos seca (a menudo al esfuerzo o por la noche) que persiste
  • falta de aire y dificultad para respirar profundamente
  • sibilancias
  • opresión en el pecho o en la caja torácica

Durante una exacerbación (o ataque) pueden aparecer otros signos más angustiosos:

  • sensación de asfixia
  • dificultad para llenar o vaciar los pulmones
  • fuerte silbido

La duración de una exacerbación puede variar considerablemente en función del individuo, de las circunstancias que la han desencadenado (duración de la exposición y concentración del factor desencadenante) y de la naturaleza y el inicio del tratamiento. Puede durar unas horas o varios días.
Entre dos episodios, la respiración suele ser normal.

La enfermedad puede alterar la calidad de vida de los pacientes. Puede provocar insomnio, disminución de la actividad física o absentismo escolar o laboral.

Causas y factores de riesgo del asma

El asma está causada por una combinación de predisposición genética y factores ambientales.

Entre los desencadenantes de los síntomas del asma se encuentran:

  • el humo del tabaco, incluido el tabaquismo pasivo
  • la contaminación atmosférica
  • el polvo
  • los irritantes químicos (productos de limpieza y cosméticos)
  • el rápido cambio climático (aire frío y seco)
  • las infecciones respiratorias, especialmente virales (gripe, bronquiolitis recurrente, rinitis no alérgica o resfriados comunes...)
  • las emociones fuertes (estrés)
  • el ejercicio físico (esfuerzo)
  • el ontexto hormonal, en particular el asma premenstrual.

Los alérgenos también forman parte de los factores desencadenantes. La mayoría de las veces se trata de alérgenos domésticos, que se encuentran en el hogar: los ácaros del polvo en particular, pero también el pelo de los animales y el moho. Los pólenes y los alimentos están implicados con menos frecuencia.

Además, la rinitis alérgica (fiebre del heno) o, a veces, en el asma no alérgica, la poliposis nasal es también un factor agravante del asma. El asma suele estar más desestabilizada en los pacientes que también tienen rinitis alérgica. Esto se debe a la continuidad entre las membranas mucosas de la nariz y los bronquios. Así, cuando un alérgeno entra en contacto con una de estas mucosas, provoca el mismo tipo de inflamación en la otra.

Los antecedentes alérgicos (o atópicos) son un importante factor de riesgo para el asma en los niños. Cuando sólo uno de los cónyuges es alérgico, el riesgo de que el niño desarrolle alergias es del 20-30%. Si ambos cónyuges son alérgicos, el riesgo aumenta al 40-60%. Así, aunque es frecuente encontrar una predisposición familiar al desarrollo del asma, la transmisión de la enfermedad asmática de padres a hijos dista mucho de ser sistemática.

Diagnóstico del asma

El asma es una enfermedad que suele estar infradiagnosticada. Se recomienda una visita al médico si el paciente tiene una tos seca persistente, sibilancias, falta de aire, sensación de opresión en el pecho, despertares nocturnos o limitaciones en las actividades debido a las dificultades respiratorias.

El diagnóstico del asma se basa en el interrogatorio minucioso del paciente por parte del médico que lo atiende sobre los siguientes temas: los antecedentes familiares de asma y alergias, los síntomas experimentados (ataques de disnea, sibilancias, tos), la frecuencia e intensidad de las molestias respiratorias, las circunstancias en que se desencadenan (en casa, en el trabajo, durante los picos de contaminación, etc.) y la presencia de cualquier otra infección vírica (rinitis, sinusitis, etc.).

Para confirmar el diagnóstico de asma, un neumólogo realiza pruebas respiratorias funcionales (PFR). Consisten en medir las principales características de la respiración y permiten evaluar la gravedad del asma.

  • el FEV1 (volumen espiratorio forzado en un segundo) se mide con un espirómetro (un dispositivo electrónico con una boquilla en la que el paciente sopla) y es un índice de referencia de la obstrucción bronquial.
    Un trastorno ventilatorio obstructivo se define como un FEV1 < 80% de los valores predichos* o un FEV1/CV (relación de Tiffeneau) < 70%, siendo el CV (o Capacidad Vital) la cantidad máxima de aire que una persona puede expulsar de los pulmones tras una inspiración máxima. Se puede diagnosticar asma si el VEF1 mejora en más de 200 ml y más del 12% de su valor inicial tras tomar un broncodilatador de acción rápida (salbutamol).

Tienen en cuenta la edad, el sexo, la altura y el origen étnico.

  • El PEF (flujo espiratorio máximo o peak flow) se calcula con un medidor de flujo pico y mide la velocidad respiratoria máxima del paciente asmático durante la espiración forzada.
    Los valores normales o teóricos del PEF dependen del sexo, la edad y la estatura: son de 400 a 550 litros por minuto en las mujeres y de 500 a 650 litros por minuto en los hombres, pero el PEF se mide principalmente para compararlo con el estado basal.

Para cada paciente, se registra el mejor valor ("valor de referencia") que se alcanza cuando se equilibra el asma. Durante la monitorización del asma, cada nueva medición del PEF del paciente se compara con el valor de referencia, normalmente en forma de porcentaje (= 100 x PEF medido / FPEF de referencia). Se trata de la variabilidad del PEF. Una variación inferior al 20% se considera normal.

Durante las crisis, se puede tomar la gasometría arterial. La estimación de los niveles de oxígeno y dióxido de carbono en la sangre permite evaluar la eficacia de la respiración.

>> Lee nuestro artículo "El diagnóstico del asma contado por los miembros de Carenity" <<

También deben realizarse pruebas cutáneas (o prick test) para aclarar si el asma es de origen alérgico e identificar los alérgenos implicados.

El control del asma debe medirse mediante un auto-cuestionario (Test de Control del Asma, ACT). Estos cuestionarios fáciles de usar pueden utilizarse para determinar si el asma está bien controlada (sin ningún síntoma), descontrolada (síntomas inaceptables) o aceptablemente controlada (algunos síntomas). Es la medida del control del asma la que dictará el tratamiento.

Tratamientos del asma

Existen 5 niveles terapéuticos sucesivos. Cuando el asma requiere un nivel 4 o 5 para ser controlada, se considera asma grave.

Medidas preventivas

Las medidas preventivas son una parte integral del tratamiento del asma.

Consisten en:

  • limitar el contacto con los alérgenos incriminados;
  • evitar la exposición al tabaco (tabaquismo pasivo o activo), que aumenta las exacerbaciones (empeoramiento de los síntomas), reduce la sensibilidad a los corticosteroides (tratamiento) y acelera el deterioro de la función respiratoria;
  • evitar las sustancias tóxicas domésticas (productos domésticos, compuestos orgánicos volátiles...), las sustancias tóxicas profesionales (sílice, humos tóxicos...) y los contaminantes atmosféricos (ozono, óxido de nitrógeno...);
  • suspender los medicamentos que pueden desencadenar los ataques, en caso de intolerancia a la aspirina, los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) y los β-bloqueantes.

También se recomienda la vacunación cada año contra la gripe y cada 5 años contra el neumococo.

Tratamiento de las exacerbaciones o ataques (conocido como terapia de rescate)

El tratamiento de un ataque es necesario en todas las fases de la enfermedad y el tratamiento es el mismo independientemente de la fase de gravedad del asma.

Desde 2019, la GINA (Global Initiative for Asthma) recomienda una nueva estrategia para el tratamiento sintomático de los síntomas y las exacerbaciones.

De hecho, aboga por el uso de una combinación de corticosteroides inhalados (CSI) y formoterol en dosis bajas, cuando sea necesario. Entre estos CSI (que tienen un efecto antiinflamatorio en los bronquios), los datos positivos obtenidos hasta la fecha se refieren al uso de la budesonida (Symbicort Turbuhaler®, Duoresp Spiromax® o Gibiter Easyhaler®), pero el BDP o dipropionato de beclometasona (Formodual® o Foster®) también parece ser adecuado.

Los efectos secundarios de los corticoides inhalados (o corticoesteroides) son la candidiasis orofaríngea, la disfonía (ronquera) y la ronquera. Se recomienda enjuagar la boca después de la inhalación para evitar estos efectos secundarios tan poco frecuentes.

Como otra opción de tratamiento de rescate, pueden utilizarse agonistas β2-adrenérgicos (broncodilatadores) de acción corta (BAAR) ante los primeros síntomas de un ataque. Entre ellos, los fármacos más prescritos son el salbutamol como terapia de primera línea (Ventoaldo®, Ventolin®, Salbuair®), el fenoterol combinado con ipratropio y la terbutalina (Terbasmin Turbuhaler®). Se deben inhalar una o dos bocanadas y repetirlas unos minutos después si es necesario.

Los agonistas β2-adrenérgicos también pueden utilizarse para prevenir el asma inducida por el ejercicio o la exposición a alérgenos (deben inhalarse 1 ó 2 inhalaciones 15 minutos antes del ejercicio o de la exposición) y en el tratamiento sintomático del asma aguda grave (inhalados mediante nebulización o rociado).

Tienen efecto en 2-3 minutos y que persiste durante 4-6 horas. Los efectos adversos que pueden producirse con estos medicamentos inhalados incluyen taquicardia, temblores de las extremidades, dolor de cabeza e irritación de la garganta con tos.

Con menor frecuencia, también pueden utilizarse anticolinérgicos inhalados (o antagonistas muscarínicos, que también provocan una dilatación bronquial) en el tratamiento sintomático de una crisis de asma, como el bromuro de ipratropio (Atrovent®). Requieren la inhalación de 1 a 2 inhalaciones, que se repetirán si es necesario unos minutos después.

Tratamientos de fondo (o de control)

El objetivo del tratamiento de fondo es reducir la frecuencia e intensidad de los síntomas.

No se concentra en al nivel 1 del asma, que sólo requiere el tratamiento de los síntomas a demanda, sino que se hace necesario a partir del nivel 2.

Para el tratamiento continuado del asma persistente en adultos y del asma grave en niños, se recomiendan dosis bajas de corticoides inhalados (CSI) diarias: beclometasona (Beclo-Asma®, Becloforte®, Becotide®), ciclesonida (Alvesco®), propionato de fluticasona (Flixotide®), budesonida (Pulmicort®, Novopulm®, Miflonide®) y mometasona (Asmanex®).

La respuesta a los CSI es muy variable de un individuo a otro y sus dosis se aumentan en función del control del asma, siempre que se tome bien el tratamiento (buen cumplimiento) y se tengan en cuenta los factores desencadenantes. Por lo general, requieren 2 dosis diarias.

Otra opción de tratamiento para el control del asma en fase 2 son los antagonistas de los receptores de leucotrienos o ARL, como el montelukast (Singulair®), que requiere un comprimido de 10 mg al día a la hora de acostarse.

A continuación, a partir del nivel 3, se prescriben agonistas β2-adrenérgicos de acción prolongada (ABAP) en el tratamiento sintomático continuo del asma (dosis baja para el nivel 3 y dosis media para el nivel 4). Requieren de 1 a 2 inhalaciones dos veces al día.

Tienen un inicio de acción rápido, como el formoterol (Formatris® o Oxis®), o un inicio de acción retardado, como el salmeterol (Serevent®) después de 15 minutos, pero son de larga duración (12 horas).

Se prescriben en combinación fija con corticoides a dosis bajas o medias: formoterol + beclometasona (Formodual® o Foster®), formoterol + budesonida (Symbicort®), formoterol + fluticasona (Flutiform®) o salmeterol + fluticasona (Seretide®).

Por último, para el tratamiento del asma grave (niveles 4 y 5), se utiliza una combinación de dosis altas de CSI/ABAP y, posiblemente, anticolinérgicos de acción prolongada como el tiotropio (Spiriva®).

También pueden utilizarse bioterapias (tratamientos con organismos vivos o sustancias procedentes de estos organismos). Entre ellos se encuentran los anticuerpos anti-IgE como el omalizumab (Xolair®), los anti-IL5/5R como el mepolizumab (Nucala®) y los anticuerpos anti-IL4/IL13R como el dupilumab (Dupixent®). Estos tres últimos tratamientos se administran mediante inyección subcutánea por un profesional sanitario. Están destinados a pacientes con asma grave que deben ser tratados por un especialista en asma. Otra terapia innovadora para estos pacientes es la termoplastia bronquial, que se basa en la destrucción del músculo bronquial por radiofrecuencia durante una endoscopia.

>> Lee nuestro artículo "Bioterapia, especial asma" <<

A veces sigue siendo necesario utilizar glucocorticoides orales (CSO) como la prednisolona (Paidocort® o Estilsona®), la betametasona (Celestone®) o la dexametasona. La duración del tratamiento y la dosis utilizada deben ser lo más breves posible, ya que provocan numerosos efectos adversos (aumento de peso, fragilidad de la piel, desgaste muscular, osteoporosis, etc.). El tratamiento de las exacerbaciones se basa en el uso de prednisolona o prednisona durante 5 días.

Requieren 1 dosis por la mañana (+1 por la noche si la dosis es alta) durante la comida.

Por último, la transición de un nivel de tratamiento a otro se basa en el nivel de control del asma medido por el ACT:

  • si el tratamiento permite controlar el asma durante 3 meses, existe la posibilidad de disminuir gradualmente las dosis o el número de moléculas utilizadas;
  • por el contrario, si el asma no está controlada, es posible aumentar las dosis de corticoides inhalados (CSI) o añadir una molécula. Sin embargo, antes de iniciar un nuevo nivel terapéutico, es aconsejable comprobar que el tratamiento se toma correctamente, ya que los fracasos se deben con mayor frecuencia al incumplimiento. Por ello, la educación terapéutica del paciente es esencial en el asma.

Asma aguda

En el caso de una aparición repentina o rápidamente progresiva de los síntomas, se debe considerar una consulta de emergencia.

El tratamiento del asma aguda debe ser iniciado a domicilio por el paciente mediante 2 inhalaciones de su broncodilatador de acción rápida, repetidas cada 10 minutos si no hay mejora. En caso de ineficacia o de sensación real de asfixia, debe considerarse como asma aguda grave y el paciente debe llamar al 061 (servicio de urgencias y emergencias sanitarias) o al 112 (número de emergencias). No se debe ir al hospital por su cuenta, sino esperar a que te ayuden.

Durante el tratamiento hospitalario, se utilizan agonistas β2 de acción corta en dosis altas en nebulización, con la adición de oxígeno y corticosteroides orales (prednisolona).

A continuación, es importante evitar las recidivas (el 30% de los asmáticos recaen en un mes). Para ello, la corticoterapia (uso de corticoides) oral se prolonga de 3 a 7 días. Es necesario seguir o reforzar el tratamiento de fondo y es importante tener siempre a mano su tratamiento y aprender a utilizar correctamente su dispositivo de inhalación.

Vivir con asma

Uso adecuado de los inhaladores

Cada tipo de inhalador tiene una técnica de uso específica.

Existen diferentes categorías de dispositivos:

  • inhaladores dosificadores presurizados: el medicamento está en un frasco pulverizador (está en suspensión en un líquido y es impulsado por un gas). Al pulsar el frasco, se libera una dosis precisa de medicamento correspondiente a una inhalación. La presión sobre el bote y la inhalación deben ser simultáneas: por lo tanto, es necesaria una buena coordinación mano-boca.
  • inhaladores dosificadores autodirigidos: siguen el mismo principio, pero la administración del medicamento se realiza automáticamente, por inspiración lenta.
  • inhaladores de polvo seco: el medicamento se presenta en forma de polvo seco que se dosifica en una cápsula o en el dispositivo del inhalador. Un mecanismo (pulsador, pomo, etc.) libera la dosis de medicamento y a continuación se inhala profundamente.
    Los inhaladores de polvo seco pueden ser monodosis (cápsula que se introduce en el dispositivo antes de la inhalación) o multidosis (depósito con muchas dosis, equipado con un contador de dosis).Estos inhaladores son sensibles a la humedad: por lo tanto, no se debe soplar en el dispositivo, no lavarlo y mantenerlo seco.
  • nebulizadores: el medicamento está contenido en una mezcla de aire y agua. Se proyecta en forma de finas gotas y se inhala con una máscara o una boquilla.

Sin embargo, 3 instrucciones se aplican a todos los tipos de inhaladores:

  • Exhalar profundamente para vaciar los pulmones
  • Inspirar profundamente mientras maneja el inhalador
  • Aguantar la respiración durante 10 segundos.

Por último, cabe señalar que en caso de exacerbaciones en adultos o de dificultad para utilizar inhaladores de dosificadores, es posible utilizar una cámara de inhalación. Evita la necesidad de coordinar la mano con la boca y reduce la velocidad y el tamaño de las partículas (por lo que se mejora la deposición de las partículas en los pulmones).

Se compone de dos partes: un depósito que se ajusta al aerosol y otro que se coloca sobre la boca. Para los niños menores de 6 años es necesaria una mascarilla, si no, basta con una boquilla. Deben limpiarse con agua después de cada uso. Toda la cámara debe limpiarse con agua una vez a la semana y debe cambiarse cuando se vuelva opaca.

Evaluación del control del asma

La naturaleza y la intensidad del tratamiento de fondo están determinadas por el nivel de control del asma.

Existen diferentes herramientas para evaluar el control del asma:

  • Criterios GINA que definen 3 niveles de control del asma:
    • asma controlada si se validan todos los puntos: ausencia de síntomas durante el día o menos de 2 por semana, ausencia de síntomas nocturnos, ausencia de tratamiento de rescate y una relación FEV1/PEF normal
    • asma parcialmente controlada si al menos 1 punto está presente durante una semana: más de 2 síntomas diurnos, presencia de síntomas nocturnos, uso de más de 2 tratamientos de rescate por semana y FEV1/PEF < 80%
    • asma no controlada cuando se presentan más de 3 puntos de control parcial durante una semana.
  • Cuestionario ACT (Asthma Control Test): si la puntuación es < 20 se considera que el asma está insuficientemente controlada;
  • el valor del flujo espiratorio máximo (FEP): corresponde a la velocidad máxima de la respiración de un paciente asmático durante una espiración forzada;
  • el número de veces que se trata una crisis es también un indicador de si el asma está controlada.

Las razones del asma no controlada pueden ser variadas:

  • tratamiento de fondo inadecuado o insuficiente
  • mal cumplimiento del tratamiento por el paciente (por ejemplo, debido a los efectos secundarios)
  • uso inadecuado de los dispositivos de inhalación
  • exposición ambiental a factores desencadenantes
  • infecciones ORL asociadas
  • sobrepeso y obesidad.

Las mediciones del PEF o peak flow deben realizarse regularmente y es aconsejable mantener un calendario de vacunación actualizado.

Asma durante el embarazo

La mayoría de las terapias de control del asma son seguras durante el embarazo. Los corticosteroides inhalados (CSI) y los agonistas β2 de acción prolongada inhalados (ABAP) tienen una elevada relación beneficio/riesgo en el embarazo y deben utilizarse sin reservas según las recomendaciones de la GINA.

Por otra parte, el asma no controlada puede asociarse a un mayor riesgo de:

  • preeclampsia (presión arterial alta y proteínas en la orina que conducen a complicaciones importantes), placenta previa (ubicación anormal de la placenta que puede ser responsable de una hemorragia grave), hemorragia (sangrado) ;
  • cesárea;
  • aborto espontáneo;
  • diabetes gestacional;
  • bajo peso al nacer o nacimiento prematuro.

Sin embargo, es muy posible tener un hijo si el asma materna está bien tratada. Planificar el embarazo con el médico, no interrumpir el tratamiento básico, vigilar los signos de agravamiento del asma (disminución de la función respiratoria) y protegerse de los factores desencadenantes o irritantes (no fumar) permiten tener un embarazo sin complicaciones.

Asma en los niños

El asma suele ser de origen alérgico: los prick tests (pruebas de sensibilidad cutánea) se llevan a cabo para identificar los diferentes tipos de alergia.

Los objetivos específicos de los niños asmáticos son mantener una vida escolar y deportiva normal.

El tratamiento es el mismo que para los adultos, pero las técnicas de inhalación son diferentes, con el uso de una cámara de inhalación con una máscara o boquilla.

Existe una clasificación diferente para los niños menores de 36 meses (según la gravedad, los factores desencadenantes, la existencia de atopia o terreno alérgico genético o la evolución).

Asma y actividad física

La actividad física se recomienda a los asmáticos porque aumenta la capacidad respiratoria (al fortalecer los músculos respiratorios, como el diafragma), garantiza un mejor control del asma y mejora la tolerancia al esfuerzo, además de tener un efecto beneficioso sobre el estado de ánimo, reducir los riesgos cardiovasculares y mejorar la resistencia al estrés.

Sin embargo, antes de iniciar cualquier actividad física, se recomienda pedir cita con su médico para comprobar que su asma está bien controlada y elegir un deporte adecuado.

No hay ningún deporte específico recomendado para los asmáticos. Puede ser interesante practicar :

  • caminar a paso ligero, hacer senderismo, montar en bicicleta o patinar, que mejoran la capacidad respiratoria
  • natación o aquagym
  • yoga o tai chi, que ayudan a controlar la respiración
  • deportes de equipo como el voleibol, el balonmano, etc
  • pero también el tenis, la danza, la gimnasia, la escalada, el remo, etc.

Los únicos deportes que no se recomiendan para las personas con asma son:

  • el buceo submarino con bombonas de aire porque el aire comprimido de la botella está frío y completamente seco, lo que puede desencadenar un ataque en el sujeto asmático. No obstante, es posible practicar este deporte en caso de asma no grave y bien controlada tras pasar las pruebas de Valoración de la Función Respiratoria;
  • el paracaidismo y otros deportes que le exponen a variaciones significativas de la presión atmosférica.

Se recomiendan 30 minutos de actividad física moderada al día. Y es importante señalar que la actividad física puede formar parte de la vida cotidiana. Los cambios de hábitos también permiten moverse y mejorar la respiración: subir las escaleras en lugar del ascensor o las escaleras mecánicas, caminar o ir en bicicleta en lugar de coger el transporte público o el coche, etc.

Además, es importante conocer los factores que pueden provocar asma durante o después de un esfuerzo:

  • un esfuerzo de larga duración y alta intensidad;
  • aire frío y seco;
  • contaminación atmosférica;
  • pólenes, en caso de asma alérgica
  • asma mal controlada con una importante inflamación de los bronquios, que los hace muy reactivos a los desencadenantes.

Por lo tanto, para prevenir el asma inducida por el ejercicio, es importante:

  • realizar un calentamiento gradual;
  • adaptar la intensidad del esfuerzo a sus capacidades y al control de su asma
  • hidratarse regularmente durante la actividad;
  • dejar el esfuerzo gradualmente.

El médico también puede prescribir, si es necesario, la toma de 1 o 2 inhalaciones de su medicación para el asma 10 o 15 minutos antes del esfuerzo, con el fin de limitar el riesgo de una crisis de asma durante el ejercicio físico.

Asma y viajes

Un cambio de ambiente puede desencadenar los síntomas del asma. Por ello, es importante tomar las precauciones necesarias antes de salir de viaje: evaluar el control del asma, informarse de la situación local, adaptarse a los medios de transporte y preparar adecuadamente sus tratamientos.

Antes de salir de viaje, es aconsejable concertar una cita con el médico de cabecera para asegurarse de que el asma está bien controlada. No se recomienda viajar unos días después de un ataque de asma grave, lo que refleja una mala estabilización del asma. De hecho, es preferible aplazar su salida para que el tratamiento modificado o reforzado haga efecto y el asma se equilibre.

Es importante evitar los climas secos, fríos o muy calurosos que favorecen la aparición de las crisis de asma. Deben evitarse los lugares de gran altitud (por encima de los 2500 m) y las ciudades muy contaminadas (Pekín, Ciudad de México, Nueva Delhi...). Cuando se es alérgico al polen, tampoco se recomienda ir al campo en la época de los picos de polinización.

Además, hay que evitar los interiores polvorientos o húmedos. Puede ser útil proporcionar su propia ropa de cama (funda antiácaros, almohada sintética...) para evitar alergias y es importante ventilar las habitaciones. Por último, es conveniente evitar los lugares con animales si se es alérgico (granjas, centros ecuestres, etc.).

Los viajes en avión no representan un riesgo para las personas cuya asma está bien controlada. Sin embargo, es importante llevar la medicación para el asma en la cabina. También es aconsejable cerrar las rejillas de ventilación regulables. Por último, los inhaladores dosificadores no deben colocarse en la bodega, ya que pueden vaciarse durante la despresurización.

Cuando se viaja en tren, es importante llevar algo con lo que cubrirse (bufanda, jersey, etc.) porque la temperatura puede ser baja con el aire acondicionado, en fuerte contraste con el aire del exterior, y hay que evitar los asientos cercanos a las ventanas porque están a la altura de las rejillas de ventilación que levantan polvo.

Cuando se viaje en coche, no hay que utilizar en exceso el aire acondicionado y, si es posible, utilizar un sistema de aire acondicionado con filtro de aire. En zonas muy contaminadas (suburbios, obras de construcción, pulverización de plaguicidas, etc.), se evitará abrir las ventanas por el polvo y los gases de escape. También hay que asegurarse de que el interior del coche se limpia con regularidad, evitar el uso de ambientadores y no fumar en el coche. Por último, no deben dejarse los tratamientospor inhalador expuestos al sol, ya que el contenido podría explotar.

Además, es imprescindible llevar los distintos tratamientos: el broncodilatador de acción rápida en caso de ataque de asma (que deberá llevarse consigo durante el viaje y durante los desplazamientos), la medicación de fondo diaria (con el envase y el prospecto, y en cantidad suficiente para la duración de la estancia), la última prescripción del médico de cabecera (para renovar el tratamiento habitual si es necesario), comprimidos de corticoides (prescritos por el médico para los ataques graves) y un medidor de flujo máximo (para pacientes con asma grave). También es posible llevar adrenalina inyectable para las personas que pueden tener reacciones alérgicas importantes y peligrosas (angioedema y caída de la presión arterial).

También es importante poner al día las vacunas antes de partir. Los pacientes alérgicos a las proteínas del huevo deben estar atentos, ya que algunas vacunas contienen proteínas del huevo. Por ejemplo: vacunas contra la fiebre amarilla, la encefalitis transmitida por garrapatas, el sarampión, las paperas y la gripe.

Por último, pueden ser útiles los datos de contacto de varios médicos, centros de emergencia y servicios de repatriación in situ.


En conclusión, el asma es una enfermedad respiratoria crónica que afecta cada vez a más personas en todo el mundo. Cuando está bien controlada, el asma no tiene mucho impacto en la vida cotidiana y los pacientes pueden llevar una vida prácticamente normal. Sin embargo, hay que asegurarse de que el tratamiento se toma correctamente, ya que un asma mal controlada puede dar lugar a ataques graves, que pueden causar complicaciones importantes.

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Autor: Alexandre Moreau, Asistente de Marketing Digital

Dentro del equipo de Marketing Digital, Alexandre está a cargo de escribir las fichas informativas de las enfermedades así como artículos científicos. También se encarga de la... >> Saber más

¿Quién hizo la revisión?: Antoine Magnan, Neumólogo

Neumólogo, especializado en la investigación en el campo del asma severo y de trasplante de pulmón. Presidente de la Comisión Médica del Hospital Universitario de Nantes y Presidente del Comité Nacional de... >> Saber más

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