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Espondilitis anquilosante y complicaciones óseas: ¡todo lo que debes saber!

Publicado el 18 mar. 2024 • Por Claudia Lima

La espondilitis anquilosante afecta a las articulaciones de la columna vertebral, las caderas o la zona lumbar. Se manifiesta por inflamación de la entesis, la parte del hueso donde se insertan tendones, ligamentos y cápsulas. En algunos casos, la EA puede provocar lesiones articulares y deformidades óseas, sobre todo en la columna vertebral. 

¿Cuáles son las complicaciones óseas de la espondilitis anquilosante? 

¡Quédate leyendo nuestro artículo!

 Espondilitis anquilosante y complicaciones óseas: ¡todo lo que debes saber!

¿Cuáles son los síntomas de la espondilitis anquilosante?  

La espondilitis anquilosante es una inflamación crónica de las articulaciones. Afecta a la columna vertebral y a las articulaciones sacroilíacas de la pelvis. A diario provoca dolor articular, fatiga crónica y rigidez.  

En ocasiones, estos síntomas impiden al paciente realizar tareas cotidianas sencillas. 

La evolución de la espondilitis anquilosante varía en función de la intensidad de la inflamación y del daño articular. 

Si no se trata o no es eficaz, la espondilitis anquilosante puede provocar complicaciones incapacitantes. Esta enfermedad puede bloquear progresiva y permanentemente las articulaciones de la zona lumbar, por fusión de los huesos pélvicos con el sacro, o por fusión de las vértebras.  

En los casos más graves, la columna vertebral puede fusionarse en un solo bloque. Estas fusiones entre varios huesos provocan una rigidez y deformación características de la columna vertebral. 

¿Cuáles son las complicaciones óseas de la espondilitis anquilosante?  

En algunos pacientes, la espondilitis anquilosante se vuelve cada vez más grave, con ataques cada vez más frecuentes.  

Las posibles complicaciones son:

Anquilosis vertebral 

La inflamación se extiende a un número cada vez mayor de articulaciones y puede extenderse por toda la columna vertebral. Las zonas afectadas pueden volverse progresivamente rígidas hasta quedar totalmente anquilosadas, lo que provoca graves deformidades y molestias.  

Anquilosis torácica

La rigidez de la columna vertebral puede restringir la capacidad de inflar el tórax y provocar dificultades respiratorias.

Además, si las articulaciones que conectan las costillas con la columna vertebral están inflamadas, el dolor puede restringir la expansión torácica para respirar profundamente. 

Cifosis dorsal

Una curvatura anormal de la columna vertebral, con la espalda arqueada y el cuello echado hacia delante. La cifosis es frecuente en los pacientes no tratados. 

Existe hipercifosis, en la que la persona afectada pierde la lordosis lumbar y adopta una posición fija, inclinada hacia delante, con deterioro de la función respiratoria e incapacidad para tumbarse. 

Coxitis bilateral 

Se trata de daños en la articulación coxofemoral. Es un marcador de la gravedad de la enfermedad, ya que afecta al pronóstico funcional: ambas caderas pueden estar bloqueadas y ser imposible caminar.

Fractura de una o varias vértebras

Estas fracturas se producen incluso tras traumatismos leves y afectan a las vértebras del cuello. Se atribuyen tanto a la desmineralización ósea como a la rigidez de la columna vertebral. 

Síndrome de la cola de caballo (Cauda Equina) 

Está causada por la compresión de los nervios en la parte inferior de la médula espinal. Esta compresión provoca dolor o pérdida de sensibilidad en la parte inferior del cuerpo, pérdida de movilidad en las piernas o los dedos de los pies, estreñimiento, urgencia urinaria, etc. 

Osteoporosis 

Los pacientes con espondilitis anquilosante tienen un mayor riesgo de desarrollar osteoporosis debido a la inflamación crónica y al uso prolongado de medicación esteroidea. El debilitamiento de los huesos también puede aumentar el riesgo de fracturas.

Si se realiza un seguimiento adecuado de los pacientes, se beneficiarán de un tratamiento apropiado para aliviar sus síntomas y prevenir complicaciones. 

¿Cómo pueden tratarse las deformidades óseas relacionadas con la espondilitis anquilosante?  

La frecuencia del seguimiento médico se adapta a cada paciente. No obstante, los pacientes con espondilitis anquilosante deben beneficiarse de un seguimiento médico regular para detectar signos precoces de complicaciones óseas. 

Pueden recomendarse radiografías y pruebas de densidad ósea

En cada consulta, el médico evalúa: 

  • La actividad de la enfermedad y cómo la siente el paciente: intensidad de la fatiga y el dolor, daños en articulaciones y ligamentos o tendones, etc.; 
  • La incapacidad funcional, es decir, el impacto de la espondiloartritis en las actividades de la vida diaria; 
  • Movilidad a nivel lumbar, torácico y cervical, mediante diversos índices que se anotan y sirven de referencia para exámenes posteriores.

El tratamiento precoz ayuda a controlar la inflamación, reduciendo el riesgo de complicaciones óseas posteriores. 

Si surgen complicaciones óseas, se requiere atención médica especializada. Entre ellos se encuentran los cirujanos ortopédicos y los podólogos. El cirujano ortopédico se encarga de tratar el dolor y la rigidez articular mediante intervenciones quirúrgicas (sustitución articular, corrección de deformidades). El podólogo puede prescribir el uso de equipos diseñados para reducir el dolor y prevenir las deformidades (plantillas ortopédicas). 

¿Cómo pueden prevenirse las deformidades óseas relacionadas con la espondilitis anquilosante?   

Una serie de medidas sencillas pueden ayudar a preservar la calidad de vida de las personas que padecen espondilitis anquilosante.

He aquí algunos consejos:  

  • Descansa completamente en caso de reagudización dolorosa,  
  • Toma los analgésicos prescritos por tu médico para evitar adoptar posturas incorrectas,  
  • Realiza una actividad física regular, especialmente ejercicios de estiramiento y fortalecimiento, o actividades deportivas que no traumaticen la columna vertebral: nadar de espaldas, caminar, Tai chi, etc, 
  • Practica diariamente ejercicios de estiramiento para mantener la columna recta, conservar la movilidad de las vértebras y mantener una buena amplitud de movimientos,  
  • Sigue una dieta equilibrada, rica en calcio y vitamina D, esenciales para la salud ósea,  
  • Procura mantener una buena postura de la espalda cuando estés de pie o sentado, y evita las malas posturas,  
  • Duerme en un colchón firme y lo más plano posible,  
  • Aprende a controlar el estrés, que puede agravar los síntomas y favorecer la inflamación. Las técnicas de relajación como la meditación y el yoga pueden ser beneficiosas. 

Otra herramienta de apoyo para la espondilitis anquilosante es la educación terapéutica. Su objetivo es que el paciente afronte mejor determinadas situaciones y aprenda a vigilar la evolución de su enfermedad para poder pedir ayuda rápidamente en caso de complicaciones. Les permite comprender mejor su enfermedad y el uso correcto de los tratamientos, así como aprender a proteger y aliviar sus articulaciones, adaptar su estilo de vida y concienciar a su entorno de las limitaciones de la enfermedad. 

La espondilitis anquilosante puede dar lugar a importantes complicaciones óseas, pero un tratamiento precoz y adecuado puede reducir estos riesgos. Los pacientes deben ser conscientes de los signos de complicaciones y colaborar estrechamente con su equipo médico para prevenir y tratar eficazmente estos problemas. Esto ayudará a minimizar el impacto de las complicaciones óseas. 


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avatar Claudia Lima

Autor: Claudia Lima, Redactora de salud

Claudia es creadora de contenidos en Carenity, especializada en la redacción de artículos sobre salud.

Claudia tiene un máster en iniciativa empresarial y un Executive MBA en gestión de ventas y marketing. Está... >> Saber más

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