Meditación sobre salud mental

El

escritor y guionista Guillermo Arriaga, autor de 21

gramos y Amores perros, dice que no va al

psicoterapeuta ni al psiquiatra para no sufrir una corrección de

cerebro ni un tratamiento a base de psicofármacos, pese a ser

consciente de que su cerebro no es normal (hace tiempo que le

diagnosticaron TDAH). Dice que si recurriese a ello, la motivación

para escribir desaparecería.Medito

en la entrevista al escritor, aparecida en Esquire, y

no puedo evitar autoflagelarme por mi conformismo y apatía,

negándome el derecho a batallar por mi vida, sin la muleta o camisa

de fuerza, según se mire, de los neurolépticos, que me estupidizan

al sumirme en un sopor porcino (basta con ver mi mirada para apreciar

una psique adormecida y torpe) y me alienan de mí mismo y de los

demás. Hace tiempo que tengo las alas cortadas y mi percepción y

cognición están sumidas en una hipoestésia generalizada.Me

desprecio por mi cobardía, tras haber leído Anatomía de una

epidemia de Robert Whitaker. En este libro el

autor hace un exhaustivo repaso del crímen que ha infligido la

psiquiatría mediante el tratamiento farmacológico a un sinnumero de

personas inocentes que, pese a tener la psique digamos que

averiada -según el criterio de quién??, en

todo caso- , han visto frustrada la posibilidad de llevar una

vida plena y feliz y de manejarse en la vida pese a su limitación

sin tener que verse constreñidos por los neurolépticos.El

libro de Whitaker no es un relato mitológico, sino que

está fundamentado con datos reales y sólidas pruebas derivadas de

investigaciones exhaustivas y testimonios de psiquiatras disidentes

(que una opinión o punto de vista sea mayoritario no significa que

sea el correcto o verdadero) silenciados por la psiquiatría

oficial. Una de las tesis principales del libro es el hecho de que

los psicofármacos no solo no reparan el desarreglo químico cerebral

de los trastornos mentales, sino que su consumo prolongado desemboca

en una desestabilización y caotización del funcionamiento de las

sinápsis y los neurotransmisores. De modo que el cerebro no se

repara sino que se lo destroza lo suficiente para que su capacidad de

autoreaparación sea lisiada por completo, sumiendo al paciente en un

desquicie irrevocable, traspasando el punto de no retorno.