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Estas 12 situaciones cotidianas podrían estar causando tu depresión

Publicado el 27 jun. 2025 • Por Somya Pokharna

¿Alguna vez has sentido una oleada de tristeza sin motivo aparente? No estás solo. La depresión no siempre surge de un trauma o de un desequilibrio químico. A menudo, es la vida misma la que la desencadena: el duelo, el estrés, las noches sin dormir, incluso el rechazo de alguien a quien quieres. Estos momentos pueden acumularse silenciosamente, desestabilizando el equilibrio emocional y abriendo la puerta a la depresión. Comprender estos desencadenantes puede marcar la diferencia: nos ayuda a reconocer las señales de aviso a tiempo, a tomar medidas preventivas y a apoyar a nuestros seres queridos antes de que todo se descontrole.

Vamos a explorar en este artículo los desencadenantes más comunes de la depresión, porque solo siendo conscientes de ellos podemos recuperar el control de nuestra salud mental..

Estas 12 situaciones cotidianas podrían estar causando tu depresión

¿Cuáles son los desencadenantes de la depresión? ¿Y por qué importan?

Aunque las causas de la depresión suelen tener su origen en la química cerebral, la genética o enfermedades crónicas, los desencadenantes son los factores de estrés cotidianos o los acontecimientos de la vida que pueden activar o agravar los síntomas, especialmente en quienes ya conviven con la condición. Una causa puede ser algo que no se puede cambiar. Un desencadenante, en cambio, a menudo puede reconocerse, gestionarse o incluso evitarse.

Los desencadenantes importan porque pueden provocar una reaparición de los síntomas depresivos o incluso un episodio depresivo completo, especialmente en personas que ya han sufrido depresión antes. A esto se le conoce como el efecto “kindling”: una vez que alguien ha tenido depresión, puede hacer falta menos estrés para que vuelva a aparecer. Al comprender estos desencadenantes comunes, los pacientes y cuidadores pueden adelantarse a posibles episodios y proteger su bienestar mental.

Duelo

Perder a un ser querido, un amigo o incluso una mascota puede desencadenar una tristeza profunda. Cuando ese duelo se vuelve abrumador o prolongado, puede transformarse en depresión clínica. Esto es especialmente común en personas mayores, cuidadores o quienes tienen un apoyo social limitado.

Rechazo

El rechazo social, ya sea de una pareja romántica, un familiar o un empleador, puede ser profundamente desestabilizador. Las personas con alta sensibilidad al rechazo pueden interpretar incluso pequeñas ofensas como golpes muy graves, lo que las hace especialmente vulnerables. El auge de las redes sociales amplifica esto, ya que la exclusión, las críticas o el “dejar de seguir” en línea pueden resultar tan dolorosos como el rechazo en la vida real.

Estrés crónico

El estrés prolongado, como las responsabilidades de cuidado, problemas económicos o la inestabilidad laboral, altera el equilibrio hormonal del cuerpo, especialmente el cortisol. Con el tiempo, este estrés reconfigura los circuitos emocionales del cerebro, aumentando el riesgo de depresión.

Mal sueño

El insomnio o dormir en exceso es más que un síntoma; también es un desencadenante poderoso. Incluso unas pocas noches de descanso insuficiente pueden bajar el ánimo, la energía y la resistencia. La presión de estar siempre conectado en línea o revisar notificaciones sociales hasta altas horas de la noche puede sabotear el sueño silenciosamente, aumentando el riesgo.

Enfermedad crónica

Vivir con una condición a largo plazo como diabetes, enfermedades cardíacas, Parkinson o esclerosis múltiple aumenta la carga emocional y física, haciendo que la depresión sea más probable. Algunos medicamentos usados para tratar condiciones físicas también pueden tener efectos secundarios depresivos.

Rumiación: más que simplemente darle vueltas a algo

La rumiación consiste en pensar una y otra vez en pensamientos negativos, revivir eventos pasados o obsesionarse con los “qué pasaría si”. Este estilo de pensamiento atrapa a las personas en un ciclo de tristeza, desesperanza e inacción, siendo el combustible perfecto para una espiral depresiva.

Consumo de sustancias

El alcohol, el cannabis o las drogas recreativas pueden ofrecer alivio a corto plazo, pero a menudo empeoran la depresión con el tiempo. Algunas personas usan estas sustancias sin saberlo para automedicarse problemas de salud mental no diagnosticados, creando un ciclo dañino difícil de romper.

Transiciones de vida

Incluso los cambios positivos, como la jubilación, mudarse o convertirse en abuelo, pueden generar estrés e incertidumbre. Los cambios negativos, como la pérdida de empleo o el divorcio, a menudo crean una sensación de pérdida de identidad. Estos momentos, especialmente cuando se combinan con el aislamiento social o la presión financiera, pueden actuar como desencadenantes poderosos.

Cambios hormonales

La depresión es más común durante transiciones hormonales como la menopausia, el posparto o incluso los ciclos menstruales. Para muchas mujeres, estos cambios afectan el sueño, la energía y la regulación emocional, aumentando el riesgo de un episodio depresivo.

Soledad y aislamiento social

La falta de interacción social regular, común en personas con problemas de movilidad, responsabilidades de cuidado o fatiga crónica, puede llevar a entumecimiento emocional y desesperación. Las conexiones en línea, aunque útiles, no siempre reemplazan el valor emocional del contacto presencial.

Baja autoestima y rasgos de personalidad

Las personas que son muy autocríticas, perfeccionistas o propensas a la culpa suelen interiorizar el fracaso y las críticas. Estas tendencias, combinadas con las presiones de las redes sociales para parecer perfectas, pueden amplificar la inseguridad y convertirse en desencadenantes importantes.

Cambios estacionales

Less daylight in the winter can disrupt sleep patterns and lower serotonin, leading to Seasonal Affective Disorder (SAD). For some, even a rainy week can be enough to bring on symptoms.

La menor cantidad de luz durante el invierno puede alterar los patrones de sueño y reducir la serotonina, lo que provoca el Trastorno Afectivo Estacional (TAE). Para algunos, incluso una semana lluviosa puede ser suficiente para desencadenar síntomas.

¿Cómo puedes gestionar los desencadenantes de la depresión antes de que se apoderen de ti?

Gestionar la depresión no consiste en evitar todas las emociones difíciles o impedir que la vida suceda. Se trata de construir la resiliencia necesaria para afrontar lo que venga y reconocer cuándo necesitas apoyo. Para muchas personas que viven con una enfermedad crónica o cuidan de alguien que la tiene, los desencadenantes de la depresión pueden parecer constantes. Una noche sin dormir, un brote, o incluso un comentario bien intencionado de un amigo pueden desestabilizarte emocionalmente.

Pero aquí viene la buena noticia: una vez que conoces tus desencadenantes, puedes aprender a detectar el cambio antes de caer en espiral.

Empieza por escucharte. Observa qué te agota, qué te da energía y qué situaciones te dejan decaído durante días. Tal vez sea mirar redes sociales hasta tarde. Tal vez sea la soledad tras una cita médica. Cuando puedes nombrarlo, puedes enfrentarlo.

Crea pequeñas rutinas que te den una sensación de control. Puede ser salir a caminar por la mañana, escribir en un diario antes de dormir, o limitar el tiempo que pasas viendo noticias o en redes sociales. Ninguna de estas cosas es una solución mágica, pero sí son actos de respeto hacia ti mismo. Y todo suma.

Deja que los demás entren. La depresión suele convencernos de que estamos solos o somos una carga. Pero compartir lo que sientes, con un amigo, un terapeuta o en comunidades como Carenity, puede romper con esa narrativa. A veces, con solo oír “a mí también me pasa” empieza a cambiar todo.

Y sobre todo, sé amable contigo. Si un desencadenante te lleva a un bajón, eso no significa que hayas fracasado. Significa que eres humano. El objetivo no es la perfección. Es la consciencia, la conexión y el cuidado, especialmente contigo mismo.

Algunos pasos prácticos para gestionar los desencadenantes:

  • Registra tu estado de ánimo cada día para identificar señales tempranas
  • Mantén una rutina regular de sueño y vigilia
  • Crea un ritual relajante para terminar el día
  • Prioriza una buena alimentación e hidratación, aunque sea con pequeños gestos
  • Contacta con alguien cuando notes que te estás aislando
  • Pon límites al consumo de medios o a personas que te agotan
  • Haz espacio para cosas que disfrutes, aunque solo sea durante 5 minutos al día
  • Busca apoyo profesional cuando los desencadenantes se vuelven abrumadores
  • Gestionar los desencadenantes no se trata de eliminar todos los riesgos, sino de recuperar tu poder, una decisión consciente a la vez.

¿Cuándo deberías pedir ayuda? ¿Qué apoyos existen?

Si llevas sintiéndote decaído, sin esperanza o emocionalmente agotado durante más de un par de semanas, es importante saber que no tienes que afrontarlo solo. La depresión puede ser profundamente aislante, pero hay ayuda disponible, y pedirla es una señal de fortaleza, no de debilidad.

Empieza hablando con tu médico de cabecera o con un profesional de la salud mental. Ellos pueden evaluar tus síntomas y orientarte hacia el apoyo adecuado, ya sea terapia, medicación o una combinación de ambos. Para muchas personas, los antidepresivos pueden desempeñar un papel vital en estabilizar el estado de ánimo y facilitar la vida cotidiana. No hay vergüenza en necesitar medicación: al igual que cualquier otra enfermedad, la depresión a veces requiere tratamiento médico.

Pedir ayuda no es rendirse, es dar el primer paso hacia la sanación.

Puntos claves

La depresión no siempre está causada por un gran acontecimiento, a menudo es el resultado de pequeños desencadenantes cotidianos que se acumulan. Ya sea la falta de sueño, un duelo, una transición importante o simplemente la sensación de soledad, estos factores pueden afectar profundamente tu bienestar emocional. ¿La buena noticia? Una vez que sabes qué debes vigilar, puedes tomar medidas para gestionar o incluso prevenir futuros episodios. Mantente conectado, observa tus patrones y no dudes en pedir ayuda. Reconocer tus desencadenantes es una poderosa forma de recuperar el control sobre tu salud mental.


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¡Cuídate!

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Autor: Somya Pokharna, Redactora de salud

Somya es creadora de contenido en Carenity, especializada en la redacción de artículos relacionados con la salud. Cursa un máster en la escuela de negocios NEOMA. Fuera del trabajo, Somya disfruta cantando, cocinando... >> Saber más

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